Sylvia Plath: Dentro de la campana de cristal llega a la plataforma Filmin hoy 13 de mayo. El documental explora la vida y obra de una de las autoras más admiradas del siglo XX y de lo que hay detrás de su única novela de ficción.
La campana de cristal es una de las obra más representativas y casi autobiográficas de la escritora Sylvia Plath, que firmó bajo el seudónimo de Victoria Lucas. A través de reconstrucciones, cartas inéditas y el testimonio exclusivo de su hija, Frieda Hughes, así como de los amigos que la rodearon, descubrimos a la autora que acabó con el mito de que las mujeres eran conformistas y dulces.
En esta obra Plath, plasmó su propia inestabilidad emocional y su descenso a lo más oscuro de la depresión.
Relató sus luchas internas durante el verano de 1953 en Nueva York a través de su alter ego, Esther Greenwood, una poetisa que intenta suicidarse.
La campana de cristal cuestionó las nociones de género, la identidad sexual y la salud mental en una época en la que las mujeres no tenían voz y estaban destinadas exclusivamente a las labores del hogar.
Ambos libros, uno en forma de ensayo y otro en forma de novela hablaban de lo mismo, de esa situación que vivían las mujeres de los años 60 en la que debían resignarse a la vida familiar.
En esta época, y específicamente en el panorama estadounidense, las mujeres habían conseguido estudiar carreras, tenían una casa, un jardín, un marido, hijos,… Podría decirse que lo tenían todo, pero la realidad es que seguían encerradas en un tipo de vida antiguo, en el que su culmen era hacer la comida, cuidar de los hijos, la casa y el marido, sin ningún horizonte mayor que el de ser ama de casa.
Esta situación, de la que no podían salir, produjo en toda una generación, una insatisfacción que no llegaba a ser depresión, pero que se traducía en un hastío ante la vida. Friedan lo llamo «el malestar que no tiene nombre». Un malestar del que nadie hablaba, pero que terminaba generando enfermedades verdaderas que llenaban las clínicas de mujeres con malestares femeninos inespecíficos.
Sylvia Plath en La campana de cristal, se veía en esta misma situación. Le esperaba una vida de ama de casa, sin embargo, ella tenía muchas más ambiciones. Y así lo señala en la novela, en la que expone:
«Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento.
De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido, y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era E Ge, la extraordinaria editora, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesiones poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente.
Me vi a mi misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre solo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies».
La imposibilidad de hacer todo lo que su ambición le pedía la llevó a sufrir una gran depresión que acabaría con su vida a los 30 años, un mes después de publicar La campana de cristal. Hoy es uno de los grandes referentes del feminismo pionero y una autora a la que seguiremos leyendo dentro de 100 años.