Superar la Oscuridad: César Saldívar
César Saldívar es un artista mexicano considerado por muchos el fotógrafo del cine español. Después de años dedicándose a la fotografía, decidió guardar su cámara y volver a redescubrir su primer amor: la escritura. Ahora nos presenta su segundo libro, “Superar la Oscuridad”, compuesto por cinco cuentos que narran historias que César necesitaba que fueran contadas. En White Paper by tenemos la suerte de poder charlar con él y descubrir lo que se esconde detrás de estos relatos y de su historia como artista.
- ¿Por qué decidiste dejar la fotografía en un segundo plano para centrarte en la escritura?
Toda mi fotografía siempre la desarrollé con carretes, con luz natural, con sombras radicales, jugando con los actores en los retratos que construíamos, siempre había un guion oculto. Después venía revelar, ver aparecer las imágenes en los cuartos oscuros… toda esta magia era fascinante, y cuando llega la fotografía digital, la cual respeto mucho, empiezo a cuestionarme si quería seguir adelante o no en el mundo fotográfico. La fotografía digital me empezó a causar cierta indiferencia, no sentía ningún reto, podía sacar todas las fotografías que quisiera. Me resistí hasta que empecé a ver que cerraban las tiendas de materiales analógicos, los laboratorios… que este mundo desaparecía, entonces no tuve más remedio que cuestionarme qué quería hacer, cómo quería expresarme. Y apareció la escritura.
- ¿Qué supuso pasar de la fotografía a la escritura?
En realidad, la escritura era una ilusión que yo tenía desde el día que llegué a España, hace 25 años. Había estudiado Bellas Artes en París, empecé a venir a las ferias de ARCO y finalmente decidí establecerme aquí. Cuando llegué quería escribir guiones de cine, pero la fotografía me descubrió, lo que generó que se publicaran 8 libros míos de fotografía y yo aparcara mi deseo e inquietud de escribir. Una vez me di cuenta de que la fotografía digital no me gustaba, la escritura me estaba esperando. Superar la Oscuridad es mi segundo libro, y estoy muy contento.
Superar la Oscuridad lo escribo en los meses de confinamiento, y el escribirlos solo, aislado, confinado… influyó mucho. La oscuridad del título tiene que ver con muchos temas personales, todo comenzó en el confinamiento, donde yo tuve un momento muy oscuro en el que no veía futuro, más adelante mi hermano se contagió del virus y eventualmente lo perdimos, entonces el moverse hacia delante, moverse de lo oscuro, de la enfermedad… todo eso es lo que implica el título. La portada está creada para proyectar un sentimiento de luto, de oscuridad, aparezco yo con una mascarilla, haciendo alusión a ese momento oscuro en el que entrábamos del que intentaríamos salir.
- ¿Qué representa cada uno de los cuentos de tu libro?
El primero está dedicado a Nacho Duato, se titula “Pañuela”, le acompañé a un premio que le dieron y no sabía qué regalarle, así que le regalé un cuento. Es alguien a quien aprecio y admiro mucho, uno de mis primeros amigos en España. El cuento es la historia de un niño que un día descubre que quiere ser bailarín, el título es muy especial también, ya que otro de mis grandes amigos una vez me contó que su madre de 98 años estuvo repitiendo la palabra pañuela una noche entera, y me pareció muy bonita la palabra.
Después viene “Néstor”, donde retrato la violencia urbana, que desafortunadamente está en todo el mundo. Hay algo que me da mucha pena, que es la violencia infantil urbana, no sólo los niños como víctimas, sino la violencia de ellos hacia los adultos, trata de esta dureza de la vida de la calle con un protagonista que intenta realizar buenas acciones, pero en este mundo las buenas acciones al parecer no tienen cabida.
El siguiente es “El Campeón”, es un poco más largo de lo que suelo escribir, ya que exigía más detalle y descripción. Lo que me fascina de este cuento es que desde el inicio el personaje se llamaba Romeo, y una vez aparece su novia, sentí una obligación de llamarla Julieta. A través de la historia creo una versión contemporánea de Romeo y Julieta, lo cual es muy atrevido por mi parte, pero la creatividad es así de libre y universal.
“El Café” es la historia de una mujer, es un personaje un poco patético, me fascinan este tipo de personajes, me parece que son enormes. No puedo contar mucho de esta, ya que es una historia muy breve y la desvelaría.
Cierro con “Nunca es tarde”, en el que doy vida al primer transexual geriátrico (creo). Es un hombre de 88 años que desea un cambio de sexo. Me parece el colmo del humanismo, de la libertad, tanto para el que lo escribe como para quien desea eso.
- ¿Encuentras una relación entre la fotografía y la escritura?
Algunos de mis lectores han comentado que mi trabajo literario tiene mucha relación con mi trabajo fotográfico, que construyo escenas, que son muy visuales, que son capaces de ver a través de mis textos. Probablemente a raíz de mi estilo fotográfico, mi necesidad de contar también sea con mucho detalle. Me gusta mucho indagar en el interior de los personajes, aunque sean lejanos a mi. Entre algunos de mis temas están las mujeres que luchan, fuertes, algunas derrotadas por el tiempo, también la sexualidad, la diversidad, las dudas y las relaciones de pareja. Diría que también abordo mucho la miseria humana, temas dolorosos que también abordaba en mi trabajo fotográfico. Aunque sean temas incómodos tenemos la obligación de señalarlos.
- ¿Podrías elegir uno de tus cuentos como favorito?
Es muy difícil, pero de mi libro anterior, “Los juegos del silencio” para mi es un cuento muy redondo, trata el abuso sexual de un niño en su colegio. Está escrito de tal forma que me han preguntado si era una experiencia personal, lo cual significa que tiene una alta credibilidad cuando se lee, pero afortunadamente yo no tuve esa experiencia. Escribo sobre ello porque considero que no tienes que estar dentro del dolor para señalarlo, porque los problemas sociales son de todos. En este libro los 5 cuentos me gustan mucho, “Pañuela” me gusta mucho, además está a punto de convertirse en un cortometraje, pero me parecen muy equilibrados los 5.
- ¿Cómo es tu forma de trabajo?
Normalmente es impulsiva, los primeros párrafos son muy veloces, comienza un laberinto de escribir y de crear. Me siento cómodo diciendo que soy un escritor, a pesar de que cuando comencé en fotografía decía que hacía fotografía, no que era fotógrafo, pasaron años. Siempre me he considerado un outsider. Yo no escribo para mi, a pesar de que la fotografía muchas veces si que la hacía para mi, por una necesidad personal, la escritura la escribo imaginándome a personas leyéndome, alguien imaginario. Al igual que mis personajes, mis lectores también son imaginarios.
Quiero añadir que los libros que estoy creando están vinculados a la fundación César Saldívar, que me permití crear en 2018 después del terremoto de la Ciudad de México de 2017, su objetivo es fomentar la educación en niños desamparados, todo se vuelve circular en esta etapa de mi vida.
- ¿Podrías hacer alguna recomendación cultural para nuestros lectores?
Soy muy cinéfilo, si tuviera que hablar de favoritos, hay una película que se llama “Lucky” que es muy especial, es un regalo, habla de existencialismo, de lo que es la vida, la soledad, la muerte, me encanta el punto de vista cinematográfico.