Guillermo Balmori es el autor Hollywood antes de la censura: Las películas pre-code, un libro que estudia un olvidado y llamativo período de la historia del cine estadounidense. Una época (de 1929 a 1934) en la que La Meca del cine se vio presionada a la autocensura ante la presión gubernamental y de asociaciones ciudadanas de diversa índole. Sin embargo, no todas cedieron.
El libro comienza con los puntos tratados con el código, que abordaban desde la religión hasta la sexualidad, pasando por el trato que debían recibir los criminales de la gran pantalla. Algunos, aún lejos de merecer admiración, tenían cierta lógica, como podía ser el castigo a los villanos para moralizar al público. Otros eran estrictos entonces e incomprensibles en la actualidad, como las escenas de cama, ya que ni siquiera los matrimonios debían ser vistos compartiéndola (debían tener camas separadas o evitarse los dormitorios).
Tras estas sorprendentes pautas, Balmori estudia en profundidad los casos de diversas películas, con cada capítulo dedicada a una. Tras el título de la cinta, encontramos de lo que se le podría haber acusado conforme al código (dobles sentidos, adulterio, etc) y grandes fotografías de ellas.
Este es un libro que habla de censura en un tiempo y un país democrático, Estados Unidos. Solemos asociar la censura a las dictaduras.
El código Hays es una censura privada. El gobierno de estadounidense no lo impone, sino los estudios de cine de Hollywood por su recomendación. El gobierno dice «o se censuran ustedes o tendré que tomar cartas en el asunto». El problema es que si lo hubiese hecho habría sido inconstitucional, con lo cual no les convenía. Les preocupaba sobre todo la inseguridad que muchas películas estaban creando: si el gobierno era solvente, si la policía y las instituciones estaban corrompidas o compradas, etc. El gobierno no estaba dispuesto a admitirlo.
Es una autocensura que vino de la mano de Hays, que recordamos muchas veces como un censor terrible.
Él realmente era un alto funcionario del equivalente a Correos en Estados Unidos. Tenía la fama de ser rígido, formal y con criterios morales asentados, así que los estudios de cine le nombran para que les censure. Pero como ellos le pagaban, más que contener a los estudios, procuraba contener a las asociaciones y entidades que planeaban boicots. Estaba del lado de los estudios, no de los censores, aunque tuviese que censurar.
¿Crees que hay autocensura en la actualidad?
Evidentemente la hay, estoy convencido. La gente tiene que medir mucho lo que dice porque pueden ofenderse ciertos sectores hasta cierto punto minoritarios. Cualquiera es susceptible de ofenderse hoy en día. Hay una censura no a nivel de cine o institucional, pero sí personal.
Dentro del libro hablas de mujeres, homosexualidad… Temas que, con esta sensibilidad, pueden generar esta ofensa. ¿Te preocupaba que alguien las malinterpretase?
No. No sé si alguien las puede malinterpretar (risas). No lo he pensado. Lo que pongo en el libro es lo que lo que opino. Más que opinar, que no me gusta en los libros que escribo, lo que hago es mostrar lo más asépticamente posible los hechos. Sí es verdad que se interpretan y se pueden dar calificativos más personales, pero intento ser aséptico. También contarlo con cierto humor. A mí no me gusta ni ser reivindicativo, ni complaciente, ni crítico. Me gusta un punto de visto humorístico [sobre esto ya hablaron, dentro del marco de la ficción, las protagonistas de Fácil], didáctico y divulgativo.
En cierto momento hablas del «estereotipo del mariquita». Así lo planteas, que es realmente la mentalidad de la época.
La mentalidad de la época y que todavía pervive. Es además muy descriptivo, ese tipo de hombre afeminado casi caricaturesco. Ahora se controla mucho más, pero ese «mariquita» era la forma en la que única vía para representar estos personajes en el pre-code.
¿Cuál crees que fue el mayor retroceso por culpa del código?
El retrato de ciertas mujeres que cogieron mucho auge en aquella época. Eran empresarias, tomaban la iniciativa amorosa, cosa que luego se retiraría… Eran madres solteras, vivían su sexualidad de forma abierta o incluso promiscuas sin ser castigadas. Eran chicas normales, tampoco el prototipo de chicas alejadas de la sociedad. Esto se paró por completo. Como el cine es muy influyente y en aquella época más, habría ayudado a que la mujer hubiese avanzado más rápido. En la sociedad, no en el cine. Porque esos prototipos calaban y reformaban las costumbres sociales. Cortar eso de raíz por treinta o cuarenta años fue lo más negativo.
Parte del atractivo del pre-code era esta naturalidad. ¿Qué crees que es lo más chocante de estas películas pre-code?
Hay muchas cosas chocantes que después no pudieron hacer. Esto de las mujeres o el descrédito de las instituciones. Hay guiños también al incesto o a la pederastia incluso. Aparte de a la homosexualidad, que después estaría completamente erradicado. También, pese a ser muy avanzadas en algunos aspectos, tienen mucho racismo. Tarzán, Fu Manchú… Cuando hablan de orientales o de negros, sobre todo.
También hay algo que no es que no se vea, pero sí menos, al menos en Hollywood. En muchas películas pre-code plantean cosas políticamente incorrectas sin juzgar a los personajes. Es decir, muchas plantean el hecho. Tienes un protagonista villano o mezquino (que hoy en día es más difícil) y no le juzgan. No dicen que sea bueno o malo, sino que plantean para que cada uno decida si es bueno o malo. Tú juzgas.
También tenemos que entender que son de su época, no debería haber una cancelación.
Así era la sociedad. Y como digo, había casos en los que había cosas positivas y logros. Luego, Estados Unidos era y es un país con muchos tintes racistas. Y muchas veces no es racismo sino clasismo lo que se ejerce con el desprecio a los negros, por ejemplo. En las películas de Tarzán, el desprecio a los negros quizá más que por raza es por clase. Es curioso.
Son fruto de su época y hay que verlas, contemplarlas. Habrá quien tenga ganas de censurarlas hoy en día y además te lo razonaría, pero evidentemente no hay que hacerlo. Hay que verlas, formar una opinión y, si quieres, criticar, pero no censurar.
Es un período único en Hollywood, pero muy desconocido. ¿Cómo fue el proceso de investigación?
Llevo investigando este cine como seis años. Este es un primer tomo, pero sacaré otro tomo para poder hablar de otras películas interesantes. Pero era un cine del que en general no había mucho conocimiento hace diez o veinte años. Además, porque los reestrenos eran cortados, mutilados. Y hoy en día no eran fáciles de ver ni en televisión, porque en canales de cine clásico no cuentan con ello. Quizá reponían las de los hermanos Marx, Greta Garbo, Marlene Dietrich… pero estas no tenían estrellas y no las ponían en televisión.
Se empezaron a recuperar a principios del siglo XXI y a hacer documentales. En España creo que este es el primer libro que lo trata, pero en Estados Unidos empezó a haber bibliografía y webs sobre ello.
El tema es interesante y muy chocante. Además del interés cinematográfico, tiene un interés social muy grande. No hace falta que te guste el cine para que te interese el tema. Actualmente es un campo del que hay muchas ganas para aprender.
Y llama la atención que sean tan modernas en algunos sentidos siendo tan antiguas.
Efectivamente. Ves cine de los años 50 y es más pacato que este cine de los 30, porque había temas que no se podían tratar, personajes imposibles y temas como adulterios, drogas o hijos ilegítimos. Aquí no se debía hacer en teoría por el código, pero se hizo por cuatro años. Eran cosas que te sorprenden la bestialidad de los argumentos. En Blood money, que no es muy conocida, la protagonista es una masoquista que busca hombres para que la peguen y ese es el argumento.