Tres décadas SOLO con Matías Costa
Se habla de la mochila emocional del fotógrafo argentino Matías Costa. En la década de los 70, siendo él SOLO un niño, presenció como los militares secuestraban a sus padres. Al año soltaron a su madre y huyeron a España, donde reside desde entonces. Por eso, la primera retrospectiva de su obra, que puede verse en la Sala Canal de Isabel II hasta el 31 de enero de 2021, comienza relatando su biografía.
Una sección a modo de árbol genealógico, lugares y lógicas narrativas para desvelar la evolución de cada proyecto y la de su biografía, anhelos, recuerdos y fantasías. Cuatro proyecciones visuales complementan su bagaje a lo largo de los años, del fotoperiodismo y la racionalidad descriptiva inicial a la expresión poética y artística de los últimos tiempos.
Y es que la muestra no se puede separar de las sensaciones que despierta el desgarro personal de Costa, cofundador del colectivo NoPhoto y ganador del World Press Photo. Realiza proyectos de largo recorrido en los que reflexión sobre las fronteras, la memoria, la orfandad o el azar.
Durante el año que sus padres permanecieron encarcelados, Matías y su hermano enviaron a la cárcel textos y dibujos, con el sello de la censura, y pueden verse junto a las cartas que les mantuvieron conectados con su familia en sus primeros años de exilio. Es la base testimonial del germen traumático de sus inquietudes artísticas.
Integrado desde la niñez con una sociedad española, el fotógrafo se dedica a un continuo registro de personas y objetos varados, a la espera de adaptarse a una nueva realidad. Con ello, encuentra en otros la sensación de extrañamiento y desgarro que su familia vivía de puertas para dentro. Sus Cuadernos de campo vertebran este recorrido cronológico por siete series fotográficas realizadas en los últimos 25 años.
En Hijos del vertedero (1995-1997), retrata a los habitantes del basurero madrileño de Vademingómez, niños desalojados después de que la especulación inmobiliaria de los años 90.
Abandonó el banco y negro para reflejar el limbo en el que vivía la población china, en su transición del comunismo al capitalismo, en Cuando todos seamos ricos (2006) y aborda el abandono de la flota pesquera soviética en las costas de Canarias en Cargo (2008),
Family Project, todavía sin terminar, nos transporta a los lugares por donde pasó su familia en el pasado. Una búsqueda planetaria de sus orígenes y sus duelos, resultante en lo que el comisario Carlos Martín llama el “aislamiento fértil” al que el fotógrafo se somete de forma voluntaria.
Hijos de alguno de los grandes proyectos fallidos del siglo pasado, Matías Costa dibuja ,a través de las instantáneas, una ventana y un espejo: una mirada constante y obstinada hacia el interior y el exterior, que no mira al mundo a través de sí, sino que se descubre y reconoce a través de él. Despliega el trabajo de tres décadas de un fotógrafo que participa de una doble naturaleza: la de cronista y la de poeta.