Chanel nos acerca a la gran pantalla en un viaje donde la moda y el cine fueron uno, un aire de innovación, capacidad y difusión para dar visibilidad a una revolución sin precedentes
El capítulo 28 cuenta la historia de la revolución de la imagen y el encanto femenino, un diálogo creativo continuo donde el cine y el camino de Gabrielle Chanel se cruzaron. Con tan solo diez años de diferencia entre los nacimientos de los protagonistas de esta historia, su destino estaba escrito.
Un papel único e innovador que supuso una revolución sin precedentes con imágenes puestas en movimiento, gracias a la llegada del cine, y la moda como coprotagonista. La diseñadora optó por su idea de liderar el movimiento para liberar el cuerpo y dar ritmo a la época a través de esta nueva forma de ver la vida, de vivir los momentos.
El cine era para la moda, una vía de impulso. La gran pantalla daba a la moda esa capacidad de difusión y visibilidad a un público más amplio, una revolución estaba llegando.
En 1931 Gabrielle Chanel será la encargada de vestir a las actrices de la nueva película del director Samuel Goldwyn. La botella del icónico perfume Nº5, también, como protagonista encargada de revelar y contextualizar el concepto general de lo que es Chanel, de sus diseños y de la identidad que representa. Así junto a los diseños y la creación de su propia esencia, Chanel hizo su primera aparición en la gran pantalla del cine americano.
Sin embargo, Hollywood no aceptó sus diseños, los veía simples. Gabrielle Chanel dejó de trabajar para Hollywood y más tarde, junto al joven cineasta Robert Bresson y su talento, hicieron un gran trabajo que recogía el dominio de la fotografía, la tela y el corte, captando así, la silueta de la mujer y la luz de la pantalla.
Después de este increíble trabajo, Gabrielle Chanel colaboró con directores franceses de diferentes formas, elaboró vestuario adaptado a todo tipo de mujeres. Además, creó un estilo femenino-masculino, con una pose que consistió en una mujer cuya mano estaba dentro de los bolsillos, lo que desencadenó en la última colaboración de la diseñadora con el cine de la preguerra, aquellas manos supondrían una pausa en la historía del cine y la moda, quizás, el mundo todavía no estaba preparado para ser participe de aquella pequeña muestra que indicaba que algo estaba cambiando.
En 1950 volvió la visión de la moda de Mademoiselle, el tan conocido traje Tweed, combinaba con la estética del cine emergente, una nueva ola francesa estaba llegando. Gabrielle Chanel tuvo esa capacidad de encarnar aquella modernidad atemporal, ahora sus diseños eran el deseo de cualquier vestuario.
“El año pasado de Marienbad”, una película del cineasta Alain Resnais fue el siguiente que realizó un encargo a Gabrielle Chanel, unas piezas de alta costura. Los diseños de Chanel evocaban infinitas personalidades y ya empezaban a ser los más deseados dentro y fuera de la pantalla.
Chanel, no solo alegraba los ojos de los que veían sus diseños sino, también, la mente. Joyas, perlas, zapatos bicolor, bolsos acolchados y, sin duda, el Nº5 eran, desde aquel entonces, básicos para el cine de la época.
Gabrielle Chanel ha sido la protagonista desde la edad de oro hasta la ola francesa y el cine de vanguardia, este último, signo de modernidad. El estilo Chanel ha quedado grabado en la mente de muchos, por su elegancia, reconocimiento y trabajo, una historia recogida en la nueva entrega: el capítulo 28, «Chanel y el cine».