The IOU Project. Entrevista a Kavita Parmar
Kavita Parmar es la creadora y fundadora de The IOU Project, una empresa que tiene la defensa de la artesanía textil por bandera. Aunque la India es su país de nacimiento, se considera una persona del mundo. Ha vivido en Hong Kong, Canadá, Nueva York, Londres. Sin embargo, Kavita asegura que dónde realmente encontró su sitio fue en Madrid, lugar donde lleva viviendo veinte años.
Empezó muy joven, con diecisiete años, en el mundo de la moda, debido a la tradición textil de la India. Viajó a Asia en busca de textiles trabajando para una empresa de producción textil. Poco tiempo después, compró la licencia local de una marca india, llamada Oshkosh B´Gosh, de ropa para niños, con la que puso 14 tiendas en todo el país. Colaboró durante muchos años con grandes marcas de lujo. En 2001, llegó a Madrid y comenzó con dos marcas propias Raasta y Suzie Wong.
¿Qué son Raasta y Suzie Wong?
Raasta y Suzie Wong eran dos marcas de ropa. Tuve la oportunidad con Ekseption de hacer una colección que ellos luego vendían. Fue precioso poder crear marca. Ellos me ayudaron muchísimo porque yo además no hablaba el idioma. Me ayudaron también con la estructura de la marca comercial y yo aporté mi gusto.
Era un poco boho chic. Raasta creció muy rápido. De nuevo, estábamos en el momento y el lugar perfecto. Ekseption tenía muy buena red de vendedores y yo tenía muy buena red de producción. Tenía muchas fábricas, de hecho, acabé poniendo las mias propias. Una en el norte de España y otra de bordados en la India. Creció bastante en ocho años.
En un momento dado teníamos 300 puntos de venta multi marca. Era un trabajo muy artesanal, con mucha moda y a un precio muy asequible. En el año 2008, intuí que venía un cambio en la forma de comprar y que las tiendas físicas debían ofrecer una experiencia mucho más completa a los compradores. Tomé la decisión de empezar a buscar una tienda propia dónde poder ofrecer esta experiencia. Me enamoré de una tienda al final del callejón de Jorge Juan. La hice la tienda de mis sueños.
¿Cómo surgió IOU Project?
Vino el trueno de la crisis y fue un tsunami. Ahí empecé a entender un poco más de economía y empecé un poco a pensar que quería hacer en el futuro. Pensé que tenía que empezar con una tienda mucho más barata, pero a mí no me convencía este modelo porque me parecía un poco engañar al cliente. Para mi el lujo era el proceso del artesano. De ahí surgió la idea de que igual lo que hacía falta era conectar de nuevo al artesano o a las personas que hacen las cosas con el consumidor. Yo veía que esta conexión estaba rota. El consumidor no sabe cómo están hechas las cosas.
En 2010, empecé a trabajar en IOU Project que viene del inglés i owe you, es decir, te debo una. Pensé que lo que debíamos hacer era pensar que cuando compramos algo, nos debemos a las personas que hacen estas prendas. Igual que las personas que fabrican las cosas deben a las personas el producto de la mejor calidad. Cuando compras una camiseta que vale menos que un sándwich, hay algo mal. No puede ser que algo que crece, que hay que recoger a mano, hilarlo, coserlo y ponerlo en una tienda, valga menos que un sándwich. Eso es imposible. Cómo consumidores deberíamos dejar de consumir de esta forma.
¿Qué es IOU Project?
Al principio, no era una marca. Mi proyecto era crear una plataforma de trazabilidad. Yo ya había hecho dos marcas de moda con mucho éxito y hacer otra marca mas no era lo que me emocionaba, no era mi propósito. Yo amo el mundo de la moda y lo he vivido profundamente, lo conozco todo y por eso pensaba que gracias a las nuevas tecnologías podíamos proponer un cambio radical. Una plataforma de trazabilidad, en la cual, cuando tú comprabas una prenda de ropa pudieses ver todos los seres humanos que había detrás. Seres humanos, porque yo creo que, absorbemos mucho mejor la información como una historia que si te dan datos. Eso fue un poco la génesis de IOU. Nadie quería comprar esta plataforma, a nadie le interesaba.
En 2011, lanzo IOU como una marca. Empecé con cuadros de madras. Quise demostrar que la artesanía no es algo exclusivo, que sí que puede ser para todo el mundo. En la India conozco a 250.000 tejedores que siguen tejiendo hoy en día. Era una cooperativa muy grande.
Me dejaron trabajar con 253 maestros tejedores de la India, los documentamos, les abrimos cuentas bancarias, comprábamos sus textiles y los traíamos a Europa. Yo quería rediseñar lo que es la cadena de valor. Utilizar la globalización para traer las telas indias con su código de cada artesano, a los artesanos españoles o italianos que son los que saben hacer y diseñar los productos. Esos productos se ponen en la tienda online y se venden. Sin intermediarios.
En IOU, además, cada prenda es única. Cada uno podemos poseer una prenda única, hecha de forma artesanal, a un precio razonable. Cada madras es distinto. Con unos colores definidos, podían tejer lo que quisieran. La verdad que nunca he encontrado un madras feo. Estos artesanos tejían ocho metros de tela, de un tipo de cuadro. Fue un poco complicado para la producción, pero gracias a la ayuda de los artesanos españoles e italianos pudimos hacer unas colecciones muy sencillas. Por ejemplo, una camisa muy bien hecha, en miles de telas diferentes. Por tanto, ninguna prenda es igual.
¿Cómo funciona el código QR de las prendas?
Tu escaneas el código, y ves quién es el taller o la fábrica que hizo la prenda en Europa. También puedes llegar a ver la persona que te lo ha cosido y ves quién es el tejedor. A lo que animábamos era a poner tu foto con la prenda para que ellos también pudiesen ver quién había comprado sus prendas. Para mí esta parte, era muy importante. Yo quería buscar una relación de iguales entre los artesanos y los consumidores. Tuvimos historias apasionantes de clientes que conocían a sus artesanos.
¿Qué se siente al formar parte de estas apasionantes historias?
Para mi, de todos los proyectos que he hecho, IOU es del que más orgullosa me siento. Ha sido el gran ejemplo, después del cual, hemos tenido la suerte de ganar muchos premios. Han salido muchas colaboraciones, consultorías a las grandes marcas. Los últimos 10 años han sido los más maravillosos de mi carrera profesional.
Como mujer y de origen extranjero, ¿has sufrido alguna discriminación?
Muchas. Creo que no tiene ningún sentido nombrar a nadie. La gente reacciona muchas veces ni pensando, es más algo cultural. Siguen preguntándote de dónde eres. No es una cosa mala, es normal y, de hecho, es pura curiosidad. Como mujer, en la India, yo quería ser política y en mi familia no me dejaron. Sabías lo que podías hacer como mujer y lo que podías hacer como hombre. Luego, viviendo en China, era mujer, no era blanca, era lo peor… ¡No todos los chinos son así!
Mucho es bagaje antiguo que es así y no lo cuestionamos. Gracias a Dios que las nuevas generaciones se cuestionan todo. Yo he sido empresaria toda mi vida y como mujer ha sido muy difícil. En la India, yo iba sola a una fábrica y te preguntaban que dónde estaba tu padre.
Las que más puertas me han abierto en España han sido las mujeres. He tejido una red súper interesante de mujeres de todo tipo: artistas, artesanas, empresarias, etc. Mujeres con las que he conectado de alguna forma. Es impresionante lo rápido que se ponen a tu disposición.
¿Cómo concilias el trabajo con tu vida personal?
Creo que es imposible tener la perfección. Tengo la gran suerte de que comparto vida con una persona que tiene un balance maravilloso. Él me ha apoyado 100% en todo. Es imposible tener un balance entre trabajo y vida personal. Yo trabajo muchísimo y muchas veces me gustaría estar más tiempo y no puedo. Me gustó una vez que mi hijo con ocho años me dio como el permiso de ser “una madre más ausente” y me mostró que le gustaba que me gustase lo que hacía, que entonces entendía que me iba a perder su función del colegio. Esto lo valoro y lo agradezco mucho. Sería una mentira decir que existe una balanza entre el tiempo que dedico a mi trabajo y a mi familia.
¿Qué significa para ti el día de la mujer?
Para mi el día de la mujer representa un momento de conciencia. Vivimos una época muy convulsa con muchas narrativas de odio, de contraste entre un lado y otro. Para mí, el ocho de marzo es un día de conciencia. Es muy importante que concienciemos cada uno de nosotros, da igual hombre que mujer. Nuestro trabajo este día es pensar tengo que cambiar esto o intentar cambiar lo otro para que en un futuro no haya faltas. Que podamos ver en un futuro representación de toda la sociedad y no solo de una parte pequeña de ella. Que tengamos representación en la parte pública de la sociedad.
Lo que yo intento es fomentar esa conciencia, que además para mí tiene esa parte también de lógica porque observando solo dos minutos se observa que todavía hoy en día las mujeres no son iguales que los hombres. Sí que hay casos aislados, pero como sociedad nos falta muchísimo trabajo. Como mujeres que hemos tenido la suerte de tener familias que nos han tratado por igual, creo que tenemos el deber de asegurar y luchar por las que no lo tienen. Hay que luchar por los derechos de otros porque eso es ser una persona civilizada.
