En el marco de su 25º Aniversario, el Museo Guggenheim Bilbao exhibe las obras de los diez artistas vascos participantes en las cinco ediciones que han tenido lugar hasta la fecha del Basque Artist Program-Programa de artistas vascos que los museos Guggenheim de Bilbao y Nueva York pusieron en marcha conjuntamente en el año 2015.
Esta iniciativa dirigida a creadores nacidos o residentes en Euskadi, permite cada año que dos artistas emergentes seleccionados por los equipos curatoriales de ambos museos reciban una orientación intensiva de la escena artística neoyorquina y adquieran una experiencia formativa diseñada para fomentar el intercambio y su desarrollo profesional, de la mano de los profesionales del Solomon R. Guggenheim Museum.
Los diez artistas emergentes cuyas obras componen esta muestra son Raquel Asensi, Nora Aurrekoetxea Etxebarria, Helena Goñi, Jon Gorospe, Gala Knörr, Maite Pinto, Karla Tobar Abarca, Alain Urrutia, Cristian Villavicencio y Diego Vivanco, que abordan en su trabajo cuestiones como la identidad, la historia, la representación, o la memoria individual y colectiva a través de medios diversos como la pintura, la escultura, la obra sobre papel, la fotografía, el vídeo, la instalación de ubicación específica o la performance.
Nora Aurrekoetxea (Bilbao, 1989) emplea materiales de construcción que normalmente están ocultos y los convierte en soportes en los que incrusta y cuelga anillos y trenzas de estaño, bronce y plata. En Cucharita (Spooning, 2022) los paneles de pladur se acoplan mediante varillas corrugadas, desnudas e incisivas, sosteniéndose mutuamente, mientras que los anillos y trenzas -arquetipos que en diferentes culturas representan determinadas relaciones entre personas- funcionan de manera independiente.
Gala Knörr (Vitoria-Gasteiz, 1984) revisa el relato la historia del Oeste recuperando figuras que, a pesar de tener un papel destacado, han sido olvidadas en la cultura popular norteamericana. Ejemplo de ellos son Joven vaquero (Young Cowboy, 2022) y Joven vaquero mirando (Young Cowboy Gazing, 2022) a través de la imagen de la joven afroamericana Brianna Noble a lomos de su caballo, que encuentra entre las fotografías de las protestas que surgieron en EE. UU. tras el homicidio de George Floyd en el movimiento “Black Lives Matter”.
Ciudades pulidas (Polished Cities, 2018-21) de Jon Gorospe (Vitoria-Gasteiz, 1986) se compone de una serie de fotografías en blanco y negro tomadas en edificios contemporáneos de ciudades como Berlín, Milán, Nueva York, Oslo o Singapur, dispuestas en orden geométrico. Algunas de estas imágenes están intervenidas con láminas de acrílico de color rojo, que simboliza el ritmo frenético de la vida metropolitana, en una reinterpretación de una sociedad distópica.
Maite Pinto (Logroño, 1993) se centra en la memoria y la identidad, tanto individual como colectiva, recuperando instantáneas de muy diversos archivos, que recrea mediante la técnica del grabado. Sus aguafuertes se centran en las fotografías de algunos de los miles de menores vascos que fueron enviados a Southampton (Reino Unido) en el barco de vapor ‘Habana’ en 1937. En este contexto de desplazamiento, fragmentación y pérdida, las imágenes hablan de la necesidad de pertenencia a un colectivo.
En Pinturas entrelazadas (Twisted Paintings, 2019) Karla Tobar Abarca (Quito, 1981) reinventa un lenguaje pictórico vinculado con lo sensorial en una simbiosis entre arte y tecnología. La artista digitaliza las imágenes obtenidas recorriendo las calles de varias ciudades con un escáner en la mochila y las plasma en unos paneles blandos, que retuerce y realza sus pliegues, dando lugar a una serie de imágenes táctiles que encarnan la imagen fragmentada a través del gesto corporal y performativo.
Las obras, de estos artistas estarán, se exhibirán en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el próximo 6 de septiembre.