Los premios León de Danza 2022
El coreógrafo japonés Saburo Teshigawara ha conseguido el León de Oro por la carrera en La Bienal de Venecia gracias a su estética personal del movimiento. Ha dedicado su vida también al baile, la pintura, la escultura y el diseño buscando la calidad extraordinaria en cada uno de ellos. Es por ello que en La Danza 2022 ha triunfado de esta manera. Junto a él, la bailaora y coreógrafa española Rocío Molina ha sido galardonada con el León de Plata por su gran trabajo con el flamenco internacional, una tradición la cual la artista ha recreado desde un punto de vista contemporáneo.
Los leones para La Bienal Danza 2022 fueron acordados con anterioridad por la junta directiva de La Bienal de Venecia junto a la recomendación de Wayne McGregor, uno de los directores del departamento de danza. Estos serán otorgados en Venecia, del 22 al 31 de julio de 2022 en el Boundary-less, título del 16º Festival Internacional Contemporáneo de Danza.
Wayne McGregor destaca el gran talento de Saburo Teshigawara, defendiendo su poder para inspirar, agitar y retar a todo tipo de generaciones en el mundo de la creación de bailes. Su carácter singular, emocionante y humano le ha llevado a ser uno de los mejores coreógrafos contemporáneos a nivel internacional, y por tanto a este premio.
“Su práctica abarca una gama amplia y cada vez mayor de disciplinas, desde la representación teatral en vivo hasta las artes visuales, películas y videos, así como el diseño de escenografía, iluminación y vestuario para todas sus representaciones. Es su capacidad para construir ecosistemas artísticos completos lo que lo distingue de la mayoría de sus compañeros, así como su coraje insaciable para desaprender. Teshigawara entiende el poder del cuerpo en constante cambio y está decidido a expandir el potencial de la coreografía más allá de sus límites tradicionales. Su espíritu pionero, su inmensa habilidad y su fluidez en el medio permiten un trabajo que cruza fronteras y se desliza entre géneros” – Comparte McGregor.
Teshigawara ha dedicado su vida a este arte, estudió ballet clásico y artes plásticas, y se ha convertido en una de las presencias más radicales en el contexto Europeo desde su primera aparición en el Rencontres Chorégraphiques Internationales de Bagnolet en 1981. Fundó la compañía KARAS cuatro años después junto al artista Key Miyata y hoy en día cuenta con un premio Bessie (The New York Dance and Performance Awards en 2007) entre otros y es disputado por las grandes compañías clásicas-modernas y los mejores institutos de danza.
Tras sus asombrosas obras como Life in the Earth en 1985, en la que aparece enterrado en la arena hasta el cuello o en Glass Tooth en 2006 en la que camina sobre cristales, nos deleita una vez más en Venecia con una reinvención de la obra de los Ballets Russes tan renombrada en la historia del ballet occidental. Su anterior aparición en La Bienal Danza fue en 2004 con el solo Bones in Pages donde sus movimientos parecían esculpir el viento y la luz.
Segunda española, tras La Ribot, en ser galardonada por la Bienal de Venecia
La artista Rocío Molina, a pesar de haber sido invitada a teatros y festivales de todo el mundo (En el teatro Stanislavski en Moscú, Tanz in August en Berlín, Esplanade en Singapur…) asiste por primera vez a La Bienal Danza, como ganadora del León de Plata. Estrenará mundialmente en el Teatro alle Tese de Venecia este 27 de julio su nueva obra Confesión de la Carne junto a cinco músicos en vivo y su propio cuerpo volcánico. Wayne McGregor como director escribe:
“Las coreografías vanguardistas, extravagantes y poderosamente crudas de Molina fusionan el flamenco tradicional con estilos de baile modernos e impulsos, improvisaciones que caracterizan su lenguaje de baile único. De hecho, Molina ha acuñado su propio lenguaje artístico basado en un estilo flamenco tradicional recalibrado que respeta su esencia pero abraza lo genuinamente nuevo».
Rocío Molina trabaja con algunas de las figuras más reconocidas del flamenco, como María Pagés, Antonio Canales, Miguel Poveda y Israel Galván al igual que con renombradas personalidades del arte contemporáneo como Carlos Marquerie, Jean Paul Goude o Mateo Feijóo. McGregor admira su creatividad sin límites:
“en ideas, asociaciones e impresionantemente en su propio baile. Cambiando entre lo salvaje, lo sensual, lo recto, lo paralelo, lo violento, lo tierno, en una asombrosa explosión de energía física y creativa. Rocío Molina es una fuerza a tener en cuenta, en el arte y en la vida”.