Desde 1960 hasta ahora han pasado seis décadas de elaboración y creación, por parte de la maison francesa, de cerca de 50 velas perfumadas de características diferentes que han ido construyendo una vía para poder conservar la memoria de la esencia de la naturaleza.
Cada vela se caracteriza por su exclusividad, y como tal, narra una historia particular. De esta manera, se moldea un jardín ficticio en el que las personas que deambulen por su interior, puedan evocar sus propios recuerdos y emociones. Aunque Diptyque es excepcional, no solo por la singularidad de cada vela, sino por la composición de la misma.
La extraordinaria artesanía de la cera se representa por el meticuloso cuidado a la hora de concebir la creación, que en alguna ocasión se ejecutan completamente a mano. El tiempo de reposo es esencial para garantizar la calidad de la pieza, demostrando el acuerdo de la firma con la autenticidad y la condición en todos sus productos.
Con este 60 aniversario de las velas de Diptyque se pretende celebrar la trayectoria de la casa en la industria de la perfumería caracterizada por su longevidad y particularidad, pero también como motivo de agradecimiento a todas las personas que hayan sido parte de ese disfrutado de sus creaciones.
Las familias olfativas que componen esta serie se dividen en diferentes elementos naturales y cada una se compone de unas características particulares:
Flores: refleja la delicadeza primaveral de las briznas de muguete, el frescor de los rosales al amanecer, la caricia empolvada del iris o la opulencia de un ramo de lirios.
Árboles: destaca por la singularidad de las fragancias que lo componen: las de maderas, resinas y bálsamos que evocan los leños crepitando en las chimenea, o un paseo por el bosque.
Frutas: el herbario de los frutos evoca la jugosa vivacidad de los frutos maduros, los acentos verdes y amaderados de los árboles frutales o la suavidad acaramelada de una golosina confitada.
Especias: el herbario de las especias como la canela, la vainilla, el jengibre o el clavo expresa el carácter de cada una: goloso, vivaz, a veces ahumado o picante.
Hierbas: ofrece instantáneas de naturaleza capturadas en un jardín o en el campo. Comprende fragancias como la verbena, la hoja de lavanda, el cilantro o la menta verde.
Figuier (Higuera)
En la costa mediterránea, las higueras se extienden bajo el sol estival hasta donde llega la vista. El viento abrasador lleva su perfume consigo.
El árbol entero de la higuera se expresa en la vela perfumada Figuier (Higuera). El aroma denso de la madera se mezcla con los acentos verdes, apenas afrutados, de los higos que comienzan a madurar. Una fragancia que anticipa el verano.
Baies (bayas)
El frescor acidulado de unas bayas de grosellero recién cortadas y los acentos vivaces y floridos de la rosa.
La vela perfumada Baies (Bayas) narra la historia de un encuentro armonioso entre flor y fruto.
Feu de Bois (Lumbre de leña)
Es invierno y el fuego crepita en la chimenea. Esta vela perfumada evoca las notas densas, ahumadas, de los leños que se consumen lentamente.
En un juego de luces y sombras, la llama se agita e ilumina la estancia. Por momentos, nos parece percibir el crepitar de los leños.
Ambre (Ambar)
En el corazón de un viejo cofre del tesoro, yacen unas bolas de ámbar impregnadas del perfume embriagador de bálsamos, especias y maderas preciosas.
La vela perfumada Ambre (Ámbar) se revela como un secreto.