Entrevista a Francisco Schütte

“Mi materia está condicionada a la cotidianidad.”

Entrevista: Francisco Shüte

Ser un artista en el exilio implica encontrar nuevas formas de entender la realidad. Se desarrollan distintas maneras de crear que están sujetas a los materiales que nos brinda el entorno conocido y aquel que se está por conocer. Francisco Schütte es un joven artista que emigró a España tras las dificultades que se viven en su país natal, Venezuela. Desde ese aterrizaje, su trabajo artístico ha evolucionado, manteniendo siempre como principio la utilización de materiales reciclados que llevan consigo la marca de lo cotidiano. Transforma los elementos que consigue en obras que definen sus experiencias. Conversamos acerca de su creación y su última exposición en Madrid titulada Rojo.

¿Cómo ha sido tu formación artística?

Me considero un artista autodidacta, sin embargo, elegí la arquitectura como estudio profesional en Venezuela. Empecé a pintar siendo muy niño, fue mi vía de expresión tras la tartamudez que dificultaba mi comunicación.

Luego comencé la carrera y la escultura tocó mi puerta en 2010 con una primera exposición. Se puede decir que paralelamente a mis estudios fui desarrollando un lenguaje escultórico, hasta que me vine a Europa y retomé la pintura.

¿Cuál es la definición del trabajo artístico que te representa?

Mi trabajo artístico consiste en el espacio arquitectónico traducido a los sentimientos que han acompañado mis experiencias personales. Emigrar a Europa influyó en gran medida sobre la manera en que me enfrento a mi trabajo. Es el resultado del esfuerzo por entender una nueva sociedad.

Dejé mi taller en Venezuela, un lugar que había construido con mucho esfuerzo. Esto me hizo mutar a una obra más conceptual en la cual no involucrase materiales brutos difíciles de trabajar.

Shüte
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Al emigrar a Europa, ¿cómo ha evolucionado tu obra?

Ahora solo me dedico a la pintura. La vida como inmigrante ha cambiado mi formato y mi espacio. Me he mudado incontables veces en los últimos tres años. También he cambiado los materiales, en Venezuela hacía mis cuadros con cemento, asfalto, yeso y plásticos disueltos en gasolina para plastificar las obras.

Era la manera más económica para traducir las ideas en arte sin dejar de lado una simbología muy importante para mi que va atada a aquello que consigo en los lugares donde creo. Mi materia está condicionada a la cotidianidad.

Tengo entendido que utilizas material reciclado y elaboras tus propios lienzos, ¿cómo es el proceso de selección y desarrollo?

La obra que he desarrollado en Madrid, está hecha en dos formatos de bastidores, uno de 80 por 1 metro y otro de 1,20 por 2 metros. Consigo rollos de tela de 20 metros aproximadamente, luego voy recortándola, engrapando y estirando hasta tensar lo suficiente. En Barcelona desarmaba los muebles que tiraban en la calle y los intervenía con asfalto que rinde mucho con un poco de nafta.

Suelo ir a las tiendas de pintura y pido materiales que estén vencidos, que van a ser descartados o desechados. Al tenerlos enfrente, tengo un diálogo con la obra en el que tomo lo que voy a emplear y me enfrento al lienzo en blanco a modo expresivo. Las ideas que circulan y los sentimientos que afloran van saliendo en ese contacto en el que utilizo mis manos e instrumentos poco convencionales en la pintura y comunes en el día a día: tarjetas de banco, espátulas, palillos y materiales que tiran en los contenedores de las construcciones como nudos de sisal y vidrios rotos.

Francisco

¿Cuáles han sido las dificultades de traer tu propuesta a Madrid y Barcelona?

Considero que he tenido que adaptarme a nuevos códigos. Me he transformado en un artista autogestionado porque exponer mis obras corre por mi cuenta, quiere decir que no estoy sujeto a galerías o marchantes. Me ha resultado difícil darme a conocer y considero que un artista que no se muestra está muerto. En Barcelona descubrí la forma de alquilar mi trabajo, llevándolo a oficinas u hoteles donde se exponen y se suman al ambiente. Mi taller muchas veces es hacer live-paintings en asociaciones de cannabis, hoteles de lujo y bares con una onda más cultural. Otras veces simplemente pinto en los parques y lugares intersticiales de la ciudad.  

F Shüte

La última muestra de tu trabajo en Madrid fue roja, ¿por qué?

En la última exposición el rojo fue el color dominante porque representa “mi Madrid”. Yo vine a Madrid huyendo, no por elección. Ese proceso de soledad y apego a otra cultura, de búsqueda y encuentro, fue doloroso. El rojo, es un color que representa el peso de los sentimientos al percibir el contexto. Es una pátina, una asociación a cuando nos ponemos unas gafas rojas y observamos la realidad adulterada. Considero que es una metáfora de la manera en que veo Madrid, asociada a la nostalgia de un ideal perdido.

Francisco S

Hay un tránsito de figurativo a lo abstracto, que se manifiesta en las primeras obras, a lo estructurado de las últimas, ¿cómo se traduce esto con tu experiencia?

Parto de un momento visceral dónde nada controla la pintura, simplemente es una expresión muy pura de un sentimiento momentáneo. En mis primeros cuadros de esta muestra hay uno, por ejemplo, que representa mi corazón, una casa sobre pilares. Fue un proceso en el que empecé con blanco y negro, luego inundé el cuadro de rojo y aquella casa se desapareció entre las capas de pintura. Tomé una navaja y volví a tallarla para reencontrar aquel hogar, quién soy entre todo ese rojo.

Las últimas obras son más estructuradas porque los conceptos comienzan a tener un cierto orden con respecto a mi sentir, empiezo a ver y a entender las cosas desde otras perspectivas. Aquellas que me afectaban y necesitaba expresarlas visceralmente, ahora ya estaban categorizadas.

Casa Shüte