Desde el aire las cosas se ven de otra manera. Brad Walls lo descubrió en 2018, cuando solo era un fotógrafo amateur con un Mavic Drone nuevo y un viaje programado por Asia y el sureste de Australia. Tres años después, ha sido galardonado con el premio de fotografía minimalista Aerial Photographer Of The Year por su serie Pools from above (2020), comparada con las simetrías de David Hockney y la estampa de la jet-set de Slim Aarons.
¿Cuál es su secreto? Además de un posible talento innato, Walls adoptó desde el principio una filosofía minimalista en la que “no se trata tanto de captar el paisaje sino el concepto.” Desde el plano cenital que su dron alcanza, los escenarios de cuerpos y colores coordinados pasan a formar parte de una poesía acrobática con un nuevo significado.
¿Qué técnica empleas para estos proyectos tomados desde arriba?
Me gusta la idea de entrar en el «espacio blanco» o en lo desconocido. Crear un trabajo original es la máxima motivación para mí y por eso quise dedicarme a algo desde arriba. Utilizo un dron para todos mis trabajos, y normalmente lo coloco a 45 o 90 grados ligeramente por encima de los sujetos y me centro en los aspectos de diseño.
¿Te has atrevido a hacer fotos sin un dron?
No, tengo tantas ideas desde el aire que no tendría tiempo.
Hasta 2019 prácticamente no habías cogido una cámara, ¿qué te hizo centrarte en la fotografía aérea?
El haber empezado mi historia fotográfica puramente desde el aire tiene sus ventajas. Desde el primer día siempre he buscaba ángulos que me resultaran comunes porque nunca había utilizado una cámara de mano. Una vez que empecé a practicar, quise emprender proyectos que no fueran comunes para tomarlos desde arriba.
Como la de la serie «Pools from above»¿dónde tomaste las fotografías?
Pools from above es la culminación de más de 40 piscinas de Australia y el sudeste asiático. Esté atento a la publicación de un libro de fotos en 2022.
Este año realizaste la serie Water Geomaids, en colaboración con KatrinaAnn Hadi.
Hace tiempo que quería hacer una serie de natación sincronizada, pero sabía que quería colaborar con una coreógrafa para sacar el máximo partido a la sesión. Una vez que exploró algunas de las ideas que yo tenía, se mostró dispuesta a participar en el proyecto.
Para «Ballerine de l’air» también colaboraste con Montana Rubin, miembro del Ballet Australiano, como modelo. ¿Fue el juego de sombras la parte más complicada?
No, lo más difícil fue entender cómo filmar el ballet desde un ángulo alternativo. Gran parte de esto es experimentación, hasta que algo «hace clic».
Y para las pistas de atletismo, ¿te llevó mucho tiempo encontrar las localizaciones?
La verdad es que no, vivo en una ciudad llena de parques públicos que incluyen pistas duras.
¿Buscas ahora nuevos paisajes para fotografiar desde el aire?
Para mí no se trata tanto de captar el paisaje sino el concepto. La fotografía aérea conceptual está muy infraproducida y quiero pasar un buen rato trabajando en series que capten la atención y la imaginación de la gente.