La búsqueda que no cesa
La versión más habitual de su currículum la recuerda como creadora de piezas inclasificables entre el teatro, la danza y la performance, pero Pina Bausch fue también una creadora de imágenes y de sentimientos de alto voltaje expresivo. Lo demuestra este paseo fotográfico por algunas de sus obras. Lo damos de la mano de Bettina Wagner-Bergelt, directora del Tanztheater Wuppertal Pina Bausch, que recuerda su figura y la importancia de su legado.
Levantar un mundo nuevo
Logró lo que quería con el coro y la música, con sus bailarines, con la escenografía, el vestuario… Para todos los elementos de la danza, Pina Bausch tenía propuestas nuevas que poner en marcha. Una tarea ardua que incluía elementos naturales (tierra, agua, flores) en el escenario; vestuario mínimo, batas, pijamas, siempre alejado de la indumentaria tradicional del ballet y que ponía en entredicho la cuestión del género; movimientos o comportamientos habituales, no asociados con la danza, cuya repetición revelaba relaciones de poder, invocaba la ternura, restauraba la sorpresa…
Nada en el mundo se parecía a la revolución escenográfica, coreográfica y artística que estaba llevando a cabo esa mujer menuda desde aquella ciudad alemana donde un día el teatro de la ópera alojaría su compañía y llevaría su nombre.
Para Wuppertal y sus habitantes tenía estas palabras: “Es una coincidencia especial y hermosa que haya estado viviendo y trabajando en Wuppertal durante más de treinta años. En una ciudad que conozco desde mi infancia. Me gusta estar en ella, porque es una ciudad de todos los días, no de domingo. Nuestra sala de ensayo es el ‘Lichtburg’, un antiguo cine de los años cincuenta. Cuando entro allí, paso por una parada de autobús y veo casi a diario a muchas personas que están muy cansadas y tristes. Y estos sentimientos también están plasmados en nuestras piezas”.