Hasta Siempre, Elsa

Elsa
Elsa Peretti (derecha) con Dalí y Natacha ambas con vestidos de Paco Rabanne.
Fotografía de © Oriol Maspons tomada en 1966 en la casa de Dalí en Cadaqués. La colección completa de estas fotografías fue donada por la Fundación Peretti al MNAC de Barcelona con motivo de la gran retrospectiva del gran fotógrafo catalán.
Elsa
Fotografía de ©Hilda Moray

Texto: Carmen Cocina

Hay dos tipos de privilegiados: los que reservan con recelo sus ventajas para ellos mismos y los que tratan de trasladar a quienes no lo son tanto parte de lo que la vida les ha dado. Elsa Peretti (Florencia, 1940 – San Martivell, Girona, 2021) es de las segundas. Hija de un magnate del petróleo en el seno de una familia conservadora, su ansia por emanciparse y su polimorfa pulsión creativa la llevaron a ingresar en la facultad de Interiorismo de Milán. 

Si su alta alcurnia la había provisto de una educación exquisita en Roma y Suiza, a la joven y resuelta Elsa no se le cayeron los anillos por financiar su carrera impartiendo clases de italiano y de esquí. No tardaría en descubrir que, de hecho, lo suyo era diseñarlos. Al acabar sus estudios decidió probar suerte como modelo, convirtiéndose en la enésima prueba de que belleza e inteligencia no tienen porqué estar reñidas. Corría el año 1964. Tras posar para Dalí y Oriol Maspons se trasladó a Nueva York, donde pasó a formar parte de las halconettes, el selecto círculo del glamuroso Roy Halston (el diseñador más popular de la América de los 70, para quien crearía algunas de sus joyas más celebradas) y de Studio 54, el centro neurálgico de la nueva burguesía pas comme il faut que cambiara fábricas por cámaras y pinceles y abrazara con gusto el libertinaje, extirpando de cuajo el recatado puritanismo que otrora caracterizara a las altas esferas. Ella fue un paso más allá: si en Nueva York la frivolidad era la reina, sus orígenes europeos y su determinación por seguir su propio camino –que debilitaría progresivamente sus lazos familiares– redundaron en un espíritu afrancesado y sesentayochista, ese que no entendía de clases y atravesaba de arriba abajo los antaño tan diferenciados estratos sociales. Años después declararía: «Si has sido un kamikaze, como yo, nunca más podrás volver a ser un simple burgués»….

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