Su historia es tan apasionante como sus fragancias. Pionera, legendaria, icónica y única, la Maison Guerlain des Champs-Elysées, es un lugar de culto por su belleza, arquitectura y diseño. El savoir faire francés en todo su potencial, lo encontramos aquí.
Por Lucía Heredero
Desde que en 1828 Guerlain estableciera su primera fábrica, «La Savonnerie», en el barrio de la Place de l’Étoile, a la sombra del Arco del Triunfo, la Maison nunca ha abandonado Francia.
La creación de esta firma cosmética de lujo, coincidió también con la apertura de una primera boutique en el corazón de París pero, no es hasta 1914 cuando se inaugura la mítica boutique des Champs-Élysées, hoy lugar de obligado peregrinaje para todos los amantes de los perfumes con historia.
“Desde sus inicios, en Guerlain cultivamos un espíritu boutique que promulga acoger a los clientes para compartirles nuestro saber hacer único así como una serie de experiencias inolvidables. Las selectas y escogidas boutiques (en Madrid existe una), están diseñadas como exquisitos engastes de gemas, concebidos por los artistas y artesanos más talentosos”, afirma María Borras directora de comunicación de Guerlain en España.
Pero, sin duda, la boutique más emblemática de esta firma francesa es la que se instala en el 68, Champs-Elysées. Corría el año 1914 y acababa de inaugurarse la famosa avenida. Pronto se convertiría en la más hermosa del mundo. El edificio fue construido por el arquitecto Charles Mewès -artífice también del hotel Ritz de París y del hotel Carlton de Londres- para Jacques and Pierre Guerlain, hermanos que vivían en el piso superior.
La decoración de la Maison se confía a artistas de Carrara y sus paredes incluyen diecisiete tipos diferentes de mármol de esta zona italiana. Sin duda, un despliegue ornamental. En los comienzos, las creaciones olfativas de Guerlain se suceden una tras otra; Pour Troubler, Vague Souvenir… pero, al estallar la Primera Guerra Mundial en el verano de 1914, el aroma Quand vient l’été representará el recuerdo de los últimos días de paz.
AÑOS LOCOS
La guerra crea un parón del que los franceses se restablecen gracias a la belleza, el lujo y la alegría de la ciudad de la luz. Por esta razón, a los años 20 se les llamó “los años locos o los felices años 20”. París adopta nuevos aires y vive al ritmo de palpitantes músicas (jazz, tango argentino, charlestón…). En la capital se organizan numerosas fiestas donde se da cita el clan de los elegantes y la aristocracia de todo el mundo, enriquecido por la presencia de intelectuales estadounidenses como Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway.
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