Entrevista a María de Medeiros: un cine hecho por mujeres
A razón de la celebración del Festival Cine por Mujeres en Madrid, conversamos con María de Medeiros directora de “Nuestros hijos”.
Del 25 de octubre al 6 de noviembre, las salas de Madrid se vistieron de morado para celebrar el Festival Cine por Mujeres. 69 películas y 2 cortometrajes clásicos en 20 sedes presenciales, una en televisión y otra en Córdoba. Desde hace cinco años han tenido clara la intención de mostrar la gran riqueza y variedad cinematográfica que poseen las obras realizadas por mujeres. Defienden las referencias y percepciones que por mucho tiempo se han perdido en un espacio desigual liderado por hombres y que ahora deben ser expuestas y valoradas.
“… el relevante papel que tienen las guionistas a la hora de alterar los discursos, las tendencias y los arquetipos porque, a día de hoy, nuestras vidas han sido narradas desde el punto de vista masculino.”
Por eso, llevaron a cabo esta propuesta que se vive como una lucha por la igualdad de género, mayor diversidad social y rectificación histórica del relato canónico. Un trabajo que vislumbra un plan futuro donde “los hombres también deben implicarse, pues nos incumbe a todas y todos. Porque si cambiáramos todo lo anterior, en vez de hablar de cine hecho por mujeres, hablaríamos simplemente de cine, que es lo que realmente queremos: pasar página y empezar un nuevo contrato social.”
El festival culminó con una gala de cierre en el Palacio de Prensa de Madrid en el que “Estación catorce” de la guionista y directora uruguaya Diana Cardozo, se llevó el premio a mejor película. Una propuesta profunda sobre un México marcado por la violencia. Donde se expone el concepto de masculinidad y la ruptura de la inocencia en un mundo feroz. Para dar por concluida esta oda al arte hecho por mujeres, se estrenó la película “Emily” de la actriz, guionista y directora británica Frances O’Connor. Una obra majestuosa, delicada y sensible de la vida de Emily Brönte y el proceso de creación de Cumbres Borrascosas.
Entre este grupo de artistas estaba María de Medeiros, actriz, cantante y directora franco-portuguesa. Reconocida como figura clave del cine mediterráneo que lleva cuatro décadas de trayectoria participando en un sinfín de películas como “Pulp Fiction” de Quentin Tarantino, “Henry y June” de Philip Kaufman o “Três Irmãos” de Teresa Villaverde. Además de grandes papeles del cine español como “Huevos de oro” de Bigas Luna o “Airbag” de Juanma Bajo Ulloa. Hablamos con ella sobre su ópera prima como directora “Nuestros hijos”, estrenada en Brasil en 2019.
“Nuestros hijos” es una obra que nace en el teatro, ¿qué supuso llevarla a la gran pantalla?
Fue muy interesante porque una película y una obra de teatro son mundos completamente distintos que dialogan entre sí. Las dos propuestas de Nuestros hijos tienen sus particularidades, vale la pena ver ambas.
Fue escrita por una persona joven que quería tener hijos con su pareja, que tenía una madre vanguardista y luchadora, muy abierta de espíritu y con sus resistencias. En la obra de teatro había un tono más divertido, cuando desarrollamos la idea de transformarla en película el tono se fue oscureciendo, junto con el momento social y político por el que estaba pasando Brasil. Existía mucha confianza en la democracia y en el futuro.
En la obra de teatro representabas a la madre, ¿qué cambió en el personaje?
Disfruté mucho hacer el papel de la madre en el teatro, sin embargo, a la hora de dirigir la película, el abordaje del papel fue completamente distinto entre la gran actuación de Marieta y la mía. Para la película, la madre se transformó en un personaje mucho más torturado y angustiado por las pesadillas del pasado. La elección de Marieta Severo también tomó ese camino, compartía la misma edad con el personaje y había vivido toda la época de dictadura militar en Brasil.
Hay una dicotomía interesante en el personaje de la madre, sus ideologías se enfrentan a las nuevas perspectivas de su hija, ¿es una propuesta intencionada?
Sin duda, esto ya estaba en la obra de teatro y me gustaba mucho. La madre no es, para nada, una mujer conservadora o religiosa, todo lo contrario. Es una mujer que ha sufrido la dictadura de cerca, una luchadora, una guerrera. En muchos aspectos la madre es más abierta de espíritu que la hija, quien en algunas escenas parece ser más conservadora que la madre. Creo que todos los seres humanos tenemos resistencias y quería mostrarlo. La madre está luchando por no perder a su hija y aprendiendo otros puntos de vista.
Es una historia brasilera, ¿hay alguna influencia personal que haya añadido al relato?
Sí, hay mucho porque en Nuestros hijos está un descubrimiento muy personal de todas las cuestiones que la atañen. Está mi percepción de Río de Janeiro y su sociedad. Mis vivencias en un entorno con una generación de privilegios que aprovechó mucho la democracia pero que no quiso ver la lucha que implicó para la generación de los padres obtenerlos. Quise representar el fallo que existe en la transmisión de la memoria de generación a generación, aspecto que considero muy peligroso.
Se muestran Río de Janeiro en plenitud, ¿fue un objetivo? ¿Supuso algún riesgo?
Fue un objetivo, quería mostrar la belleza y diversidad que existe en Río de Janeiro, un lugar que significa mucho para mi. También implicó riesgos, por ejemplo, cuando grabábamos en la favela, los woki tokis del equipo interferían con los de los traficantes. Descubrí que en Brasil los actores y extras que están vestidos de policías tienen que estar escondidos.
Cuando íbamos a grabar se les daban las armas a último momento para que las tuvieran encima lo menos posible. Si eran confundidos con policías reales, saltaban las alarmas de los traficantes que no entendían que se estaba grabando una película y comenzaban a amenazarnos.
Cuándo recibió la idea de dirigir la película por parte de la guionista, Laura Castro, ¿qué significó?
He trabajado mucho con mujeres, como actriz y directora. Laura y yo hemos escrito juntas desde hace tres años. Fue más que una colaboración, es una enorme amistad, hoy en día somos prácticamente familia.
Has trabajado con directores como Tarantino o Teresa Villaverde, ¿existe diferencia en ser dirigida por hombres y por mujeres?
Creo que es muy difícil establecer una regla general en relación con esto porque realmente creo que cada director es una personalidad, un modo de ver, una actitud distinta y un humor particular que no tiene que ver con el género.
Ha participado en muchos campos del arte, ¿qué la lleva a ponerse detrás de la cámara en esta oportunidad?
La primera película que hice fue una sorpresa para mi, tenía 15 años y estaba grabando para Joäo Cesar Monteiro en Portugal. Me acuerdo perfectamente que ese otro lado también me fascinó. La actuación siempre ha sido mi pasión, pero con esos primeros encuentros supe que en algún momento estaría detrás de la cámara.
El cine es un juguete fantástico, es lo más completo que existe: escribes, idealizas, pintas, investigas, sueñas, creas mundos.
Hay un tratamiento femenino en los planteamientos de la película como el tópico de la maternidad o los diferentes tipos de familia, ¿era una idea intencionada?
La verdad es que el planteamiento y el foco era muy intencionado. Quería empezar con una escena de amor entre estas dos mujeres y enseñar otra visión de las escenas sexuales. Creo que en muchas películas la sexualidad se muestra como algo muy plano y ficticio. Yo quería filmar el sexo de manera natural, como surge en una pareja, de forma espontánea y cotidiana; cuando están tomando un café, leyendo, hablando de la vida… representar las pausas o las interrupciones. Quería salir del cliché en las escenas de amor y provocar una escena verdadera que, aunque pueda ser incómoda, es cierta.
Tampoco quería sexualizar la relación de dos mujeres, al contrario, quería que se viera habitual y sincero. Además, fue un aprendizaje para mi indagar el mundo tan grande que implica la maternidad y poderlo argumentar.
