Madrid se recorre con los pies; pero también con el olfato y se lleva en la piel. Desde 2021, Loewe invita a explorar la ciudad a través de una colección de perfumes, Un Paseo por Madrid, que captura la esencia de sus rincones más emblemáticos y entrañables. En 2025, con Casa de Campo, la marca añade un nuevo destino a esta ruta singular.
Por Carmen Lanchares
Que el apellido Loewe sea de origen germánico no debería despistar ya a nadie: esta firma es, por derecho propio, madrileña de pura cepa. Su historia comenzó hace más de 175 años, cuando Enrique Loewe Roessberg, un joven artesano alemán enamorado de España, decidió establecer su taller de marroquinería en pleno corazón de la capital. Desde entonces, Loewe ha sido testigo y protagonista de la transformación de Madrid, convirtiéndose en un referente de la artesanía y el lujo españoles dentro y fuera de nuestras fronteras.
De los históricos talleres de la calle Lobo a la icónica tienda de Gran Vía, Loewe es tan madrileño como el cielo de la ciudad. En 2021, ese vínculo emocional con la capital se materializó en una exclusiva colección de perfumes: Un Paseo por Madrid. Cada fragancia es un tributo olfativo a la ciudad, una invitación a perderse por sus calles y redescubrir su historia a través de los sentidos, evocando lugares como la majestuosa fuente de Cibeles, el Templo de Debod o el antiguo Mayrit. Ahora, ese recorrido incorpora una nueva parada: Casa de Campo, un homenaje inesperado a este espacio de esparcimiento para los madrileños.


Casa de Campo: naturaleza e historia convertidas en perfume
La incorporación de Casa de Campo a esta colección puede sorprender a quienes esperaban otros lugares más renombrados o cosmopolitas. Sin embargo, este inmenso pulmón verde, que atesora siglos de historia y supera en extensión a los famosos Hyde Park, en Londres, y Central Park, de Nueva York, bien merece un perfume. Creada por Felipe II como coto de caza y recreo para la familia real en el siglo XVI, la finca mantuvo ese estatus en los siglos XVII y XVIII. También tuvo usos agrícolas y ganaderos, y en 1931, con la llegada de la Segunda República, la Casa de Campo fue cedida al Ayuntamiento de Madrid y abierta al público. En la Guerra Civil, fue uno de los principales escenarios de combate en la capital, sufriendo grandes daños. Tras la contienda, el parque fue restaurado y repoblado, convirtiéndose en lo que es hoy: un espacio de conexión entre la ciudad y la naturaleza.
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