Con París como punto de partida, Chanel cuenta en su colección con Paris-Biarritz, Paris-Deauville, Paris-Venise, Paris-Édimbourg y Paris-Paris.
LA INSPIRACIÓN
En 1924, Gabrielle Chanel descubre Escocia gracia sal Duque de Westminster, hombre con el que mantiene una relación hasta 1930. Mademoiselle repone fuerzas en su casa en Highlands, una región salvaje y montañosa con lagos cristalinos y bosques rocosos.
Paris-Édimbourg se apodera del frescor aromático de esas tierras en una fragancia amanerada que recuerda a los recuerdos y paz de los placeres de aquellas llanuras de Escocia. Con sus notas frescas y con los efectos terrosos y ahumados.
PARIS-ÉDIMBOURG
Este perfume de la Maison es un agua amanerada y aromática, una inmersión en la salvaje campiña escocesa con su frescor abrumador.
Además de contar con las notas de enebro y ciprés, va acompañada de tonalidades cálidas como la madera de cedro y el vetiver, toques de turba y humo.
Se trata de un perfume misterioso, caracterizado por su equilibrio entre frescor y oscuridad, constituyendo un agua viva.
Cada Eau es un viaje, un recuerdo de los lugares más fuertemente vinculados a la marca. Son perfumes aparentemente sencillos pero muestran su complejidad. Encajan con la naturalidad de los perfumes de la Casa desde que nació Chanel No5 en 1921.
El frasco tiene una forma redondeada que se adapta a la palma de la mano, y un estuche con un diseño limpio y depurado. LES EAUX DE CHANEL ofrecen un perfumado amplio, proporcionando una sensación de frescor, tan presente como recordar un viaje.