El gesto infinito de Dewitt Godfrey
Licenciado en Arte en Yale (1982), a día de hoy sus espirales han recorrido todo el mundo. Desde el Parque de Esculturas Sócrates de Long Island City, pasando por la Ciudad Empresarial de Santiago de Chile hasta el Europos Parkas de Vilnius.
La Bienal de Arquitectura de Venecia (2020) fue su último destino. Allí presentó Sperein ,cuyo nombre deriva de la palabra griega para espora y significa “sembrar.” La estructura trata de capturar la belleza contenida en el gesto infinito de las matemáticas de una unidad reproductora, sperein, que genera espontáneamente nueva vida, nuevos conocimientos e ilusiones.
¿Cuándo empleaste por primera vez estas formas tan características?
La primera gran instalación de estas formas flexibles, en forma de sitio y contexto, fue en 1998 en el Museo de Arte Contemporáneo de Houston, TX, EE. UU., Bajo la curaduría de Marti Mayo. Cuando la estructura se liberó de sus soportes temporales, se partió por la mitad. En lugar de intentar reparar la división, elegí abrazar el comportamiento inesperado del sistema, comprometiéndome con la exploración de esculturas que solo tenían un comportamiento « natural » semidedecible.
¿Por qué te inspiró el concepto de Sperein?
Desde las primeras etapas de mi carrera artística, he utilizado las geometrías naturales como inspiración, donde las reglas simples conducen a una enorme complejidad. En el caso de Speirein, la geometría subyacente sigue las mismas reglas que las esporas de polen, el plancton radiolariano y los virus comunes; además, una espora puede generar vida y forma sin fusión sexual, una fuerza creativa autónoma.
Hablas de autonomía, pero tus esculturas se basan en el compromiso de la comunidad, ¿qué compromiso debemos hacer?
Trabajar en espacios públicos implica trabajar íntimamente dentro de los sistemas sociales y políticos entre una amplia gama de componentes: miembros y líderes de la comunidad… Estos ecosistemas organizativos no son diferentes de las limitaciones arquitectónicas contra las que a menudo toma forma mi trabajo: como socios en la realización colaborativa de estos trabajos a gran escala. Trabajar en el ámbito público es colaborativo, requiere una visión sólida, capacidad para escuchar, paciencia y, cuando sea necesario, para negociar un compromiso. Estoy totalmente comprometido con las complejidades inherentes al proceso de encargo de arte público.
En estos encargos combinas el diseño digital de vanguardia con la artesanía personalizada, ¿de qué manera?
En la superficie, el reino del diseño digital se revela como un espacio de deseo sin restricciones donde todo parece posible. Pero, de hecho, está limitado por los sistemas de hardware y software que componen la interfaz informática. Los objetos generados dentro de estos sistemas delimitados pueden descomponerse rápidamente en un intento de traducirlos del dominio digital al mundo físico. Cada paso puede alterar el diseño, cambiar sutilmente las formas y degradar la precisión. Esta brecha puede ser imperceptible con la tecnología adecuada, pero sin acceso a maquinaria avanzada y costosa, salvar esta brecha requiere creatividad, adaptabilidad, resolución de problemas ingeniosa, conocimiento material y experiencia.
¿Cómo has salvado la brecha?
Mi trabajo actual se centra en descubrir formas de incorporar la complejidad del diseño y la fabricación digitales como componentes de un flujo de trabajo relativamente directo, donde la configuración y el montaje finales se realizan a mano. La brecha entre el diseño virtual y el objeto físico es un ejemplo tangible de la distancia entre la intención y el resultado, familiar para todos los profesionales creativos. Lo que distingue mi trabajo de otros artistas que utilizan herramientas digitales o fabricantes para simplemente ejecutar diseños terminados es mi compromiso con la búsqueda de formas digitales y la invención. Combinados con mis propias décadas de práctica material, experiencia e imaginación, estos dos campos de especialización se unen en un espacio de resultados generativos y abiertos, donde los diseños digitales de vanguardia toman una forma tangible.
¿Cuál es el mayor problema que te ha surgido al trabajar en un proyecto público?
Uno de mis primeros proyectos públicos, encargado en 2008 para Waverly Place en Cambridge, MA demuestra los giros que puede tomar una comisión y la necesidad de participación de la comunidad.
No todo el mundo estaba convencido de mis diseños o incluso de la necesidad de instalar arte público en su vecindario. De repente me di cuenta de que lo que estaba haciendo era enseñar en esencia, es decir, intentar comunicar y compartir mi trabajo en contextos y términos que puedan entender, para asegurarles que cualquiera de sus ansiedades con las que podrían vivir y tal vez incluso encontrar valor y significado en la propuesta escultura. Finalmente, pudimos continuar, solo para que algunos meses más tarde resurgiese esa fuerte oposición al proyecto.
Acordamos llevar a cabo la comisión en una nueva ubicación; tardó casi siete años, investigamos al menos media docena de ubicaciones alternativas en Cambridge, antes de que el proyecto se completara finalmente en 2015
¿Qué aprendizaje que obtuviste?
Tuve que encontrar formas para que mi trabajo creciera y me desafiara a mí mismo, al mismo tiempo que cumplía con los estrictos estándares de seguridad requeridos para los proyectos de arte público.
