Por Ana Dominguez-Siemens
¿Por qué se convirtió en diseñador de interiores? ¿Contribuye a ello el hecho de que venga de una familia de arquitectos?
Llevo reorganizando los muebles de la casa de mis padres prácticamente desde que aprendí a caminar. Crecí en una familia de coleccionistas y arquitectos y estuve rodeado de objetos preciosos desde que era pequeño. Esto ha influenciado mucho mi gusto propio y, cuando empecé a viajar y a coleccionar por mi cuenta, mi visión y mi estética se hicieron más personales y fáciles de reconocer.
Siempre afirma que su estilo es ecléctico, algo que se da de notar en el abundante uso del color y la mezcla de épocas y estilos. ¿Tiene esto que ver con el hecho de haber vivido en muchas ciudades diferentes?
La ciudad de Tánger y su cultura influyeron mucho en mi amor por los colores vivos. Hace unos años me enamoré de un edificio abandonado, lo compré y lo transformé en un precioso hogar donde acojo a amigos de todo el mundo. Las paredes rosa palo, las habitaciones ocres y los detalles aguamarina daban tanta calidez que decidí experimentar con paredes púrpuras y doradas y techos azules en mi piso de Milán, una decisión arriesgada que ha pasado a convertirse en mi estilo característico.
¿Y los objetos? ¿Cuál es su relación con ellos? ¿Qué le lleva a comprar una pieza? ¿Se fija sólo en la calidad o también le atraen las piezas anónimas que pueden tener otro tipo de atractivo?
Compro en subastas de renombre y también poseo una gran colección de mármoles que heredé de mi abuelo Piero Portaluppi.
Colecciono obras de Fontana, Anish Kapoor, Tancredi, Sironi, Picabia, Picasso y De Chirico, pero también disfruto mucho recorriendo pequeñas tiendas vintage y de antigüedades durante mis viajes. No hay nada mejor que descubrir una hermosa pieza que podría haber sido pasada por alto por un ojo menos experto.
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