Las habitaciones con murales de Ashley Hicks

Por Bernardo Laniado-Romero

Hay algo innato en el ser humano que nos incita a decorar nuestro espacio vital. Nos podríamos remontar a las pinturas de las cavernas como Altamira o Lascaux, después de todo fueron lugares donde habitaron nuestros antepasados. Más adelante, nos encontramos con las pinturas murales del palacio de Cnosos, Creta o los encontrados en la Villa de Popea Sabina, mujer de Nerón, en Oplontis, actual Torre Annunziata, Sicilia, situada entre Pompeya y Herculano. Durante el renacimiento y el barroco, los muros palaciegos o monacales se convirtieron en grandes espacios en blanco a ser cubiertos por profusión de figuras, arquitecturas, bodegones y un largo etcétera, otorgándoles a cada uno de los espacios un carácter propio y particular. 

Hoy en día, decoramos nuestros espacios vitales sin darnos cuenta de que forman parte de un ritual ancestral arraigado en tradiciones milenarias procedentes de nuestros diversos orígenes culturales. La necesidad de personalizar nuestro hogar y la manera como lo hacemos está estrechamente ligada a nuestra identidad, sirve para definirnos como individuos con nuestra propia idiosincrasia. Las paredes de nuestro entorno actual pueden haber cambiado en los materiales con las que están fabricadas. Sin embargo, la necesidad de expresarnos sigue siendo una costumbre prevalente.

Ashley Hicks. 8

En la actualidad, existe toda una legión de expertos que prestan sus servicios para ayudar a vestir paredes en busca de identidad. Uno de ellos, que sobresale por su profundo conocimiento de la historia, del arte y del diseño es Ashley Hicks. Británico de nacimiento, ciudadano europeo por antonomasia, es un creador en el más puro sentido de la palabra. Diseña interiores, así como las telas o los papeles de pared con las que los cubre, además de alfombras, muebles, herrajes y adornos, es también escultor, fotógrafo, escritor, conferenciante y podcaster. Y pintor, pinta murales que delatan su erudición, su espíritu viajero y su gran curiosidad por la belleza y los espacios que la albergan.

Los inicios de Ashley Hicks como muralista, nos cuenta, se remontan a cuando se mudó al antiguo piso de su padre, el afamado decorador David Hicks, en uno de los primeros edificios de apartamentos, el histórico Albany de Londres. “Quería crear un ambiente intenso y cálido con texturas imitando a habitaciones cubiertas por tapices… Me animé a intentar pintar las habitaciones del Albany después de haber visto las grandes pinturas sobre yute de Toulouse-Lautrec En el Moulin Rouge, Museo de Orsay de París. ¡Obviamente no tengo su talento! Pero descubrí que el claroscuro es una forma muy económica de trabajar, ya que sólo necesitas sombras y luces”.

Ashley Hicks. 2

Para tal fin, cubrió las paredes de murales utilizando como soporte un tipo de yute con un entramado bastante abierto, pintándolo de su mismo color. En el dormitorio (véase foto 1), continúa, pintó muros de piedra rústica y nichos donde sobresalían diversos elementos desmesurados como un cráneo de animal. En otro, pintó “su propio ojo enormemente ampliado como si fuera la princesa de Brobdingnag mirando a Gulliver en su casa de muñecas”.

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