El fotoperiodista Guillem Trius ha trabajado en multitud de países como Etiopía, Siria, Níger o Angola, publicando sus fotografías en medios nacionales e internacionales como National Geographic, Al Jazeera, The Guardian o la Revista 5W.
En el año 2016 recibió la mención de honor en los Tokyo International Photo Awards (Japón) y en el Head On Photo Festival (Australia). En el año 2019 fue condecorado por la Comisión Europea con la beca “Sight by Side”, para realizar un proyecto en los asentamientos de refugiados de Sudán del Sur.
Para comenzar la entrevista ¿Qué significa la fotografía para ti?
La fotografía para mí significa una forma de mirar el mundo, una forma de entender las cosas y una forma, sobre todo, de acercarte a otras personas. Yo siempre digo que, mi cámara es el pasaporte a las vidas de gente increíble y sobre todo, una forma de acercarte, de conocer, de intercambiar y de empatizar.
¿Cuál fue el momento de tu vida en el que decidiste dedicarte a la fotografía documental?
Creo recordar que fue en primero de carrera cuando Sandra Balsells, mi profesora en la universidad, entró por la puerta y nos enseñó uno de sus trabajos. Yo ya conocía la fotografía y el fotoperiodismo, pero su trabajo Balkan in Memoriam, me acercó mucho al lenguaje fotográfico para contar historias.
Yo sabía que se podían contar historias de forma verbal, que se podían contar historias por escrito, pero desconocía esa parte de contar historias con imágenes. Fue algo con lo que me sentí muy identificado y creo que en ese preciso momento fue cuando hice ‘click’.
¿Qué es lo que quieres transmitir con tus fotografías?
Con mis fotografías quiero transmitir las realidades, las historias de personas anónimas y singulares que ayuden a entender los problemas globales de una forma muy limpia, cercana y sobre todo con dignidad.
Recientemente he estado en Gambia y he tenido la oportunidad de dar a conocer la historia de un pescador de Tanji que está sufriendo mucho por dar de comer a su familia, ya que la actividad de las fábricas chinas está elevando mucho el precio del pescado. Esta historia, por ejemplo, ayuda a entender la relación África-China y este neocolonialismo de explotación que está afectando muy gravemente a los ecosistemas y a la vida de la gente en África.
Mucha gente joven sueña con entrar en el mundo de la fotografía ¿Cuáles han sido los referentes por los que te has guiado y qué consejos le darías una persona que quiere adentrarse en este mundo?
Algunos de los referentes que me han guiado han sido: Sandra Balsells, Xabier Aldekoa o Mikel Ayestarán. Gente muy implicada, gente que se desvive por el periodismo, en definitiva, gente de terreno. Te podría decir también fotógrafos internacionales, pero son gente que no conozco y al final creo que la gente que me ha inspirado es gente a la que he conocido, a la que he visto trabajar y de la que he aprendido.
Si tuviera que dar un consejo diría que no hay que perder nunca la curiosidad, porque al final es lo que nos mueve a buscar historias y a vivirlas. Al fin y al cabo, el periodismo tiene que vivir para contar.
¿Crees que la fotografía documental está pasando por un momento de crisis?
Yo no diría que la fotografía documental está pasando por un momento de crisis. Hay muchos fotógrafos y muchas fotógrafas jóvenes con muchísimo talento y que están realizando trabajos magníficos. Yo diría que el momento de crisis lo están pasando los medios de comunicación, donde se exponen y se comparten la fotografías.
No por los medios de comunicación en sí, sino por esta sobreexplotación de información a la que estamos sometidos y que al final, crea esa negación implicatoria de las sociedades como mecanismo de defensa social que niega cualquier implicación con todo el sufrimiento que se genera por parte de humanos a humanos. Creo que socialmente hay pocas ganas de compartir el dolor, de conocer el sufrimiento y saber lo que está ocurriendo en el mundo.
¿Cuál ha sido la fotografía más complicada de toda tu carrera como fotógrafo?
Te diré la verdad, la fotografía más complicada de toda mi carrera es una fotografía que no existe. Es la mejor ‘no fotografía’ por así decirlo. Fue un momento que tuvo lugar en Gambo, en un hospital al sur de Etiopia, en la región de la Oromía.
En esta región viven unos 60 millones de personas, en Gambo concretamente viven dos millones y medio con acceso a un único hospital. Yo me encontraba allí, contando lo que estaba sucediendo como la falta de acceso a los servicios básicos, concretamente en el área de pediatría. Un día llegó un niño de un año aproximadamente con desnutrición y en unas condiciones muy malas. Los médicos hicieron todo para reanimarlo, pero no fue posible.
En ese momento nos quedamos en la habitación la madre junto al cuerpo del bebé y yo, cuando de repente desaparecieron las nubes y un rayo de sol iluminó la escena. Yo estaba ahí con mi cámara, pero me pareció un momento tan íntimo e imperturbable que no me sentí con derecho de inmortalizarlo. Esa fue una fotografía que nunca hice, pero que siempre tendré guardada en la memoria.
En cuanto a las que me siento más orgullo… bueno yo creo que es complicado elegir solo una. Hay como siete, ocho o nueve fotografías que te diría que tienen una historia importante detrás, pero si me tengo que quedar con una quizás elegiría una que hice en la Lalibela haciendo un reportaje sobre la fe y la identidad en Etiopía. Allí me pasó una de esas cosas que te pasan una o dos veces en la vida y que por suerte estás ahí con la cámara y tienes la posibilidad de inmortalizar.
Había un hombre que se encontraba rezando dentro de una iglesia cuando el sol se puso justo en la misma dirección que una cruz que el hombre tenía enfrente y le iluminó la cara y su gesto en posición de rezar. Yo estaba allí y me quedé perplejo, de hecho, casi me pierdo el momento, pero tuve esa lucidez de poder sacar la cámara y tomar la foto. Creo que es una foto bastante bonita de un momento prácticamente irrepetible.
También tuviste la oportunidad de viajar en el Open Arms ¿Cómo fue aquella experiencia? ¿Qué fue lo que más te impactó?
Fue una experiencia intensa, sin duda la palabra sería intensa. Estuvimos 37 días a bordo ya que tuvimos que hacer la cuarentena en Italia que nos los exigía el gobierno, por lo tanto, tuvimos que sumarle a toda la misión 15 días más.
De todo el tiempo que estuve allí lo que más me impresionó fue un rescate que hicimos en fin de año en el cual se rescataron a 169 personas justo en la noche de Nochevieja. Cuando se puso el sol llegamos al punto donde se encontraba la embarcación que estaba a la deriva y sin motor.
Me impactó mucho el hecho de ver una embarcación tan pequeña con 169 personas a bordo y me imaginé a mí mismo o junto a mi familia embarcándonos en esa patera en el inmenso mar Mediterráneo sin saber si volveríamos jugándonos la vida. Tener esa escena delante fue realmente impactante. Me hizo pensar en todo lo que esa gente tiene que dejar atrás y sacar el valor de tirarse al inmenso azul.
Fue realmente impactante porque lo escuchas muchas veces, pero hasta que no tienes la embarcación delante a la deriva en el mar sin ver nada más, ahí es cuando te pones en su lugar.
¿Qué se siente al hacer fotos en zonas de conflicto como en Siria?
Al final, al igual que los socorristas del Open Arms, tú, cuando estás allí, tienes una misión. En el caso de los socorristas es socorrer a las personas de las embarcaciones y en el caso de los periodistas y los fotógrafos es parecido. Yo lo extrapolaría bastante igual.
Tú en ese momento tienes una función, que es realizar documentos gráficos que nos sirvan para dar evidencia de que es lo que sucede y para que nadie en el futuro pueda decir que no sabía lo que estaba pasando. Entonces tú en ese momento, estás focalizado en tú trabajo y en lo que tienes que hacer.
En Siria lo mismo. En el barrio del Yarmouk, pasamos con el coche mientras veíamos calles y calles repletas de edificios destruidos y devastados. Después de ver tanta destrucción, cuando desconectas un poco, todo esto te abruma y por eso digo que tienes que estar concentrado y focalizado en el trabajo que estás haciendo.
Sí que es verdad que cuando desconectas de todo la carga emocional te impacta, pero al fin y al cabo es trabajo. Como decía antes, es como ser un socorrista del Open Arms, hay que estar para lo que hay que estar, que es tu trabajo y tienes que permanecer concentrado en eso.
Has tenido la posibilidad de conocer numerosos países y culturas. Entiendo que es una pregunta complicada pero, ¿Cuál ha sido la que más te ha impactado?
Es una pregunta muy complicada, todas me han impactado de una forma u otra, todas tienen algo. Te diría que la que más me ha calado ha sido sin duda la del continente africano, concretamente la de un país muy pequeñito en medio de Senegal que se llama Gambia.
Es el primer país al que viajé cuando tenía 19 años. Fue el primer contacto que tuve con una cultura tan distinta y con una gente tan diferente. Tuve la oportunidad de vivir con una familia de allí y la experiencia fue increíble y muy cercana.
Es una cultura, un país y una gente que me marcó para siempre. Ellos siempre estarán ahí y ahora son mis amigos. Hemos creado lazos muy fuertes que estoy seguro que nunca se romperán.