Julián López charla con nosotros sobre su papel en la nueva película, 'Operación Camarón', que se estrena hoy, 24 de junio, en cines.
Hoy se estrena Operación Camarón, dirigida por Carlos Theron, quien también realizó Lo dejo cuando quiera. La película ha sido producida por Telecinco Cinema, La Pepa Films y La Pepa La Película A.I.E., Lazona Films y Quexito Films, Mediaset España, Movistar+ y Mediterráneo Mediaset España group con la financiación de gobierno de España – ICAA y distribuida por BuenaVista Internacional.
Operación Camarón cuenta la historia de Sebas, un policía novato, desconocido en el mundo del hampa, con aspecto de pringado y dotes de concertista clásico que es perfecto para una peligrosa misión: infiltrarse como teclista en Los Lolos, una banda de flamenco-trap que va a tocar en la boda de la hija de un traficante local.
Protagonizada por Julián López, la película cuenta con un elenco estelar: Natalia de Molina, Miren Ibarguren, Carlos Librado “Nene” o Paco Tous entre otros. Julián López charla con nosotros sobre la película, su carrera, su pasado como músico y su compositor favorito.
En la película te luces al piano, al teclado… ¿Te ha costado mucho coger práctica de nuevo o tocas muy a menudo?
En realidad, lo tengo bastante abandonado sobre todo el teclado porque es verdad que el piano en mis años de conservatorio era una asignatura necesaria para armonía y composición. Lo tenía bastante abandonado, lo que ocurre es que tuve que refrescar ciertas cosas y también me ayudó mucho Pedro, un pianista que estuvo conmigo durante el rodaje. Cuando uno es músico de formación como es mi caso, la música luego sale por todos lados. Ya sea el personaje pianista, o de arpa o trompeta o violín, tienes que entrenar con el instrumento, pero la musicalidad ya está ahí. Y yo por suerte la tengo porque me he formado así y porque me sigo sintiendo músico. Es un lenguaje que cuando lo adquieres de joven, se te queda para siempre. A mí además me hacía mucha ilusión hacer de Sebas por el componente musical.
El pasado de Sebas, de tu personaje, que ha estudiado en un conservatorio y que lleva la música dentro esperando sacarla, tiene mucho en común con el tuyo. ¿Ha sido casualidad?
Me confesaban a la hora de darme el papel que como yo era músico me iba a venir muy bien. Y sé que lo decían de verdad pero la historia es una adaptación de una historia original que se hizo en Italia, por tanto es mezcla del azar y de la búsqueda por que fuera yo quien encarnara a Sebas. También me gusta mucho eso que dices de que todo aflora, porque el personaje tiene una formación clásica pero por cosas de la vida acaba en la policía; además en algo muy anodino, como son los archivos. Cualquiera que se mete en el oficio de policía, lo que quiere es persecuciones, adrenalina y acción; pero Sebas no. Quiero hacer homenaje a mis compañeros músicos, que saben lo difícil que es luego vivir de la música y consumar ese sueño y cómo te ves abocado a otras profesiones. Lo que quiero decir es que el músico es un artista y quiere sacar lo que lleva dentro. Y lo bonito que le pasa a Sebas es que en el momento más insospechado, todo eso sale.
En otras ocasiones has comentado que pensabas ser músico pero que por varios escarceos en el mundo de la interpretación con tus compañeros de La hora chanante acabaste como actor. ¿En qué momento tomaste esta decisión?
Fue un proceso vital. Ahora con la distancia lo veo así. No fue fácil y fue un choque entre algo a lo que me llevo dedicando toda mi vida como es la música y otra, la interpretación. De repente me veo haciendo personajes en sketches y jugando a roles. Fue una manera nueva de expresarme. Igual uno de los momentos clave fue cuando Borja Cobeaga, en pleno rodaje de Muchachada Nui, él ya, que estaba preparando Pagafantas, la que fue mi primera película, me propone un papel. Es un momento clave porque estábamos haciendo esta película para TVE, pero no dejábamos de tomarlo como algo de nuestra pandilla. Cuando entonces llega alguien externo que te habla de una película, fue cuando pensé “igual esto abre un camino que me apetece explorar. Pues vamos a apostarlo todo y a ver qué pasa”. Y afortunadamente pasan los años y sigo participando en proyectos, aprendiendo, rodeándome de muchos compañeros y maestros que me van enseñando día a día y que resulta una gran suerte que haya ocurrido.
Tu personaje sufre de miedo escénico y Lolo le ayuda a vencerlo. ¿Alguna vez has tenido algún momento de miedo escénico que te hiciese replantearte tu carrera en la interpretación o la comedia?
Sí. A lo mejor no tan pronunciado como a Sebas, pero sí. El miedo lo que tiene es que nos persigue a todos. En mayor o menor medida, todos tenemos miedo de las cosas que hacemos, de las decisiones que tomamos. Por ejemplo, enfrentarte al público o enfrentarte a una cámara es algo que muchos atribuyen a tener un gran valor. Yo siempre tiro balones fuera porque valor también tienen los médicos y los cirujanos y tantas otras personas, pero el miedo escénico siempre ha estado. Y creo que es incluso bueno. Cuando hacía stand-up comedy, había momentos en los cuales el teatro estaba lleno y había mucha gente que esperaba mucho de ti y era una responsabilidad muy grande que te puede atenazar. Sin embargo hay algo que fluye, que no sabes lo que es y que elimina el miedo de un plumazo. Yo creo que es algo que en el fondo te dice “vas por buen camino”, porque si te atenaza y te tienes que ir a tu casa, es una señal de “quizás esto no es lo mío y tengo que dedicarme a otra cosa”. Yo, es verdad que soy una persona bastante tímida en el día a día con las personas que no conozco, pero sí que me reconozco esa valentía en el escenario o ante la cámara; y esa transformación me gusta sentirla.
¿Crees que es algo común en los actores que en su vida diaria sean personas más introvertidas o reservadas pero que en el escenario se transformen completamente?
Yo diría que en la mayoría de los casos, sí. Y me gusta experimentarlo. Lo que no me gusta, es cuando dicen: “esperaba que fueras de esta manera”. No me gusta y sí me gusta, porque por otro lado, si lo piensas, significa que tengo la capacidad de crear una faceta distinta.
Después de todos los años que llevas en el mundo de la interpretación y la comedia, ¿podrías decirnos cuáles son los ingredientes clave que necesita todo buen actor?
Sobre todo la naturalidad, es indispensable. No solo actuando, sino en la vida. Yo experimento en la vida cosas que luego trato de aplicar a mis interpretaciones. Muchas veces puedes pensar que una cosa puede funcionar y ves que no. Porque no eres realmente así. Se trata de que cada uno sea como es. Claro que quieres experimentar también y yo intento ponerme retos, pero la naturalidad es esencial.
En tu caso, además, te dedicas a la comedia. ¿Hay algún requisito para ser cómico?
Siempre pienso que la vis cómica es necesaria, porque si la tienes, tienes mucho ganado. Lo que ocurre es que el humor y la comedia son cosas subjetivas. ¿Cuántas veces hemos estado en el cine viendo una comedia y el de al lado se parte de risa y tú no? ¿O al revés? Y me parece perfecto; no a todos nos puede gustar lo mismo. Pero evidentemente, cuando algo o alguien provoca humor o risa ya tiene mucho ganado. Luego con el guion y los diálogos se puede ser más fino o no, pero eso de ser gracioso por naturaleza es una bendición, la verdad.
Cuando trabajas con otros actores en comedia, ¿es difícil no reírse cuando actuáis?
Es difícil muchas veces, sí. Ten en cuenta que hay escenas que son muy divertidas y hacerlas sin reírte solo se consigue después de 17 intentos. A veces es contraproducente porque tampoco puedes perder el tiempo, porque hay más escenas que rodar. Yo reconozco que soy de los risitas; como se me cruce algo me da la risa y es difícil parar. Digamos que se pasa bien y mal a la vez. Lo importante es que, si en el set nos lo pasamos bien, es buena señal, porque es probable que ese buen rollo traspase la pantalla en el cine.
¿Te ha llevado tu carrera a algún sitio al que no esperabas llegar?
Sí, por supuesto. Toda mi formación musical de niño, que es un período, la niñez y la adolescencia, que marca mucho a una persona. Hasta los 20 años, la música seguía siendo el centro de mi vida. Con lo cual, sigo saboreando eso. Cuando echo la vista atrás, pienso en las vivencias, en las personas que he conocido, con las que he compartido amistad y conversaciones… Todo eso enriquece tanto, que me siento muy afortunado por haber apostado y seguir ahí. Sobre todo también cuando te toca trabajar con generaciones mayores, te hace mucha ilusión. Si tienes que hacer una peli y está José Sacristán o Juan Diego, pues resulta increíble porque era impensable hace unos años trabajar con ellos.
Hablando de cosas impensables que te gustaría que ocurrieran, ¿hay algún director con el que te haría ilusión trabajar?
Aquí en España, directores como Alberto Rodríguez, Cesc Gay y Rodrigo Sorogoyen me gustan mucho. Con Isabel Coixet, por ejemplo, hice un corto, pero me gustaría hacer un largometraje porque incluso podríamos buscar otro tipo de personajes a los que no estoy habituado. Generalmente me gustaría buscar como directores, aquellos que me permitieran explorar otro tipo de personajes e historias. Yo estoy encantado de hacer comedia y la estaré haciendo hasta que me echen. Pero no es lo mismo hacer una peli por ejemplo con Arantxa Echevarría, que hace otro tipo de cine. ¡Ojalá tener la oportunidad!
¿Y en Hollywood?
Hollywood lo veo más difícil aún… Aunque bueno, en realidad si lo piensas, estar en un conservatorio o en una orquesta y que viniera alguien y dijera que en un futuro iba a estar haciendo películas, en ese momento resultaba impensable. Con lo cual, puede ser impensable que acabe en Hollywood y se produzca, pero claro me parece algo tan difícil… Sobre todo también porque se tienen que dar varias circunstancias. Yo siempre he puesto todo de mi parte; me gusta trabajar bien, hacer las cosas bien, aprender cada día… Pero siempre hay un componente de azar que se tiene que dar. Que el productor apueste por ti, que el encargado de casting te haya visto… Miles de cosas, pero oye, la vida nos está enseñando que quién sabe…
Has hecho cine y series, ¿con qué tipo de producción te sientes más cómodo?
Te diría que cine, pero porque he hecho más películas que series. Es verdad que la serie tiene una cosa muy guay, que es que generalmente convives mucho más tiempo con un personaje y te da más tiempo a que crezca y evolucione. Una película que haces durante mes o mes y medio, te produce rabia el último día, cuando todo está caliente, es cuando ya se acaba. Pero el tema de ir al cine y ver la película en una pantalla grande es algo tan chulo que ojalá no dejemos nunca de hacerlo.
¿Eres de ir al cine o de manta y sofá?
Combino las dos cosas. Si te soy sincero, procuro ir a menudo al cine. Por suerte, en casa tengo un proyector que se asemeja a una proyección en sala, pero nunca va a llegar al nivel del cine. Creo que es por el hecho de estar en casa y poder pausar la película para ir al baño o porque ha llamado alguien, mientras que la sala de cine sí te evade de todo. Con ese discurso te digo lo contrario; por suerte tengo varias plataformas y disfruto del cine que se me había escapado, clásico o actual. Ojalá hubiera tenido esa oportunidad en el pueblo. En El Provencio no había cine y me perdí muchas cosas que luego he tenido que recuperar. Todo tiene lo suyo.
Ahora con la evolución de la pandemia, además, se está recuperando la costumbre de ir al cine…
Esa liturgia de ver una película con desconocidos, de compartir con personas es maravillosa. Es como una cápsula del tiempo donde todo se detiene. Y yo voy a seguir yendo al cine porque hay muchas películas que quiero ver en el cine sí o sí. ¡Y Operación Camarón es una de ellas!
Después de estudiar música durante tanto tiempo, ¿tienes algún compositor o sinfonía favoritos?
Siempre he tenido una especial debilidad por Gustav Mahler. Es un compositor que en su día gozó de éxito pero que luego no se programaba tan a menudo como otros hasta ahora. Tiene una sinfonía, la sinfonía nº.5 de Gustav Mahler, quizá la más conocida. Es una sinfonía mágica. Uno de los momentos de la composición se utilizó en Muerte en Venecia, de Visconti. Y el último tiempo de la sinfonía me gusta escucharlo cuando voy en tren. En el tren es el sitio donde más me gusta escuchar música. El tren tiene para mí un componente de ir pasando y mirar el paisaje… Es una cápsula parecida al cine; te subes y no puedes bajarte hasta tu parada. Así que me pongo mis cascos y es raro el viaje que no me pongo el final de la sinfonía.
Nos gusta conocer qué leen nuestros entrevistados, ¿tienes alguna recomendación especial de un libro que hayas leído últimamente?
Soy muy amante de la novela negra y policiaca. Y últimamente leo muchos autores españoles. Me encantan Santiago Lorenzo, Sara Mesa… Y de hecho, de Sara Mesa hay un libro, Un amor, que me ha encantado. Hace un retrato humano fabuloso y habla precisamente de cómo es el ser humano con el ser humano.
Última pregunta. ¿Cuál es el mensaje que te gustaría que la gente se llevase a casa después de ver Operación Camarón?
En la película se habla de la autenticidad. Lo auténtico es lo que gana. Estamos acostumbrados a poner etiquetas a las cosas, a la gente, a los comportamientos, nos autoetiquetamos incluso. A Sebas le pasa eso. Tiene esa etiqueta que tiene que quitarse. Cuando empieza a aflorar lo que tiene dentro, se gana la aceptación del grupo que no esperaba y empiezan a ocurrir cosas a su alrededor a raíz de ser auténtico.