Lucía Alemany presenta su nuevo film Mari(dos), que llegará a las salas el próximo viernes, donde la directora castellonense deconstruye la masculinidad de la mano de Paco León y Ernesto Alterio, una pareja de “comaridos” que comparten más cosas de las que creen. El largometraje supone el regreso de la directora a la gran pantalla, a través de una comedia que pone encima de la mesa temas de actualidad como la masculinidad frágil o la identidad de género

La película porta una crítica a la masculinidad frágil y al hombre tradicional. ¿Qué importancia tiene el mensaje dentro de la película?
Es lo más importante de la película. Es una comedia que a través del poder de la risa quiere conseguir que el espectador salga enérgico del cine. La comedia es muy poderosa y ya que comunicamos algo, ya que el cine es un proceso comunicativo, mola que haya un mensaje. No un mensaje absoluto porque la verdad absoluta no existe, pero sí una invitación a la reflexión. Dentro de la comedia y del hecho de podernos reír de temas actuales y de cosas incluso punzantes, hay toda una evolución de un Emilio que empieza muy agarrotado, con una masculinidad muy aprendida, de ese hombre duro y fuerte, que tiene que “competir” con otro hombre por su mujer, formando parte de un panorama muy clásico en ese duelo. Todo el mundo se lo dice y se da comienza a dar cuenta de que tiene que ir quitándose capas para “dejarse ser”.
¿Qué nuevo sentido le das al rol del hombre y las relaciones amorosas?
Que los hombres también lloran. Hay algo aprendido que no funciona ya porque les aleja de su ser más auténtico y cuando esto sucede, estás en un profundo sufrimiento. Para mí lo importante no es tanto el rol del hombre o el de la mujer, sino el hecho de dejar de sentir y de ser quien eres realmente. Emilio hace realmente una limpieza de ego. Tiene una manera aprendida de ser y de relacionarse que ya no le funciona y se está dando cuenta que se está haciendo bastante mal, por lo que intenta reparar el vínculo con sus hijas y se reposiciona en la situación con su “comarido” y se deja sentir, viendo hasta dónde puede llegar, desde lo sutil.
No es tan importante el rol del hombre o de la mujer como tal, sino el hecho de dejar de sentir y de ser quien eres realmente"

Algo muy llamativo es la belleza de la película, gracias a una estética similar a la utilizada en el cine western. ¿Cómo se ha llevado a cabo?
Con mucho trabajo. Estaba rodeada de un equipo técnico con mucha experiencia y ya que consideraba que la película debía tener una propuesta estética potente y un lenguaje cinematográfico potente, propuse rodarla como un western. Es una propuesta loca y arriesgada a priori, siendo un guion de comedia, pero los productores apostaron por ello. De esa semilla, con mucho trabajo porque no es fácil, fuimos a muerte con nuestra propuesta.
Pasas del drama en tu película La inocencia a la comedia en Mari(dos). ¿Hacia qué dirección se dirige Lucía Alemany?
Hacia la dirección que la vida me lleve. Mari(dos) vino a picar a mi puerta y yo solo la abrí. Dirigir una comedia era algo que me dio terror en un principio y hubiese dicho que no con gusto. Podía salir muy mal pero era mi ocasión para entrar de lleno en la industria, en el cine comercial y poder hacer un cine como yo quiero, con medios decentes y una producción decente. No me quería quedar en La inocencia y Mediaset me dio una oportunidad perfecta y no podía ni quería decir que no. Me tuve que poner las pilas con la comedia: comencé a ver mucha comedia porque hay muchos tiempos. En nuestro caso es una comedia disparatada, de lo absurdo. Investigué muchísimo en el estilo y confié mucho en dos actores tan potentes como Ernesto y Paco. Sabía que me iba a nutrir de la experiencia con ellos y así fue. Suplieron mis carencias y también gracias a dos productores de comedia buenísimos. Estaba muy bien rodeada y desde la humildad, porque todo el mundo sabía que nunca había hecho una película de comedia, me nutrí de todos ellos.
