El personaje de Da es energía. Una energía capaz de arrebatar el protagonismo al resto de la escena y de hacer sentir al espectador que tiene un amigo dentro de la pantalla. Y tal vez de ahí venga el gran éxito de Damián, un chico que va a Madrid a estudiar una carrera y disfrutar de la vida, sin saber que hay cosas que llegan cuando uno no las espera. Una es el amor, el de su personaje por todas y cada una de las personas. Otra, la fama. Esa con la que Carlos González tendrá que convivir a partir de ahora. Tras sus actuaciones en Maricón perdido o Veneno, y su revitalizante papel como Da en la exitosa serie Todas las veces que nos enamoramos, Carlos González se ha convertido en uno de los actores del momento y reivindica la importancia del colectivo LGTBIQ+ en el cine, en una charla en la que el joven actor subraya la importancia de cuidar nuestra salud mental
¿Cómo llegaste al papel de Da? Tu compañera Georgina Amorós comentó que tuvo que pasar siete castings.
En ese momento yo no tenía trabajo. Estaba en una época difícil como muchas que tenemos los actores y Diego Betancor me llamó, con el que ya había trabajado como ayudante de casting y es amigo mío, porque a mí me gustan mucho los castings y aprender, ya que uno crece de cualquier cosa. Me llamó para ayudarle con el casting y cuando leí el papel de Da le dije que tenía que hacerme una prueba. Me veía a mí en ese personaje. Entré en la serie en parte porque el director del capítulo 1 y 2 Mateo Gil dijo que tenía que ser yo, lo que apoyó la decisión de darme el papel a mí.
¿Cómo defines a tu personaje?
Todo el mundo me escribe mensajes diciendo que yo en la vida real puedo ser Da y hay una parte en la que sí puedo parecerme, pero otra en la que no y me hace gracia que la gente lo piense. Da es el amigo que todos querríamos tener. Es la celestina del grupo, no desde el morbo y el cotilleo, sino desde un lugar más creativo, a raíz de su pasión por la escritura, de la que todavía no conoce su enorme potencial. Tiene 18 años y quiere salir y disfrutar, como todo chaval joven que llega a la capital. Cuando ve los dramas de todos sus amigos se pone a reescribirlos en sus guiones. Da podría ser el guionista de todo lo que pasa en la serie.
¿Cómo es su evolución a lo largo de la serie?
La evolución de Da tiene que ver con la confianza en sí mismo. Se ve claramente como en la trama de Gonzalo, Da crece como humano, porque nadie debe avergonzarse de él. Lleva mucho tiempo escondiéndose en su pueblo como para que en Madrid tenga que esconderse también. Su evolución se basa en coger más confianza y fuerza. Da sostiene mucho los conflictos de los demás.
¿Qué evolución lleva Da con respecto al amor a lo largo de los ochos capítulos? ¿Cómo siente Carlos González el amor?
Hay una evolución muy temprana en mi personaje con respecto al amor, dándose cuenta de lo que es una relación sana y una relación tóxica. Tiene el ejemplo en su propia casa y lo ve todo el tiempo. La serie habla de amor desde el principio hasta el final, pero no solo amor de pareja, sino también amor por Madrid, por la carrera que estudias o por la amistad. El amor romántico está, pero la gente ha valorado más el valor de la amistad y estoy de acuerdo, porque del amor romántico me termino aburriendo.
Uno de los temas que la serie refleja en el personaje de Julio (Franco Masini), uno de los protagonistas, es la gestión de la fama y la ansiedad que le hace sentir. ¿Personalmente, cómo estás gestionando el éxito y cómo te mantienes en la tierra?
Como yo quiero y necesito mantenerme en la tierra, me borro las redes sociales. Sentía que tenía que contestar a todo el mundo agradeciendo y eso no puede ser, parece mi cumpleaños todo el tiempo. Pensaba: ¿cómo no voy a responder a gente que está gastando su tiempo en felicitar mi trabajo por las redes sociales? Uso Instagram para subir alguna publicación que tenga que subir y lo vuelvo a borrar, porque sino estoy todo el día mirando el móvil.
Por otro lado, ahora me paran por la calle a un nivel increíble. Cuando fui al centro tras el estreno de la serie con dos amigos tuvimos que irnos porque me dio un ataque de ansiedad. Fue un impacto muy fuerte al que yo no estaba acostumbrado. Fue como hacer el amor o das un beso por primera vez, que no sabes cómo va a ser. Estaba asustado y no entendía el motivo por el que la gente me paraba o me gritaba «¡Damián!». Después ya me acostumbro e intento escuchar y agradecer a todo el mundo que tiene algo que decir, pero también hay que respetar que alguien no tenga un buen día. Todo lo que sube baja, pero estoy agradecido a unos niveles extremos por las palabras que recibo sobre mi trabajo, la serie y el trabajo de mis compañeros.
Comentabas en una entrevista que acudes a terapia. Relacionándolo con tu trabajo como actor, ¿en qué te ayuda?
Es muy importante ir a terapia seas o no actor y estés o no estés “bien”, porque es vital no estar tapando toda tu vida tus problemas. Una vez me pidió mi terapeuta que dejase salir a Carlos González a la sala y me puse a llorar muchísimo. En este oficio hay un momento que tu persona desaparece y solo eres el personaje que interpretas. Carlos desaparece y mi vida se convierte en la serie, el personaje y el trabajo que estoy haciendo. Cuando termino un trabajo, he aprendido que tengo que atarme a una rutina para volver a la realidad y no caer en una tristeza y ansiedad absoluta por la incertidumbre del futuro, que en este trabajo es así. Si te dedicas a esto y no te gusta es que estás loco de la cabeza. Me encanta mi trabajo y no paro.
Estoy escribiendo y reuniéndome con gente para ver si puedo levantar una serie. A mi me ven como un actor tierno y gay y de momento veo que no me van a dar un papel diferente y me da pena porque me gustaría verme en esas interpretaciones. Una rutina de gimnasio, cursos y demás es la clave. Este trabajo es una carrera de fondo y con los años iré gestionando mejor las emociones que conllevan dedicarse a esto. Soy tan sensible que a veces siento que no estoy preparado.
En la serie ves dos personajes secundarios que enamoran por su valentía y su coraje, más allá de si son lesbianas o gordos
Damián representa este cada vez más recurrente personaje LGTBIQ+. En Todas las veces que nos enamoramos vemos también personajes con cuerpos no normativos. ¿Cómo de importante es dar visibilidad a estas personas en el cine? ¿Qué tienes que hacer para salir de esos papeles de personaje LGTBI?
Pues tienes que montártelo tú. Si no te lo montas tú es muy complejo. La visibilización es muy importante porque a día de hoy sigue habiendo mucho conflicto con personas con cuerpos no normativos, LGTBIQ+ o lo que sea. Lo importante sería dar un paso más. Ya se ha introducido este papel y ahora deberíamos dar un paso más, dejar de crear personajes así en los que sus tramas se basen en sufrimiento. En esta serie ves dos personajes secundarios que han enamorado a todo el mundo y no por sus penas, sino por su valentía y su coraje, que no tiene nada que ver con si son lesbianas, gordos o lo que sean, por lo que tenemos que dar el paso de convertirles en protagonistas de una vez. El eterno secundario gracioso ya debe terminar. Tengo muchos compañeros no normativos que pueden defender un papel de protagonista sin problemas, otra cosa es que escriban esos papeles. Hay que dar un paso más.
De igual manera pasa con las mujeres en el cine español, que acompañan al marido y rellenan la trama del hombre. Quiero ver mujeres fuertes y líderes en el cine como Cate Blanchett en Tár, que ha tenido que producirse su propia película para poder tener ese papel.
¿De dónde nace tu vena artística?
Mi vena artística lleva conmigo toda la vida. Yo cantaba y actuaba y me he criado en una familia de artistas. Mi abuelo es pintor, mi otro abuelo fue figurante de películas bélicas… En mi casa siempre ha estado presente la vena artística, más desde un arranque impulsivo que desde lo culto. En mi casa no hay día que no se cante, se cuente un chiste o haya un drama, por lo que me he creado una película constante. Sin embargo, mi decisión de ser actor vino a raíz de las películas de Pedro Almodóvar en mi adolescencia.
¿Te hubiera gustado vivir en ese Madrid de los años 2000?
Claramente sí. Me hubiera gustado vivir en cualquier otra época que no fuera esta. Somos una generación que estamos destapando traumas e intentando sujetar cosas familiares que vienen desde muy atrás. Muchos, si les preguntamos, están mal. Por una parte es un gusto poder decir que estás mal, porque antes no se podía, pero por otra parte, ser honesto con lo que se siente requiere un trabajo y un proceso personal que a veces duele y mucho. Me hubiese gustado nacer en otra época por el tema del móvil, del físico, de aceptarse uno tal y como es… Veo fotos de mi familia en 1997, cuando yo nací, y veías a la gente del pueblo en bata y zapatillas y eran felices, no se juzgaban. Ahora en mi pueblo va la gente muy bien vestida porque ahora estamos constantemente en la comparación por ver quién tiene más y mejor.
Nos hemos vuelto muy pocos generosos desde el COVID, que nos ha vuelto muy egoístas. Antes todo era mucho más sencillo y divertido. Ahora sales de fiesta y estás toda la noche haciéndote fotos. Antes en Gran Vía había chinos que vendían tuppers de arroz y ahora lo puedes pedir desde el móvil. Hay demasiados estímulos y, ¿cómo no vamos a tener ansiedad si lo tenemos todo a nuestro alcance? Ahora tenemos todo controlado por Instagram y el móvil y no disfrutamos del presente.
La serie está grabada en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. ¿Cómo fue el rodaje allí?
Estar en la Universidad fue una experiencia muy guay. Parte del equipo había estudiado allí y contaron recuerdos. Fue muy especial.
¿Por qué crees que la serie va a gustar al espectador?
La serie engancha mucho por el trabajo que hay en conjunto, con un equipo que nos hemos querido mucho, con mucho amor y buen rollo y eso se ha transmitido a la pantalla. El espectador se sentirá también muy identificado con la amistad, lealtad y sinceridad de los personajes, de los unos con los otros. La serie tiene personajes muy bien escritos y todos hemos hecho un trabajo muy bueno.
¿Qué podemos esperar de Carlos González en un futuro?
Siempre estamos esperando algo, ¿no? De nosotros mismos y de los demás. Pues espero que esté tranquilo y le vaya muy bien y que siga trabajando muchísimo.
La serie está disponible en Netflix.