Sonata y redención Melody Gardot y Philippe Powell
Pocos cantautores de éxito han empezado su carrera como resultado de un traumatismo craneal. En el caso de Melody Gardot, que fue atropellada cuando paseaba en bicicleta antes de cumplir los veinte, el hilo conductor entre ambos fue la terapia musical, que su neurólogo le recomendó para superar las secuelas cognitivas y emocionales del accidente.
Su cama de hospital pasó de ser su infierno a su refugio, y el resultado quedó plasmado en Worrisome Heart (2006), un disco en el que la impotencia, la melancolía y la lucha se daban la mano y que, por segunda vez en dos años, dio un giro drástico a su vida. Ahora presenta Entre eux deux, su sexto álbum de estudio, un trabajo a cuatro manos con Philippe Powell que la trae de gira a España este verano. Hablamos con ella de referentes, encrucijadas, superación, melomanía and all that jazz.
Tu historia es ejemplar, ya que convertiste una fatalidad del destino en una bendición que dio un vuelco a tu vida. ¿Alguna vez pensaste durante esa durísima etapa que la terapia musical iba a ser el inicio de un nuevo estilo de vida?
Gracias por tus palabras. Es un honor que lo que he hecho con mi vida pueda ser ejemplar para otras personas. Pero no hace falta ser extraordinario para ser un buen ejemplo: en mi familia hay mujeres fantásticas de las que nadie ha oído hablar jamás.
Para mí puede llegar a ser abrumador, pero es una responsabilidad, una suerte y una bendición. Y no, jamás imaginé que aquello me llevaría a desarrollar una carrera en la música; no había la menor intención ni ambición por mi parte y tampoco buscaba el reconocimiento de nadie. Cuando estás física y mentalmente paralizada en una cama de hospital, la terapia musical sirve para reconstruir tus recuerdos y restaurar las funciones neurológicas. Su eficacia nos sorprendió a todos.
Poco a poco esa rutina se convirtió en una especie de diario, pero nunca pensé más tarde mucha gente se identificaría con mis pensamientos, mis altibajos, con el sinfín de escenarios que atravesaba mi mente. Es muy emocionante ver que tus palabras y sentimientos emocionan, aunque supongo que ese es el sentido de componer canciones. Pero nunca pensé que mi punto de vista en particular generaría vínculos tan fuertes. Anoche estuve en Estocolmo y al terminar el concierto se me acercó una chica de unos 25 años y me dijo que escuchaba mis discos desde su adolescencia y que la ayudaban mucho en los momentos difíciles.
Cuando alguien te dice algo así se crea una conexión que hace que ya no te sientas sola. Me siento muy afortunada por poder seguir dedicándome a esto y por qué ahondar en mis emociones ayude a otros tanto como a mí. La esencia de la vida es compartir, y estoy muy ilusionada con volver a subirme al escenario.