La fotografía como aprendizaje
Afirmar que uno más uno es igual a uno contraviene todas las leyes de la matemática más elemental, también de la lógica y seguramente de la realidad. Pero hay un terreno donde todo es posible y donde uno más uno sigue siendo uno. Y qué uno. Y qué terreno. Ese terreno es el arte y, en el caso concreto de Albarrán Cabrera, una de sus disciplinas: la fotografía. Es el campo que Ángel Albarrán y Anna Cabrera han escogido para llevar a cabo su particular aprendizaje y reinvención de la realidad. Su trabajo lleva la huella desdibujada de sus cuatro manos, la suma de sus miradas atentas, experimentales, y de sus cabezas tan ávidas de conocimiento como de reflexión.
En un momento narcisista y exhibicionista en el que existir consiste básicamente en ser visto, ustedes privilegian la intimidad, evitan el foco… ¿Es una declaración de intenciones?
No es algo que hagamos de forma intencionada, quizá damos esa sensación al usar el medio fotográfico como lo hacemos. La fotografía como cualquier otra forma de expresión, se puede utilizar de mil formas diferentes para diferentes propósitos. Nuestra intención no es explicar o mostrar a través de la fotografía, sino buscar nuestra relación con la filosofía, la naturaleza, la historia y los principios que rigen nuestra realidad.
La fotografía para nosotros es un proceso personal de aprendizaje, es el orden que nos sirve para adquirir la comprensión de la estructura y el mecanismo de la naturaleza, de la realidad que nos rodea. Lo que queremos lograr con nuestro trabajo no son respuestas, sino generar preguntas. Como explica Lyle Rexer en su libro The Edge of Vision, “La fotografía es simultáneamente una investigación de la realidad y el medio para investigar esa realidad […]. La fotografía no es un ‘mirar a’ o un ‘mirar a través de’ sino un ‘mirar con’”.