La Fundación LOEWE entrega sus ya tradicionales Premios Internacionales de Poesía durante un acto en el Hotel Palace de Madrid. Como cada año, se reúnen personalidades del mundo de las letras, la danza, la música y el periodismo, esta vez para homenajear a dos ganadores: Diego Doncel y Mario Obrero.
El Jurado de esta XXXIII edición del Premio Internacional de Poesía, presidido por Víctor García de la Concha, otorgaron el premio a Diego Doncel por su poema La fragilidad. Aunque actualmente reside en Madrid, Doncel es originario de Cáceres. El poeta, novelista y articulista cuenta con varios libros de poesía, como Territorios bajo vigilancia, que han sido traducidos al inglés, francés, italiano, portugués y chino.
Ha colaborado como crítico en suplementos literarios como ABC CULTURAL y ha realizado guiones para televisión y radio.

Su último libro, La Fragilidad, por el que ha recibido el premio de la Fundación LOEWE ha sido definido por el jurado como un libro sólido y compacto.
“No hay poema que falte ni que sobre. Es un poemario absoluto, total, de una admirable madurez vital y expresiva. Confiere una voz profunda con una cosmovisión personal singular y propia que expone una teoría de la vida y que humaniza su dicción al mostrarnos el espectáculo que la civilización actual rehúye y no quiere ver, el dolor y la muerte, y lo hace de una posición abierta a la solidaridad de la esperanza”.
Jaime Siles, poeta y crítico literario, sobre La Fragilidad. Tweet

Mario Obrero ha sido el galardonado con el Premio LOEWE de Poesía a la Creación Joven por su poema His Ancestors. Uno de los poemas que componen su libro Peachtree City.
Con tan solo 18 años el madrileño ya ha recibido varios premios por sus obras. Su primer poemario Carpintería de Armónicos, fue galardonado con el XIV Premio de Poesía Joven Félix Grande y en 2019 publico su segundo libro, Ese ruido ya pájaro que ilustró el mismo.
"Un poeta jovencísimo se revela en un libro que con imágenes inusuales y un aliento poético que retrata la multiplicidad cultural de la globalización, consigue, con ironía y destreza, un poemario sorprendente."
Gioconda Belli, poeta y novelista, sobre Peachtree City Tweet


HIS ANCESTORS
He soñado con mis ancestros y su olor a patatas robadas
los he visto varear olivos con la cara llena de espinas
he visto a mis ancestros bailar sobre una montaña de ajos
al abuelo y su traje marrón
a la abuela encendiendo seis velas en el altar de la caldera
hablo del que juega a vestir las cerillas mojadas con barro y de los que cuentan chistes con las
ventanas cerradas
he visto a mi madre
una niña con sus primeros pantalones vaqueros mirando al mar
he visto la ropa en los tendederos de Venecia y a los poetas en Nueva York cuidar una tórtola y
su dulcimer hecho con nieve pisada
me he visto mirando al nuevo mundo con las memorias de Mayakovski bajo el jersey
me he visto mecerme lento en los sueños de una chimenea
los barcos el té y los poemas de Emily Dickinson escondidos en la sombra de una ballena
he visto a mis hijos cantar ebrios en los confesionarios
el frío se ha presentado como un erizo envuelto en serrín
en alguna colcha yace un pájaro azul
algún sueño sin calcetines que va comiendo rajas de sandía
los estudiantes de español me recitan al unísono
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña
camino por los pasillos de un mundo que huele a gofre y a gasolina.
Mario Obrero
Premio LOEWE a la Creación Joven 2020
LO QUE NUNCA TENDRÉ
¿Por qué nunca tendré la bondad que tú tuviste?
¿Por qué mi corazón nunca será tan grande como tu corazón?
¿Por qué solo construyo fracasos donde tú construías vida?
Te doy la papilla por la cánula, con el aspirador extraigo las secreciones de tus bronquios, le hablo a una conciencia que no sé dónde está.
Cuando abres los ojos están ciegos, solo miran hacia dentro, a las sombras, ven dimensiones que aún no sabemos definir. Les paso una mano cerca, les proyecto un chorro violento de luz como si fueran objetos abandonados en las profundidades marinas. Papá, te digo, mírame, me he quedado solo.
Tus labios a veces se enfurecen. Tus manos permanecen rígidas y llenas de terror. Yo acaricio su frío, intento despertarlas, hacer que sientan las mías para que su dolor les pese un poco menos.
Por la noche tu respiración se agita como si corrieras por el andén del metro despidiendo a alguien que ya se ha ido, sollozando en el túnel desierto.
Sé que no quieres morir, que estás intentando volver, que luchas por encontrarte.
El electrocardiograma palpita desde sus señales eléctricas. La máscara del respirador artificial aún contiene las huellas de tu rostro. Nuestras fotos se incendian en el altar de la mesilla junto a las gasas, el suero, los catéteres, los pañales, el yodo…
Medito, apoyado en tu cabeza, sobre quién está ahora dentro de ti.
Me pregunto por la naturaleza de tu sueño.
Después salgo y recorro las calles pensando que aún existes.
Miro mi sombra como una resistencia frente al dolor.
Los escaparates duermen en los números de sus promociones.
El cielo posee una luz de whisky que el invierno derrama.
La gota fría se anuncia en las teles de los bares vacíos.
Las calles por las que ando son calles para desaparecer.
Cuando abro la puerta de la casa, ya has llegado. Tienes algunos años más que yo tengo hoy. Escuchas música, hablas con la mujer que amo. Dices que el jardín se muere bajo el hielo.
Ni siquiera sospechas lo que te espera, ni siquiera sabes que te estás despidiendo de todo.
Eres las huellas que se marchan, el silencio en las habitaciones oscuras, la conversación interrumpida, el corazón que late por última vez sentado en ese sillón.
El infierno tiene las paredes de mi casa, el alcohol de mi casa, las terapias olvidadas, las ventanas por las que tantas veces me he querido arrojar.
El futuro del día de mañana no tiene futuro.
El tráfico sepulta el día con sus faros y sus pilotos rojos.
Hay una sensación de límite, la muerte y yo estamos viendo los programas de la televisión.
Diego Doncel
Premio LOEWE 2020