Michal Rovner

Radiografía de la condición humana. Michal Rovner 

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Los días de Michal Rovner comienzan muy temprano. Cuando se despierta en su granja del valle de Ayalon en Israel camina hasta los árboles, recolecta las manzanas o higos que hayan madurado lo suficiente y, antes de volver a su estudio para pasar allí el grueso del día, observa y dialoga con la añoranza del paisaje que ya no existe. “En mi relación con la realidad siempre parto de ella: la registro y luego busco algo más allá de los detalles del lugar y el tiempo”, explica a esta revista la imprescindible artista de 64 años.

A través del vídeo, la fotografía, la instalación o la escultura, Rovner presume de una obra imprescindible que ha dado pie a más de setenta exposiciones a lo largo y ancho del mundo desde antes de que la galería Pace la invitara a unirse a su catálogo hace casi dos décadas para maximizar su proyección e influencia. El espacio, la memoria y la condición humana son algunos de los ejes argumentales de un trabajo que, en 2022, se ha adaptado a los nuevos desafíos –cambio climático, pandemia, digitalización– que supeditan nuestra existencia y que la artista de Tel Aviv analiza durante las siguientes líneas. 

Dijiste en una entrevista en 2016 que el mundo estaba en un declive muy serio. Viendo el transcurso de los últimos tiempos, ¿te reafirmas en tu apreciación?

¡Absolutamente! Me refiero a las cuatro situaciones graves con las que se ha enfrentado el mundo durante los últimos tres años. Dos de ellas estaban ya ahí antes y me vinculé a ellas en su momento. Por ejemplo, la crisis de los refugiados que fue a peor. En cuanto a la crisis climática, aunque ya era una realidad, todavía podías todavía mirar para otro lado, pero ahora vuelve a brotar con inundaciones e incendios de una escala alarmante. Y luego llegó el Covid, que angustió y paralizó al mundo, que nos sigue preocupando, y la violenta guerra que está teniendo lugar en Europa actualmente.

¿Has llegado a alguna conclusión sobre la naturaleza de la condición humana tras tantos años de trabajo?

La condición humana es, y siempre ha sido, delicada y hasta frágil y quebradiza. Al mismo tiempo, atesora en su ADN un elemento de continuidad y durabilidad. La humanidad posee la capacidad de crear cosas importantes y grandiosas, pero también de emprender un camino de destrucción y devastación. La línea entre ambas puede ser muy fina.

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