Soy una persona creativa, inquieta, proactiva y perseverante. Me gusta pensar, buscar soluciones locas a problemas corrientes y mancharme de pintura siempre que puedo. Tengo un ego pequeño y una capacidad de disfrutar enorme. Soy caótica y acumuladora de objetos, y muy desordenada, lo que me convierte en un desastre para la convivencia, pero una persona con muchos recursos para improvisar. Amo a las plantas y los árboles por encima de todo y hace poco he contribuido a salvar unos cuantos que iban a ser talados en mi calle, en Atocha. Es, probablemente, el logro más importante de mi vida.
¿Cómo dirías que eres, mujer orquesta por todo lo que haces o realmente lo mapas son lo que más te interesa?
Mujer orquesta es mucho decir, pero sí es verdad que tengo inquietudes muy variadas, y voy saltando de una a otra, pero los mapas me apasionan desde hace muchos años y siempre vuelvo a ellos.
¿Cuando empiezas a pintar mapas?
Empecé hace veintitantos años. Recuerdo el momento y lo que me llevó a ello: encontré un cabecero de cama antiguo en la calle, en un contenedor, y me lo llevé a mi casa con la idea de pintar algo en él. Lo dejé durante meses abandonado en un cuarto, y un día me di cuenta q estaba apoyado sobre una página de un atlas que tenía en la pared. Era del mar Caribe. De pronto me imaginé ese mapa pintado en cabecero, y así es como empezó todo. Y luego ya no pude parar.
¿De que manera tienes relación con los cuadros que pintas, son lugares que conoces?
Me encantaría, pero no conozco muchos de los lugares que pinto, salvo por Google Earth, que es otra forma de conocer los territorios, bastante interesante. En cierta manera me hago la ilusión de que viajo un poco cuando los veo desde arriba.
Me puedo pasar horas recorriendo lugares, intentando descifrar las costas, islas, playas y mares. Desde esa perspectiva se tiene una percepción muy particular.
¿Tienes además una lucha constante, por la implicación con el NO A LA TALA, háblame de este tema.
Desde siempre me han gustado las plantas, los árboles y todo todo lo que concierne al mundo vegetal. Pero este verano mi vida dio un vuelco porque me enteré de que iban a talar todos los árboles de mi calle por las obras de la línea 11 de Metro, y ahí comenzó una lucha a la que me he entregado en cuerpo y alma desde entonces para intentar salvarlos. En este tiempo he aprendido muchas cosas que me han hecho entender, amar y respetar los árboles todavía más.
Los grandes árboles influyen positivamente en las personas y contribuyen a la paz mental de todos, incluso de aquellos que los desprecian o no les prestan atención.
¿Crees que estamos en una sociedad poco activa y poco movilizada con este tema?
Sin duda. He visto movilizaciones masivas por causas que en nada cambian la vida de las personas y una apatía total cuando se trata de defender los árboles que tenemos cerca, los que nos dan protección frente al calor, aire respirable y nos permiten vivir en las ciudades llenas de tráfico, ruido y contaminación. No entiendo por qué hay gente insensible a todo esto, si es algo evidente y documentado.
¿Echas en falta a más jóvenes implicados en el cuidado de su entorno?
Si, totalmente. Eso me ha llamado mucho la atención; los jóvenes se manifiestan de forma activa ante los grandes retos medioambientales, como la deforestación y el cambio climático, pero es muy difícil que se muevan por el árbol concreto que tienen delante de su ventana, en su propia calle, en su barrio. Me cuesta entender por qué.
¿Como mujer, has sentido alguna vez el machismo?
Aunque no lo he sufrido de manera traumática en mi persona, tengo edad suficiente para haber conocido situaciones que hoy serían inconcebibles e inaceptables. Nuestro país ha hecho un recorrido inmenso para llegar hasta donde estamos hoy.
¿Crees que todavía nos queda camino para la igualdad?
La igualdad es el camino. Y al final del camino, la justicia y el entendimiento.
¿Que les dirías a las chicas jóvenes, sobre su implicación en temas como el NO A LA TALA, la seguridad nocturna, los controles de móviles, etc., por parte de los chicos.
Que busquen causas que les conmuevan y merezcan la pena, para que puedan poner en ellas toda su creatividad, su talento y su empeño, sabiendo que cualquier logro que sea importante no se regala ni se vende barato; requiere esfuerzo. Pero les compensará de muchas maneras.
Que busquen el bien común, aunque no esté de moda.
También que se cuiden del ruido y la furia y aprendan a escuchar a los árboles cuando necesiten calma y paz. Ellos te enseñan a ser resistente, buscar las simbiosis, ser personas solidarias y no dejarse aplastar.