La exposición Beyond the Single Image, que recrea la historia más reciente y los cambios más dramáticos de España y Portugal a través de los fondos de Foto Colectania, prueba que la fotografía no es estática ni unívoca. Reacciona y lo hace al contacto con otras imágenes con las que establece hilos de significado invisibles, sí, y evidentes, también. Lo descubrimos al habla con el comisario de esta muestra, Carles Guerra, que se podrá ver hasta finales de abril de 2025 en The Margulies Collection at the Warehouse, Miami.
Por Pilar Gómez Rodríguez
Una de las viejas lecciones en las facultades de periodismo consistía en hacer contar al alumnado una historia, una noticia, de manera que hasta un extraterrestre que acabara de llegar a la Tierra pudiera comprender bien de qué se trataba. Sometemos a la exposición Beyond the Single Image —150 fotografías de autores españoles y portugueses de la Colección Foto Colectania— al escrutinio de nuestro supuesto alienígena. ¿Qué conclusiones sacaría sobre la península ibérica? “Que se trata de un lugar salvaje, indómito y que hace alarde de una creatividad de masa espectacularmente rica y productiva”, responde su comisario Carles Guerra. Y matiza: “Sin embargo, también se podría inferir que se trata de una sociedad movilizada hasta la médula, de modo que hasta el paisaje es objeto de transformaciones que se desarrollan en paralelo a los ciclos políticos. En definitiva, un lugar en el que la historia de la fotografía ha tropezado con unos cambios insospechados. Y que como en tantas otras latitudes, la fotografía ha pasado de comportarse siguiendo un paradigma extractivista, que miraba la calle como una mina de instantáneas y acontecimientos, a actuar como un útil político mediante el cual colabora con aquellos colectivos cuya existencia está marcada por la precariedad. Cualquiera que mire esta selección de la Colección Foto Colectania verá que se trata de una sociedad inmersa en dinámicas de cambio constante”.
¿Cómo representar ese cambio si las imágenes no cambian? Aunque habría mucho que decir sobre si las imágenes cambian o no, pues a veces parece que cambian según la mirada de quién observa.
Debemos ser conscientes de que la fotografía no mantiene su significado indemne. Al contrario, ese significado sufre variaciones con el tiempo. Lo que vemos en una fotografía, aunque ésta se mantenga intacta, varía entre generación y generación. Nunca veremos lo mismo. Entonces, lo mejor que nos puede ocurrir es que ese proceso no sea ajeno a nuestra propia consciencia sobre esa fotografía, e incluso a nuestra voluntad cuando individualmente o colectivamente decidimos cambiar el valor de una imagen y lo que ella encarna. Cuando exponemos el retrato que Ramón Masats hizo a Franco en 1963 esperamos que efectivamente se active esta diferencia en el tratamiento y acercamiento a la imagen. Esa foto me permite decir que los iconos de la autoridad tienen sus días contados, y con ello el abuso de poder que comportan. Por eso, ese retrato de Franco está junto a imágenes en las que la sociedad civil española despierta de la pesadilla del fascismo y descubre las lógicas de un nuevo régimen político. Ese Franco que mostraba la fotografía de 1963, así como la gobernanza que imponía, fueron derrotados por las acciones y los gestos que muestran las otras fotografías expuestas en ese bloque.
Vamos a los datos. The Margulies Collection at the Warehouse, una institución artística ubicada en un almacén reacondicionado en el distrito artístico de Wynwood, en Miami, expone hasta finales de abril de 2025 la muestra ya mencionada Beyond the Single Image, con fondos de la Colección Foto Colectania. ¿Puede explicar la estructura de la misma?
La presentación de la Colección Foto Colectania en Miami incluye 150 fotografías de 30 fotógrafos y fotógrafas, organizadas en veinte secuencias y diez bloques. Cada bloque alude a un tema propio de la historia de la fotografía o bien de la historia reciente de España. En realidad son temas que aluden a un doble proceso de modernización, el que afecta a la fotografía y el que atraviesa la historia de España desde mediados del siglo XX. Las relaciones que emergen al reunir fotografías de diversos autores nos brindan percepciones insólitas que no es posible encontrar en una sola imagen. Cuestiones como la hegemonía de la mirada masculina en la fotografía de calle que supuestamente observaba sin constricciones, las coreografías humanas que allí emergen y su papel en las luchas civiles, la complicidad de la fotografía en los procesos extractivistas, la controvertida imagen de la llamada Transición democrática española o las nuevas formas de empatía social que la fotografía puede desplegar ante colectivos precarios, todos esos temas están entre los diez bloques que ilustran los fondos de la Colección Foto Colectania. Sin embargo, estos temas no brotan espontáneamente. La selección y colocación de las fotografías se ha hecho a propósito, para reforzar estas lecturas que conviven con los significados locales de cada una de las imágenes.
¿De qué selección se encuentra usted particularmente orgulloso?
El vínculo que se crea entre una fotografía de Xavier Miserachs, Carrer Pelai (1961), y las instantáneas de Jordi Esteva tomadas durante la celebración de ritos de posesión y trance me parece el ejercicio más arriesgado y por eso el más interesante para entender hasta dónde puede llegar la fotografía. Esa conexión entre el inconsciente urbano del hombre que avanza por una calle de Barcelona y las personas que se someten a ritos de posesión en distintos lugares del continente africano me invita a cuestionar la inconmensurabilidad con la que a menudo tratamos esos dos extremos. Por un lado, la fotografía conecta lugares remotos, pero por el otro expropia experiencias y las equipara con no importa qué otro suceso.
Ese bloque se completa con imágenes de Cristina García Rodero y Ricard Terré que acudieron a testimoniar fiestas populares y ritos en una España rural marcada por la superstición. Y por si esto fuera poco, esta reflexión sobre lo que puede ser relacionado y lo que no, la completa una celebrada serie de Cristina de Middel, Afronautas (2012). Con esas imágenes, De Middel ironiza sobre la exclusión de cualquier atisbo de modernidad que sistemáticamente proyectamos sobre el continente africano. La idea era romper con esas delimitaciones que impiden ver Europa en África y viceversa.
Así, el visitante puede continuar con sus asociaciones, participando muy activamente del contenido. ¿Es lo que se buscaba?
Por supuesto, todo lo que acabo de explicar no persigue un significado o relato cerrado. Al contrario, idealmente sería como decir que la colección se ha convertido en el aparato que sustituye a la cámara fotográfica. La colección expuesta de este modo sigue produciendo nuevas imágenes que no existían antes. Además, la naturaleza de esas nuevas imágenes no requiere fijarlas como ocurre con las fotografías. Existirán en la medida que las visitantes les den crédito. En cierto modo, ese sistema de relaciones horizontales con las veinte secuencias y de conexiones verticales en cada uno de los diez bloques se acerca a un dispositivo pedagógico en el que la visitante descubre vínculos. Pero eso solo ocurre si pone en práctica una voluntad explícita de hacerlo o una motivación que la lleva a activar esas historias latentes, y que solo al juntar las imágenes se hacen evidentes.
¿Qué significa este viaje, esta ubicación, esta exposición en The Margulies Collection at the Warehouse para esta colección?
En un momento en que los relatos globales tienden a simplificar las diferencias, esta selección de la Colección Foto Colectania pone a prueba cómo explicar y mostrar la complejidad de un país durante la mitad del siglo XX. Dentro de esa historia se registran imágenes y hechos que las narrativas sobre el pasado ni siquiera han evocado. Y mucho menos las narrativas globales. Por eso, el carácter más destacado de esta selección es la diferencia radical y genuina que los fotógrafos y fotógrafas españoles interiorizaron al viajar por España. Sin embargo, eso está enlazado con un proceso de modernización que afectó no solo al país y a sus ciudadanos, sino también a la práctica fotográfica.
Creo que Beyond the Single Image es una oportunidad para llegar a entender la radicalidad de la fotografía y sus conexiones con la sociedad civil que protagoniza los cambios sociales y políticos. La Fundación Foto Colectania es un buen ejemplo sobre cómo entender las misiones múltiples de una colección de imágenes, entre cuyos objetivos no se encuentra únicamente el de preservar un legado artístico, sino el de articular un sentido de la historia contemporánea más audaz y comprometido políticamente.
La muestra aglutina fotos y autores de España y Portugal. ¿Se evidencian más las diferencias o las coincidencias entre ambos países?
La de Portugal y España es una historia de desencuentros, a pesar de su proximidad y extremada sincronía en la evolución política y social de sus respectivos gobiernos. Las imágenes lo atestiguan, de modo que las instantáneas de España servirían para ilustrar la historia portuguesa y viceversa. Ese es uno de los efectos anómalos de la fotografía que, en este caso, no defrauda la realidad. Dicho esto, la colección no preserva el mismo número de fotógrafos y fotógrafas españoles que portugueses. La fotografía portuguesa aún merecería más atención.
¿Cuál es la mayor dificultad que ha encontrado a la hora de manejar y organizar tanto material?
Quieras o no, cuando te zambulles en una colección de este tipo aspiras a extraer una representatividad equilibrada. Sin embargo, te das cuenta que los equilibrios de género que no puedes satisfacer dando voz al mismo número de fotógrafos que fotógrafas debes corregirlo con la tematización de la mirada masculina que contaminó la fotografía de calle, por ejemplo. O que para hacer significativa la fotografía de paisaje debes arrastrarla a los debates del presente y separarla de las intenciones originales, porque justamente aquellas intenciones ocultaron los efectos posteriores de esa tipología de paisaje y de la concepción de la fotografía que se asociaba con aquella forma de trabajar. Así que pronto me di cuenta de que la mejor manera de traer la colección al presente sería poniendo en práctica una lectura a contrapelo. Desconfiar de las imágenes fue la manera y el método que me permitió encontrar un principio organizativo. Pero inmediatamente después tuve que invertir horas y horas revisando las carpetas de cada fotógrafo o fotógrafa, primero en la plataforma digital y después a través de las copias extraordinarias que conserva la colección y que pueden llegar a ser obras de arte excepcionales. Así pues, no solo debía considerar qué imágenes escogíamos, sino qué versión de ellas y con qué soporte las mostrábamos en la exposición.
Para finalizar, ¿qué tres instantáneas ilustran mejor ese “cómo hemos cambiado” que late en la muestra?
Para mí, una de las imágenes que encierra mayor potencial es esa vista de La Diagonal tomada en 1979 por Manolo Laguillo. Muestra la avenida antes de convertirse en un trazado urbano y asfaltado, plagado de charcos y barro. A mi entender, es el monumento idóneo para emblematizar una serie de cambios que tuvieron lugar alrededor de 1979 cuando surge el municipalismo en Barcelona y en el resto de las ciudades españolas. El potencial que evoca es el contenido en la reforma urbana como catalizadora de nuevas formas de gobernanza. La foto nos muestra ese proceso de enorme importancia a través no de los resultados con una flamante avenida recién inaugurada, sino del punto de inflexión, antes de que todo cambie.
Otra fotografía que me fascina desde una óptica política es el tratamiento que Laia Abril concede a jóvenes mujeres de origen polaco que han vivido el trauma del aborto. Con On Abortion (2016),la autora consigue que la fotografía se desligue de su mirada compasiva y construya un sujeto político a partir de los retratos de estas jóvenes. Sin apenas modificar una estética fotográfica objetiva y neutra que recurre al blanco y negro más sobrio, Laia Abril anuncia el cambio más importante en la historia de la fotografía moderna: dejar de capturar las imágenes de lo que se detiene frente a la cámara para pasar a colaborar con todas aquellas entidades y personas que antes eran objeto de una mirada de corte extraccionista. A partir de este punto la fotografía adquiere la capacidad de trabajar, codo con codo, con esas ciudadanas en favor de un reconocimiento que las leyes de su país no les conceden.
Finalmente, no puedo sacarme de la cabeza la instantánea que abre el libro Barcelona en blanco y negro (1962) de Xavier Miserachs. Ese hombre semi desfigurado que avanza por la calle Pelayo de Barcelona encierra las transiciones múltiples e inestabilidad que marcan la existencia urbana, a pesar de las muchas impresiones que dicen lo contrario. Esa foto está sacada de la corriente humana que inunda la calle e instalada en el cambio eterno que no permite atisbar una forma nítida como debería ser el perfil y contorno de este hombre que se acerca cada vez más al objetivo de la cámara.