Por Stephan Janson
Martina Mondadori es casi desconocida para el gran público, pero en el mundo editorial brilla como un talismán. En sólo 10 años, su revista CABANA se ha convertido en un éxito internacional. La lanzó cuando la prensa de papel perdía lectores cada día, pero estaba decidida a compartir su visión de la belleza. El hecho de haber crecido en casas preciosas seguramente le ayudó a formar su estética -la casa de su madre, de Renzo Mongiardino, y la de su padre, de Verde Visconti-, aunque de niña soñaba con un entorno más tradicional, como tener un dormitorio rosa convencional… hasta que se casó y empezó a planificar su propia casa familiar, se dio cuenta de la suerte que había tenido de vivir rodeada de perfección. Esto es lo que quería transmitir a su generación, la conciencia de un verdadero sentido de la belleza y la calidad. Y así nació Cabana.
Desde el primer número, tuve la suerte de que me invitaran a formar parte del (extremadamente) reducido equipo: Martina, Christoph Radl como director artístico y socio, y Barbara Spinelli para… ¡todas las demás tareas! Nos divertimos mucho haciéndolo, pero no tuvimos tiempo ni de darnos cuenta de que estábamos trabajando tanto.
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