Es tan fugaz como un soplido. Ese instante anual, concedido mientras se prende la mecha, para desear un secreto sellado por el humo de una vela. Ese aroma que convierte un pastel, en una tarta de cumpleaños. “Consiste en una alquimia de las emociones, necesaria para conectar con el inconsciente”, me explica Tiziana Terenzi mientras sostiene un frasco de perfume al lado de su hermano Paolo.
“Sucede cuando te dejas llevar por las emociones líquidas y la belleza. Lo mejor es invertir en disfrutar la vida”, completa él. A ambos les atraviesa un espíritu cultivado, a la par que supersticioso, con un nexo de unión casi totémico. Crecer entre esencias cereras y muestras de colores ha creado en el dúo un vínculo muy arraigado en la sinestesia. Algo que se hace evidente durante mi primera visita a las instalaciones dedicadas a su firma de fragancias de autor, ‘Tiziana Terenzi’.
“No queríamos encajar en el mercado habitual o crear otra marca de lujo, sino elevar la calidad del humo de las velas a la de los perfumes, a la de los artistas”. Una nueva perspectiva de mirar el oficio que han heredado de su padre Evelino, fundador del Palazzo delle Candele, de donde proceden casi todas esas velas de cumpleaños.
Un Palazzo del que emana perfume
La Cerería Terenzi es un Palazzo levantado poco a poco, en algún lugar entre Rimini y Cattolica (Italia). Al principio, solo eran 16 m², los que abarcaba la habitación de un joven creativo, Evelino Terenzi. El cual se había hecho con todas las habilidades propias del tópico del artesano italiano, vivo desde Da Vinci: un artista-ingeniero atravesado por la genialidad de ideas tan sensibles como mecanizadas.
Las visiones de Evelino en aquella década de los 60, además, poseían un bonito aroma. Muy distinto al del alquitrán cuando se quema, un olor al que estaba altamente acostumbrado por la Cerería que regentaba su familia. Si, hasta entonces, la fundición de la cera se había realizado en calderas de vapor con efectos contaminantes, Terenzi diseñó un sistema que fuese hidráulico y ahorrase energía para implantarlo en su propia empresa, la Cerería Evelino. La primera fábrica de velas que introdujo las materias primas de uso alimentario
“Lo importante es saber que estamos creando para el bienestar de las personas y del planeta que nos alberga”. Por eso, explican, cinco aromas –Arethusa, Gold Rose Oudh, Kirkè, Lillipur, Mediterranean–han sido los necesarios para que sintiesen completo el proyecto de velas perfumadas para el que llevan años investigando.
En mi segunda visita tengo la oportunidad de aprender a fabricar algunas de ellas. Un proceso complicado por la delicadeza de la especial mecha de madera que poseen y los recipientes dorados con tapa que las albergan.
Al reproducir el crepitar de la chimenea, la degustación visual y sonora se completa con otra experiencia sensorial: la olfativa. Durante la combustión, la tecnología de las Air Therapy libera vapor aportando humedad aromática al ambiente y aportando equilibrio.