La colección de la Gran Duquesa María Pavlovna de Rusia
Por: Bernardo Laniado-Romero
Un siglo después de su muerte, su nombre es aún capaz de crear expectativas en el mundo de la alta joyería. La Gran Duquesa María Pavlovna de Rusia llegaría a coleccionar un espectacular grupo de piezas de una calidad prodigiosa, con una amplia variedad de piedras preciosas y semipreciosas. Nacida Duquesa María de Mecklemburgo-Schwerin, originaria de un antiguo y pequeño estado independiente de la actual Alemania, en 1874 entra a formar parte de la familia imperial al casarse con el Gran Duque Vladimir Alexandrovich, segundo hijo del Zar Alejandro II de Rusia. Como era costumbre en la familia de los Romanov, la novia recibe como regalo de bodas un importante conjunto de joyas que formarán el núcleo central de su posterior colección.
Con el firme propósito de brillar en la corte de su suegro, luego en la de su cuñado y posteriormente en la de su sobrino, cuida meticulosamente la manera en la que se presenta ante el mundo. Gracias a su inteligencia y su curiosidad, la gran duquesa se convierte con el tiempo en aquel tipo de coleccionista que busca la rareza y calidad extraordinaria en las piedras preciosas, así como la exquisitez en el diseño de las joyas. Acopla a su gusto y a las modas imperantes algunas de las piezas iniciales y a su vez, expande su colección con los mejores joyeros de la época, tales como Chaumet.
A partir del primer año del siglo XX, la gran duquesa se convierte en una de las más importantes clientas de Cartier. Sería el inicio de una estrecha relación con la maison francesa que perdurará aún después de su muerte. En París conoce a Louis Cartier, gran artífice del prestigio de la mítica casa de alta joyería. Él es reconocido por haber sido un gran experto en piedras preciosas, así como, según François Chaille, el impulsor desde 1906 de una nueva manera de concebir el diseño de joyas desde una perspectiva moderna.
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