Ella Fitzgerald: El renacimiento de un mito

Por Carlos Megía

Ni siquiera había acabado el último curso del instituto. Como si de un detonante cinematográfico se tratara, la primera vez que Gregg Field estuvo cerca en el escenario de Ella Fitzgerald fue por pura casualidad. El joven había acudido como público a un concierto conjunto de la voz más icónica de la historia del jazz y del no menos legendario Count Basie, cuyo baterista llegaba tarde. Cual sueño quimérico, le pidieron a él que lo sustituyera. Tan bien lo hizo, que unos años después consiguió un puesto titular en la banda de Basie y, allá por 1985, el baterista de Ella Fitzgerald se marchó y Field, a los veintipocos, fue su reemplazo. “Era solo un niño, pero giré con ella durante dos años hasta que desgraciadamente sufrió un ataque de corazón que la acabó retirando”, confiesa el músico desde un espectacular estudio de Los Ángeles. 

Ella Fitzgerald
New York City, 1959
Ella Fitzgerald
Newport Jazz Festival 1957

Field acabó tocando después junto a mitos como Frank Sinatra y Ray Charles y convirtiéndose en uno de los productores más importantes y premiados de la industria musical. En los últimos años, se ha convertido también en el artífice del rescate, restauración y publicación del material inédito de su antigua jefa, auténticos tesoros de la cultura del siglo XX que siguen engrosando el inabarcable legado sonoro de la calificada como ‘Primera Dama de la canción’ 26 años después de su fallecimiento. El último, Ella at the Hollywood Bowl (Universal Music Classics & Jazz), recupera el inolvidable concierto de 1958 con el que Fitzgerald deleitó a los afortunados que presenciaron en directo su interpretación de The Irving Berlin Songbook, grabado unos meses antes. Una fortuna que ahora, gracias al trabajo de Gregg Field, encuentra una audiencia infinita.

Quiero preguntarte sobre tus años tocando junto a Ella. ¿Cuál fue tu primera impresión?
Ella era como dos personas diferentes. Fuera del escenario era una mujer dulce y humilde, cuidaba mucho a sus músicos y nos hacía muchos regalos. En el escenario, sin embargo, era muy exigente, tenías que dar tu 100% cada noche y eso es estupendo, así debería ser siempre. Nos hicimos amigos muy íntimos durante ese tiempo. La verdad es que era una mujer muy solitaria. Estuvo casada muy poco tiempo y nunca tuvo otro interés amoroso en su vida. Creo que jamás llegó a entender lo querida que era por todo el mundo. Más allá de su increíble técnica vocal, cuando cantaba te hacía sentir que la conocías, que tú y ella estabais juntos y solos en ese momento.

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