Somerset House invita al público a no apartar la mirada de su nueva exposición Rite of Passage. Una serie de imágenes de Leila Alaoui que obligan a la confrontación y ante las cuales es imposible permanecer impasible.
Es la primera gran retrospectiva en el Reino Unido de obras de la fallecida fotógrafa y videoartista franco-marroquí. En 2016, mientras la célebre activista trabajaba en un proyecto fotográfico en Burkina Faso sobre los derechos de las mujeres, fue víctima de un ataque terrorista a los 33 años de edad.
A través de un lenguaje visual que linda con el documental mostraba crudas realidades sociales. Su trabajo, sincero y auténtico, explora la construcción de identidad, la diversidad cultural y la migración en el mediterráneo. Leila capturaba historias invisibles de comunidades desplazadas por conflictos.
La exposición forma parte de la plataforma sostenible y dinámica que supone la Feria de Arte Africano Contemporáneo 1-54, que hace referencia a número de países que constituyen el continente africano. Se trata del principal evento de arte internacional contemporáneo de África.
El recorrido virtual presenta las tres series que más la definen:
No Pasara documenta las vidas de los inmigrantes norteafricanos que sueñan con un futuro mejor al otro lado del Mediterráneo, una realidad testimonial cargada de ilusiones.
Natreen (We Wait) sigue a familias que intentan huir del conflicto sirio. Está inspirado en la famosa obra The Americans de Robert Frank. Su versión muestra el amplio rango de comunidades existentes, desde las regiones costeras hasta los bereberes de las montañas del Atlas y las tribus del Sahara. Transforma el estilo informal de Frank en representaciones que deliberadamente agregan dignidad y seriedad a la composición.
Les Marocains nos acerca al multifacético y personal viaje de la artista. Los treinta retratos, procedentes de entornos rurales de Marruecos, parten del «filtro de su posición íntima como marroquí con el objetivo de revelar la subjetividad de las personas retratadas»- explicaba Leila.
Recorrió las carreteras del país con su estudio móvil durante cuatro años capturando rostros. No hay en sus imágenes ningún instante robado, todos adoptan una determinada pose plasmada sobre el fondo neutro.
La vestimenta, ya sea suntuosa o sencilla, hace olvidar a los cuerpos, permitiendo una verdadera epifanía de los rostros.
Se perseguía la idea de individualidad: cada uno encuentra la mirada de la cámara no como un representante de una región o tribu, sino como una persona de un contexto particular.
La exposición también incluye un proyecto de video inacabado L’Ile du Diable, en el que estaba trabajando en el momento de su muerte, centrado en los trabajadores arruinados de la antigua fábrica de Renault en París.
Passage alienta a los espectadores a considerar a aquellos que tan a menudo se pierden detrás de las olas de cobertura de noticias y estadísticas. Se encontrarán cara a cara con las personas a las que la activista intentó dar voz, creando una poderosa sensación de intimidad. Sus miradas nos seguirán acompañando al abandonar “la sala”.