Por Ana Pérez
El olfato es el sentido que permite percibir más emociones, es el sentido más sensible, conectado directamente con el cerebro y con la parte donde se acumulan los recuerdos.
Cuando una firma como Hermès, decide lanzarse a la aventura de una nueva fragancia entiende la responsabilidad que eso trae consigo.
Estas emociones se envuelven con el relato de la novelista francesa María Pourchet, que introduce la fuerza, sensualidad y ese carisma que en muchas ocasiones no se sabe explicar, cómo la sola presencia de una persona puede hacer que todos los sentidos cambien y que sé despierten sensaciones sin un motivo aparente, solamente con la inexplicable razón de ser.
Barénia es la última fragancia de la casa, en ella se han volcado todos los recuerdos y deseos de la mujer actual, la mujer Hermès motivada por la curiosidad, guiada por sus instintos, sin dar pasos en falso.
Una de las cualidades que más se pueden admirar de las firmas con tantos años, tanta historia y tanto legado, es poder ofrecer todo ese universo en todas sus versiones, perfumes, bolsos, diseños…todo está pensado al mínimo detalle y es maravilloso poder disfrutar de toda su esencia.
Esta esencia y legado comienza con la elección del nombre Barénia, es una piel característica de Hermès, piel natural, flexible que acompaña el movimiento, llena de tradición pero a la vez con fuerza y audacia, tal y como se desenvuelven las mujeres que se encuentran en el maravilloso imaginario de la casa parisina.
Otro icono de la firma como la pulsera Collier de Chien, ha servido de inspiración para que el diseñador Philippe Mouquet haya creado un frasco, sensual y fuerte, poderoso y sofisticado evocando las líneas del brazalete.
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