Los pintores del s. XV. encontraron un medio que les permitiese retratarse sin recurrir a la memoria, que siempre era susceptible de fallos. Para los artistas y creadores, hay pocos objetos más interesantes que el espejo, capaz de trasladarnos a ese “otro lado”, que genera incertidumbre espiritual, ilusiones e incluso pesadillas.
El material favorece la experimentación; nos sugiere otra realidad, en ocasiones, distorsionada. El interrogante sobre quiénes somos al ponernos frente a él se amplía este marzo, con la presentación especial en el Tate Modern de dos instalaciones inmersivas. Dos salas de espejos creadas por Yayoi Kusama se abrirán al público del 29 de marzo de 2021 al 27 de marzo de 2022. Originalmente programada para abrir en 2020 para celebrar el 20 aniversario del museo, esta exposición de duración anual exhibirá las alabadas obras de una de las artistas más famosas de la actualidad. Las entradas estarán disponibles en los próximos días, a través de las redes sociales.
Yayoi Kusama. Infinity Mirror Rooms será, en definitiva, una oportunidad única de experimentar a través de dos instalaciones “reflexivas”, completadas por una fascinante retrospectiva documentada con las actuaciones tempranas de eventos experimentales de Kusama. Contará con Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life, una de las instalaciones más grandes de la artista hasta la fecha y originalmente realizada para su retrospectiva de 2012 en Tate Modern. A esto se unirá Chandelier of Grief, una habitación que crea la ilusión de un universo ilimitado de candelabros giratorios.
Una exhibición de películas y fotografías, algunas de ellas mostradas por primera vez, brindará a los visitantes el contexto histórico necesario para comprender la magnitud del fenómeno global en el que se han convertido hoy las salas de espejos de Kusama.
La artista: Yayoi Kusama. Infinity Mirror Rooms
Nacida en 1929 en Matsumoto (Japón), Yayoi Kusama comenzó a pintar alrededor de los diez años unos motivos que le han acompañado desde entonces: lunares y redes que han dado lugar a fantásticos cuadros en acuarelas, pasteles y óleos.
A finales de los cincuenta pudo mostrar sus grandes pinturas y sus esculturas suaves y ambientales, usando espejos y luces eléctricas. Ya casi en los setenta participó en los muchos acontecimientos culturalmente revolucionarios que ayudaban a cerrar la época, como festivales de pintura corporal, desfiles de moda y manifestaciones contra la guerra, así como en lanzamientos de actividades relacionadas con los medios, como la producción de películas y la publicación de periódicos. Kusama’s Self-Obliteration (1968), la película que Kusama produjo y protagonizó fue galardonada en diversos festivales, otorgándola un reconocimiento internacional que la acompañó de regresó a Japón en 1973.
Mientras continuaba produciendo y mostrando obras de arte, Kusama publicó varias novelas y antologías como The Hustlers Grotto of Christopher Street, que ganó el Décimo Premio Literario para Nuevos Escritores de la revista mensual Yasei Jidai.
En los ochenta, realizó exposiciones individuales tanto en Francia como en Londres, y el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en 1993, participó en la 45ª Bienal de Venecia. Es en esta década cuando comenzó a crear esculturas al aire libre, como las piezas que produjo para el Centro Kenko de Fukuoka, la estación de TGV Lille-Europe en Francia, Beverly Gardens Park en Beverly Hills e incluso un mural para el pasillo de la estación de metro de Lisboa. Ganaba en esos años en reiteradas ocasiones el premio a la Mejor Exposición en Galería en de la Asociación Internacional de Críticos de Arte en 1996. En el cambio de siglo los galardones le han seguido acompañando, otorgando un valor irrebatible a su obra.
Destacó por los eventos en los que participó en el Nueva York de los sesenta y por su amplia práctica artística de gran alcance, que ha abarcado la instalación, la pintura, la escultura, el diseño de moda y la escritura literaria. La artista ha sido objeto de exposiciones monográficas en todo el mundo, incluida una importante retrospectiva itinerante iniciada por Tate Modern en 2012, y protagonizará las próximas presentaciones en el Jardín Botánico de Nueva York y el Gropius Bau en Berlín, ambas en 2021. Desde la década de 1970, Kusama ha vivido en Tokio, donde continúa trabajando prolíficamente gracias al reconocimiento internacional.