Ninguna modalidad de la creatividad humana es tan capaz como la arquitectura de afectar nuestra vida cotidiana y generar sinergias y nuevas formas de relacionarnos englobando disciplinas e, incluso de empujando a la técnica para ayudarnos a imaginar un mundo mejor. PAT., estudio italiano multipremiado, formado por un triunvirato de apasionados de la arquitectura (Jacopo Testa, Andrea Veglia y Benedetta Veglia) acaba de lograr el encargo de renovación Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea de Turín. Conciben su disciplina de una forma integral con el objetivo de crear edificios sostenibles que ofrezcan el mayor bienestar: descarbonizar, reducir, mejorar.
Por Íñigo de Amescua
¿Cómo abordáis desde PAT. Design vuestros proyectos?
Si tenemos que diseñar un edificio nuevo, empezamos, antes que nada, con un análisis del emplazamiento. El primer boceto que realizamos no nace de un momento poético o místico. Es un esquema que incluye el recorrido del sol, los vientos dominantes, las mejores vistas, los accesos por carretera, los árboles, las rocas o cualquier otro elemento natural si el edificio está enclavado en el paisaje, así como tiendas, estaciones de autobuses, bares, el entorno urbano… Intentamos pasar mucho tiempo in situ, escuchar lo que nos sugiere y conversar con el cliente para asegurarnos de que tenemos el programa, el presupuesto y los objetivos claros, empezamos por lo básico. Estamos convencidos de que el edificio más adecuado para ese lugar ya está ahí, sólo tenemos que facilitar que salga a la luz. Debemos identificarlo como una energía ya generada para tratar de reactivarlo y hacerlo funcionar para un nuevo cliente o uso determinado.
Siempre decimos que queremos hacer obras sostenibles basadas en el uso eficaz de los materiales y los recursos energéticos. No nos gusta derrochar, forma parte de nuestra cultura. Pero tampoco somos unos cicateros ¡Aspiramos a mejorar el espacio y hacer feliz a la gente!


¿Qué os motiva más como arquitectos?
Nuestro objetivo final es mejorar la vida de las personas: generar espacios bellos y funcionales donde la vida pueda prosperar. Esta aspiración implica, por supuesto, no dañar el medio ambiente, de ahí nuestra atención al ciclo de vida de los edificios y a su impacto global. Contemplar en primera línea cómo una obra va plasmándose desde el boceto inicial hasta el momento en que se hace realidad es algo mágico. No hay dos proyectos iguales: a veces el proceso es fluido, pero en la mayoría de las ocasiones es un camino salpicado de obstáculos y frustraciones. Dicho esto, pienso que si consigues ser fiel a tus ideales, al final la recompensa es toda tuya.
¿Cómo enfocáis la arquitectura como disciplina integradora?
No concebimos la arquitectura como la obra de un genio solitario: es mucho más parecido a dirigir una orquesta. Es un esfuerzo de colaboración que debe coordinarse. En un proyecto como los nuestros intervienen muchas personas: clientes, ingenieros, todo tipo de especialistas. Intentamos reunirlos y sumar esfuerzos en torno a una mesa al principio de cualquier proyecto. Planteamos muchas preguntas y valoramos sus ideas. El papel del arquitecto es sintetizar todas esas aportaciones en un todo coherente. Confiamos en el proceso. Enzo Ferrari solía decir que podía saber si un motor era bueno porque cuando por fin se construía era algo bello. Estamos en la misma línea.

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