Juan José Millás llega este viernes al cine de la mano del director Antonio Méndez Esparza y su película Que nadie duerma, basada en la novela homónima y protagonizada por Malena Alterio y Aitana Sánchez-Gijón. Estas estrellas serán quienes interpreten, respectivamente, a una programadora convertida a taxista tras el paro y a una autora teatral con la que forja amistad y quienes harán que más gente conozca esta historia.
La pregunta obligatoria. ¿Habías leído el libro?
¿Tú que crees? (ríe). No la había leído antes, pero es obligatorio para un actor, siempre leerte la novela. Y me pareció fascinante. Había leído otras cosas de Millás y su mundo me fascina desde siempre, porque escribe desde el otro lado del espejo de Alicia del País de las Maravillas. Ve la realidad desde un ángulo que los seres humanos no percibimos, se coloca en ese mundo extrasensorial, del subconsciente y lo onírico. Es un ángulo muy extraño que te abre la mente.
¿Por eso te interesó el proyecto?
Lo fascinante es que Antonio viene de un mundo opuesto, realismo puro, casi documental. Que se junte un material como este con alguien como Antonio crea este artefacto, que es muy difícil de definir, aunque sí tiene la extrañeza y la inquietud, porque no sabes a dónde te lleva y eso me interesa mucho.
¿Cómo preparaste tu personaje? ¿Ayudó tu amplia experiencia en el teatro?
Efectivamente he bebido mucho de personajes que me circundan. Es una productora teatral y tengo muchas referencias. Me he inspirado en una actriz muy cercana para componerlo físicamente, pero lo que he trabajado sobre todo es la capacidad de escucha y atención, escuchar a tumba abierta. Por que a ella a mi personaje le fascina realmente ella [el personaje de Malena Alterio] y la utiliza para crear una ficción.
Esto es algo de lo que habla la película, la creación artística a través de la ficción. ¿Crees que existe algún límite ético?
Yo creo que sí los hay. Creo que hay que informar a las personas de que tienes la intención de hacer algo con un material tan personal o pedir permiso. Creo que hay límites éticos, contar tus intenciones o avisar por lo menos. Pero hacerlo tan de espaldas, sin contar con el otro y con ese punto de ridiculización cuando otra persona se ha abierto contigo… Creo que hay pocas cosas más dolorosas.
Hace casi 20 años trabajaste con Christian Bale , que es considerado como uno de los grandes, en El maquinista.
Sí, fue muy curioso porque adelgazó tanto que no tenía casi energía más que para hacer los planos. Además el me dijo que no se relacionaría conmigo por los personajes, trabajaba mucho el método y no se quería relacionar mucho. Pero era un encanto, muy profesional y trabajé a gusto con él.
Recuerdo que le veía en una esquina y cerrando los ojos para mantener la energía, porque comía poco más que una manzana. Volví al mes siguiente porque trabajaba salteado y en las últimas semanas empezó a comer porque hacía Batman. Y ya por el hecho de comer, iba a maquillaje, daba los buenos días, preguntar cómo estábamos, contarnos cómo estaba él… Era otra persona, comer lo volvió una persona normal.
¿Tú lo harías?
Yo creo que no lo haría. De hecho, se lo dije al director y él me dijo que jamás pediría algo así. Dijo que convenía que viniese algo desmejorado, pero que esto era cosa suya. Es un actor con un nivel de implicación tan bestia que llega a unos extremos puede poner en peligro su salud.