Lucian Freud aterriza desde el National Gallery en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Esta selección de obras es todo un recorrido cronológico y estilístico que refleja a la perfección la evolución de uno de los mejores artistas figurativos de todos los tiempos.
2023 es el año en el que se celebra el centenario de la muerte del artista británico. Como homenaje, se ha configurado toda una retrospectiva con más de medio centenar de obras. Así, recuperamos la figura del pintor, permitiéndonos una mirada hacia su creación completamente diferente. Una estrategia propuesta para acercar su arte a generaciones más jóvenes que no han entrado en contacto con el artista y cuya relación ayudará a entender que rol juegan sus pinturas en los tiempos que corren.
La exposición permanece abierta al público desde el 14 de febrero al 18 de junio de 2023 y entre el espacio creado por los dos museos, logran la línea de continuidad de una historia remota. Siempre con una fuerte seña de identidad que huye de lo normativo; cuerpos, medidas y perspectivas convencionales. La obra de Freud está repleta de alusiones a grandes maestros, desde Velázquez o Rembrandt a Ingres o Cézanne incluso Rodin y Kevin Bacon. Una antítesis inspiracional que perpetúa la “fuerte voluntad de independencia” que sentía respecto a otras corrientes.
Una retrospectiva sublime, y la primera realizada desde su muerte en 2011. Toda la selección y estructura se mantiene fiel a la esencia de la pintura del artista. Como bien defendía Lucian Freud, ¿qué se le pide a una pintura? Se le pide asombro, perturbación, seducción, y convicción, y esto es lo que retratan sus cuadros. Una pintura que navegaba a contracorriente de tendencias abstractas o conceptuales que calaron en el S.XX. Con la mira centrada en el cuerpo humano y el hombre contemporáneo, Freud se abrió camino en un universo artístico muy personal, de reflexión meta-artística y con una búsqueda constante de la intensificación de la realidad.
Resulta llamativo que fuera Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza uno de los primeros coleccionistas privados en interesarse por el artista. A raíz de ello, poco a poco fueron fraguando una relación de amistad, que le llevó a convertirse en foco de inspiración a través de dos relatos, un primer plano y un segundo, donde muestra su tendencia a distorsionar las perspectivas y dimensiones corporales. El recorrido que crea el museo son entornos diferenciados cronológicamente a lo largo de varias secciones temáticas que comienzan en 1940 y concluyen en el S.XXI
Son cuatro los bloques en los que en este caso se divide su obra: “Llegar a ser Freud”, “Primeros retratos”, “Intimidad”, “Poder”, “El estudio” y “La carne”. La exposición finaliza con “David Dawson: El estudio de Lucian Freud” un reportaje fotográfico que nos transporta al laboratorio secreto del pintor y el proceso pictórico que iluminaba cada una de sus creaciones.
Llegar a ser Freud
Ya desde sus comienzos, alrededor de 1940, su obra era ejemplo de “minuciosidad primitiva” y con remembranzas al neorrománico y surreal. Fiel a su pincelada, mantuvo su desarrollo pictórico lejos de la abstracción que estaba dominando el panorama. En sus primeros cuadros, ya podemos ver su personalidad y forma de pintar. Un trabajo muy lento, de pincelada fina y minuciosa. Escenas hieráticas de fondos planos, con un cuerpo frio y frontal, siempre con objetos entre sus manos, provocando la intimidad en escena.
Primeros retratos
«Muchacha en la cama» y «Muchacha con vestido verde» son ejemplos perfectos para entender el final de su primera etapa. A partir de ahí, su técnica evoluciona; trabaja de pie, en constante movimiento alrededor de sus modelos y manteniendo siempre distancias muy cortas. Su pincelada se transforma en una mucha más empastada y suelta, lo que no impide que el resultado sea sumamente preciso. En este periodo, también experimenta con autorretratos, sirviéndose de un espejo logra las perspectivas tan únicas que tanto le caracteriza. Un contrapicado, y obras inacabadas por los extremos que vislumbran las técnicas usadas.
Intimidad
El artista se sirve de sus amistades para inspirar su creación, con ellos en sala se sentía más libre a la hora de captar su persona. Gran parte de su trabajo es al natural, y centrándose en su entorno, amantes, o familiares. Todo aquel que conociera lo suficientemente bien, como para adentrarse en su “alma artística”. Esta etapa es un reflejo del juego con la intimidad y la dualidad, siempre desde una aproximación cariñosa y al mismo tiempo perturbadora. Siempre con respeto transgresor. En muchos de sus cuadros priman los retratos dobles.
Poder
Freud poco a poco, consagrado como artista, fue aceptando retratos por encargo de personalidades cercanas a su entorno y que el admirara. Aquellos que se convirtieran en motivo de atracción para el artista, merecían su respeto y ovación. Por lo general son modelos sentados con las manos apoyadas sobre los brazos de la silla.
El estudio
A partir de 1980, el estudio y espacio en el que retrata a sus modelos se convierte en un elemento principal. Ahora, forma parte del objeto a retratar, imponiendo sus propias reglas de la realidad y llevándolas al límite. El estudio de Freud se convierte en un espacio distintivo, reconocible en toda su obra, gracias a las técnicas de densa costra de empaste de óleo, y las perspectivas ascendentes, que dan sensación de inestabilidad.
La Carne
Esta exposición se cierra con un capítulo que congrega toda una serie de desnudos a gran escala. A través de dichos cuerpos el artista busca reflejar la vulnerabilidad del cuerpo y la plasticidad de la carne como pintura. “Quiero que la pintura actúe como si fuera carne”.
Es por ello, que logra pintar textura de carnaciones se convierte en el motor principal de gran parte de su producción como artista. Desde 1960 comienza a explorar con los desnudos, pero no es hasta el final de su trayectoria que se consagra como el pionero en “la representación de cuerpos no normativos, con gruesos empastes, como sedimentos del paso del tiempo”.