Un broche con forma de araña en el interior de una rosa, capturado por Éric Maillet. Una campaña de aires futuristas de 1970, obra de David Bailey. O una instantánea de Guy Bourdin para un Vogue París de 1980 –la favorita de Sylvie Lécallier, responsable de las colecciones de fotografía del Palais Galliera de París, y una de las tres artífices de este tomo– donde el collar atrapa la mirada. El libro Chaumet. Photographer’s gaze repasa (y homenajea) la estrecha relación del joyero francés con la fotografía.
Por Laura García del Río
David Bailey describió su trabajo como «un retrato de alguien llevando un vestido». Carmel Snow, entonces directora de Harper’s Bazaar, le dijo a Lillian Bassman «no estás aquí para hacer arte, estás aquí para mostrar botones y lazos». E Irving Penn hablaba de «vender un sueño, no ropa». La tensión entre los artístico y lo comercial ha generado una creatividad particular en la fotografía de moda y joyería. Pero más allá de registrar los pliegues de un godet o la luz de un diamante talla pera con más o menos pericia artística, la fotografía nunca ha existido aislada, sino en consonancia con su tiempo, materializando en una imagen una relación de simbiosis con el mundo que la rodeaba: uno que aspiraba a reflejar y que al mismo tiempo le daba forma.
Los fotógrafos no son meros observadores externos, forman parte del universo que capturan, y en su trabajo son testigos de la cultura contemporánea, la situación geopolítica y económica, la evolución de los cánones estéticos, los movimientos sociales. «Y Chaumet supo verlo», dice Sylvie Lécallier, responsable de las colecciones de fotografía del Palais Galliera de París, y una de las tres comisarias del libro Chaumet. Photographer’s gaze (ed. Citadelles & Mazenod). El trío lo completan Carol Woolton, historiadora de joyería y editora de la edición británica de Vogue durante más de dos décadas, y Flora Triebel, responsable de la colección de fotografía del siglo XIX del Departamento de Impresiones y Fotografía de la Biblioteca Nacional de Francia.
La enseña francesa que ha sido pionera en tantas cosas –se instaló en Place Vendôme en 1812, hoy el corazón de la alta joyería francesa (y mundial), cuando el resto de los orfebres se afincaba en el Palais-Royal; dominó la técnica del fil couteau, con la que consiguió crear la ilusión de que el metal desapareciese para resaltar las piedras; y amigó con las vanguardias de principios del siglo XX para revolucionar un sector acomodado en la tradición–, también lo fue en su visión de la fotografía. En 1880 Joseph Chaumet –que le dio su nombre a la maison después de coger las riendas al casarse con Marie Morel, heredera de la enseña que llevaba surtiendo los ajuares de la aristocracia europea desde que Marie-Etienne Nitot la fundó en 1780– contrató a su propia plantilla de fotógrafos y estableció un estudio en el primer piso del Hôtel Particulier, con vistas a la plaza, para aprovechar la luz.
Hoy, en los archivos de la Maison se cuentan varios cientos de tiaras, un millar de moldes, estudios de plantas e insectos, y 80.000 bocetos. También 300.000 fotografías en papel y 66.000 negativos –33.000 de los cuales son placas de cristal, algunas de principios de 1900–, guardados en una sala casi hermética custodiada por Thibault Billoir, donde la temperatura nunca sube (ni baja) de los 20 grados, la humedad se mantiene al 35%, y a la que hay que entrar con guantes y cubrezapatos. «Mientras otras maisons usaban la fotografía con fines de archivo, Chaumet fue pionero en la microfotografía, fusionando los avances en óptica y fotografía para servir tanto a la Maison como a la industria», cuenta Lécallier.
Vanguardista no solo en su forma de crear, Chaumet entendió pronto el poder de la imagen para realzar sus creaciones. Y el resultado se materializa ahora en 240 páginas con fotografías que van de 1934 a 2020 firmadas por los grandes del objetivo –Guy Bourdin, Peter Lindberg, Mario Sorrenti, Paolo Roversi, Henry Clarke, Bettina Rheims, Richard Burbridge, Karim Sadli, Elizaveta Porodina– que no solo exploran la evolución de la casa a través del tiempo y las tendencias, sino la conexión histórica y actual entre la firma y la fotografía, y el modo en el que participó y contribuyó a la historia y el arte de la imagen desde sus orígenes.