El 16 de julio llega a los cines Una Canción Irlandesa, la adaptación a la gran pantalla del musical Outside Mullingar. A través de la historia de amor de Anthony y Rosemary, encarnados por Jamie Dornan y Emily Blunt, el filme muestra la belleza de la naturaleza irlandesa y un ambiente rural que recuerda en ciertos momentos al de España.
La película ha sido dirigida por el ganador de un Oscar, un Pulitzer y un premio Tony, John Patrick Shanley. Tras trabajar en 2008 con Meryl Streep en La duda, regresa para trasladar al público los paisajes de una Irlanda rural que enmarcan la historia de dos familias y sus granjas vecinas. Aunque la crítica ha calificado el guion de Una Canción Irlandesa como artificioso, quizá por la influencia teatral que se percibe en las actuaciones de los protagonistas, e inverosímil, no deberíamos apresurarnos a sentenciar esta obra como una mala película.
La película ha sido dirigida por el ganador de un Oscar, un Pulitzer y un premio Tony, John Patrick Shanley. Tras trabajar en 2008 con Meryl Streep en La duda, regresa para trasladar al público los paisajes de una Irlanda rural que enmarcan la historia de dos familias y sus granjas vecinas. Aunque la crítica ha calificado el guion de Una Canción Irlandesa como artificioso, quizá por la influencia teatral que se percibe en las actuaciones de los protagonistas, e inverosímil, no deberíamos apresurarnos a sentenciar esta obra como una mala película.
Al menos, no como una que el público vaya a odiar. La película encaja sin duda con el adjetivo extraño, pero sería más adecuado calificarla de bizarra. No es solo rara, es arriesgada y valiente. Si el espectador está dispuesto a dejarse sorprender, a entrar al cine sin ninguna idea preconcebida y no emite su criterio hasta que los créditos se abran paso en la pantalla, probablemente se dé cuenta de que ha disfrutado de la obra.
Una Canción Irlandesa cuenta con un argumento que roza ligeramente lo surrealista pero que consigue encandilar al público al combinarlo con las actuaciones de Emily Blunt y Jamie Dornan. Sus personajes están en la misma línea que el resto del filme, una actuación muy teatralizada para representar a unos jóvenes granjeros que, si bien se caracterizan por unas actitudes excéntricas, consiguen ganarse el corazón de cualquiera.
La magia de Irlanda y de su naturaleza son un regalo para la vista del espectador, que inunda la sala de cine con unas carcajadas incontenibles ante la comicidad inesperada de ciertas escenas. Pero, no se equivoquen, porque John Patrick también emocionará a la audiencia con las relaciones familiares, la historia de un hogar y la ternura que transmite el ambiente rural.
Por todo ello, quizá merezca la pena ver esta simpática película plagada de sorpresas y con un argumento que, a pesar de su inverisimilitud, no recurre al deux ex machina sino que ata todos los cabos sueltos que ha ido incluyendo a lo largo de la historia. Aunque solo sea por escuchar los encantadores acentos de los actores en la versión original, Una Canción Irlandesa está esperando ser descubierta.