Entrevista a Anna R. Costa, directora de la serie ‘Fácil’

La sociedad todavía no comprende las dificultades a las que las personas discapacitadas se enfrentan diariamente. La guionista, dramaturga y directora Anna R. Costa estrena este jueves 1 de diciembre la serie Fácil, tras el éxito de Arde Madrid. La producción es una adaptación de la novela Lectura fácil, en la que cuenta con actrices como Anna Castillo y Natalia de Molina y que cuenta los pasos de cuatro jóvenes discapacitadas en Barcelona

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Fotografía cedida por movistar+

‘Fácil’ es tu primera serie en solitario, ¿qué retos te has encontrado al llevarla a cabo?

He trabajado mucho en teatro sola y en parte viene a ser lo mismo, pero las dimensiones de la serie son otras. Es mucho trabajo y en solitario, en cuestión de decisiones, es más fácil porque todo va hacía mí, pero también supone un mayor trabajo.

La serie nace a raíz de la novela ‘Lectura fácil’, de Cristina Morales. ¿Qué supone llevarla a la gran pantalla?

Muchísimo trabajo. Mucha búsqueda e investigación muy heavy porque me di cuenta de que a pesar de que se había tratado el tema de la discapacidad, nunca el punto de vista recaía en las personas con discapacidad, sino que era un elemento que acompañaba al resto, pero no llevaban el foco del relato. Era la primera vez y sabía que era un reto muy importante. El proceso de escritura fue muy doloroso, hasta encontrar el tono y cómo se iba a expresar cada personaje, en un material tan ajeno a mí que no tengo discapacidad. Poco a poco se fue configurando, fui saliendo de los infiernos y se fue construyendo de esa manera.

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La directora Anna R. Costa junto a la actriz Anna Castillo. Fotografía cedida por movistar+

En una entrevista pasada afirmaste que esta serie te ha “ensanchado el alma y la mente”. ¿Por qué ese especial interés? ¿Qué fue lo que lo provocó?

Cuando leí la novela me sorprendió lo poco que sabía sobre estas personas. Siempre que leo algo que desconozco mi curiosidad me lleva a meterme a fondo. En Arde Madrid me pasó igual, había hecho un trabajo previo en teatro que hablaba de la sección femenina que me dejó tan intrigada que me puse a investigar y ahí nació el germen de Arde Madrid. En esta me pasó igual. Me di cuenta de que vivimos totalmente de espaldas a estas personas que solo en España ya son 7 millones y me interesó mucho su forma de vivir, cómo es su recorrido, cómo se enfrentar a una sociedad tan estereotipada, jerarquizada y tan crítica a través de las redes sociales, con mil ojos que te atacan, o cómo es vivir con un cuerpo tan poco normativo o cómo es tu sexualidad cuando la sociedad está sexualizada. Me llenó de preguntas e inquietud y eso me llevó a planteármelo como proyecto.

A lo largo de la serie vemos cuatro mujeres intentando ser libres. ¿Tiene esto algo que ver con lo que has sentido como mujer a lo largo de tu vida?

Totalmente. Después de este proyecto he tenido la sensación de haber estado tutelada toda mi vida por los hombres, de que han hecho conmigo lo que han considerado que era mejor para mí o de que han hecho con mi talento lo que era mejor para ellos, pero en ningún caso he podido reivindicar mi lugar desde un sitio honesto. Siempre se ha considerado que yo como mujer, artista, escritora, madre, joven, vieja o bajita he tenido que saber por otros donde tenía que estar y este proyecto me ha hecho ver que he estado tutelada y que se me ha dicho dónde y lo que tenía que decir, y eso no va a ocurrir nunca más en mi vida.

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Fotografía cedida por movistar+

Una de las cosas que más me ha sorprendido ha sido la interpretación de las actrices. Desde tu experiencia como directora, ¿crees que es más difícil representar la parte emocional o la física?

Tanto Coria Castillo como Anna Marchesi actúan con sus propios cuerpos sin modificación, al igual que sus emociones. Lo que pasa es que son muy humanas, una de las características que yo tenía claro que debían tener las actrices, esa humanidad, ya que no quería plasmar únicamente la discapacidad en sí, sino sus emociones y lo que sienten y para eso tenían que ser muy humanos. Natalia de Molina sí que se transforma por completo, tanto físicamente como en sus tiempos, dejando florecer su sexualidad, dándolo todo. Al contrario, Anna Castillo lo ha reprimido todo, por lo que ha sido un ejercicio de quitarles a cada una sus mejores elementos como actrices. Ha sido una experiencia increíble para todos, ya que a una actriz como Anna, que tiene una luminosidad y desparpajo increíbles, limitarla a no poder sonreír ni transmitir sus sentimientos, ha sido un reto enorme que ha completado de manera extraordinaria. El caso de Natalia me parece sobrenatural porque a partir del capítulo 2 ni la reconoces. Ha sido un proceso de transformación para ellas.

Por tanto, ¿crees que para las actrices aceptar este papel tiene un mayor significado que cualquier otro?

Sí, lo dejamos ahí. Como espectadora no veo segunda temporada. Hay un “algo” que pasa de ser artístico a ser oficio que no me gusta, estirar una producción que ha tenido cierto éxito y que hay un interés más allá de lo artístico que no me motiva, así que por ahora no lo voy a hacer.