
Schiaparelli deslumbra una vez más con su colección prêt-à-porter Primavera-Verano 2025, una propuesta audaz, sofisticada y profundamente innovadora que transforma la moda de noche en una verdadera obra de arte. Bajo la dirección creativa de Daniel Roseberry, la Maison reinventa el concepto de los vestidos de fiesta con diseños que celebran la sensualidad, el arte y la maestría artesanal. Tejidos laminados en turquesa o nude, drapeados escultóricos, bordados a mano, y cortes provocativos como el icónico Keyhole convierten cada pieza en un manifiesto de elegancia sin concesiones. Esta colección no solo marca tendencia, impone una nueva narrativa sobre cómo se viste y se vive la noche.
La propuesta parte de una premisa clara: transformar el cuerpo en protagonista absoluto.
Las siluetas, que se ajustan como una segunda piel, responden con naturalidad a cada movimiento, creando un diálogo entre forma y fluidez. Los vestidos en punto laminado, ya sea en tonos aguamarina o piel, abrazan el cuerpo con precisión quirúrgica, generando una estética que combina modernidad y sensualidad sin recurrir al exceso. Los cortes estratégicos, lejos de ser gratuitos, aportan profundidad visual y dinamismo, insinuando en lugar de exponer.
Una constante en esta entrega es el dominio del contraste. Las piezas que alternan el blanco crudo con negro profundo no solo juegan con el color, sino también con el ritmo visual del conjunto. El plisado se convierte en recurso de expresión, capaz de aportar volumen sin peso y estructura sin rigidez. Cada pliegue parece responder a una intención específica, como si el diseño hubiera sido esculpido directamente sobre el cuerpo.



El vínculo con el arte es evidente en los bordados minuciosos que cubren algunas de las mallas más espectaculares. Estas superficies, repletas de lentejuelas pintadas a mano, evocan jardines imaginarios sacados de lienzos renacentistas. La inspiración pictórica no se limita al motivo floral; también se manifiesta en la paleta de colores, en la luz que emiten las texturas, y en el trabajo artesanal que convierte cada prenda en un objeto único. Esta fusión entre moda y arte no es decorativa: es fundamental en el relato que se propone.
El enfoque estructural se refuerza con piezas que incorporan elementos inesperados, como collares que actúan como sujeción en lugar de tirantes. Estos detalles redefinen la noción de joyería funcional, aportando una nueva lectura al modo en que se construye un vestido. Lejos de ser accesorios, estos componentes se integran al diseño como piezas esenciales, aportando equilibrio entre ornamento y arquitectura.
Otro de los recursos que destaca en esta propuesta es el uso de telas de origen natural, como la seda tussah, trabajada con drapeados asimétricos que dejan ver la piel de forma sugerente y calculada. En un tono azul vibrante, esta materia prima adquiere una dimensión escultural que desborda energía. La piel aparece y desaparece al compás del movimiento, creando momentos de sorpresa en cada paso.
El juego de opacidad y transparencia también cobra protagonismo en vestidos compuestos por malla y tejido de punto, donde la superposición de materiales genera un efecto casi cinematográfico. Algunas zonas cubren, otras revelan, y esa dualidad se convierte en metáfora de la noche: un espacio donde lo visible y lo oculto conviven en equilibrio.
Lo más destacable de esta entrega es su capacidad de proponer una estética nocturna que no se limita a los códigos tradicionales del glamour. Aquí no hay vestidos pensados para pasar desapercibidos. Cada look transmite intención, carácter y una apuesta por el riesgo calculado. La mujer que los lleva no solo está vestida para una ocasión: está afirmando una visión.

Con este nuevo capítulo, la firma continúa su evolución sin renunciar a sus raíces. El legado de audacia y experimentación se mantiene intacto, pero se proyecta hacia el futuro con materiales del presente, técnicas depuradas y una narrativa que desafía lo convencional. La noche, bajo esta perspectiva, deja de ser un momento del día para convertirse en un escenario donde el estilo se expresa sin temor.