LA DICHA DE PINTAR
Por Pilar Gómez Rodríguez
“Los duelos con sol son menos”, le escribió Sorolla a un amigo, y también suyas son las palabras: “Solo se puede ser feliz siendo pintor”, que le representaban perfectamente. Porque otra cosa no, pero pasión por lo suyo, por pintar sin descanso, sin tregua y hasta la extenuación nadie podrá reprochárselo al valenciano. Este año se cumple el centenario de su muerte y en él se suceden homenajes, exposiciones y libros que hablan de luz, viajes, Mediterráneo, sol, reflejos, agua… Todo lo que nos gusta está en Sorolla. Y por eso nos gusta tanto.
A los dos años de nacer, en 1863 en el barrio de pescadores de Valencia, Sorolla ya es un huérfano y se cría con sus tíos. El niño apunta maneras de artista, dibujante… Accede a la Escuela de Artesanos de Valencia y en 1878 ingresa en la Escuela de Bellas Artes. Tras obtener cierto reconocimiento en una exposición local, el fotógrafo Antonio García Peris le ofrece trabajar en su estudio y accede. Allí conoce recursos, encuadres sobre todo, que usará luego en su época de madurez y conoce también a la que será su musa y esposa, su pasión junto con la pintura, durante toda su vida: Clotilde. Con ella se casa en 1888. Para entonces Sorolla había completado su primera etapa como pintor. La había empezado por tres marinas enviadas a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, que pasaron sin pena ni gloria. Pero el viaje a la capital es importante: en sus pupilas y en su recuerdo trae la impresión de la pintura de Velázquez: “No hay para mí un pintor más grande que Velázquez (…) que no tenía otra magia que la de la sencilla realidad”. Con él será comparado de forma insistente cuando la crítica comience a sonreírle.
Sus primeros tanteos con la pintura histórica y religiosa le cosecharon algunos éxitos y una beca para formarse en Roma. Esta primera etapa culmina, sin embargo, con un gran fracaso: el que supuso la obra en la que tanto tiempo y esfuerzo había invertido, El entierro de Cristo, del que se conservan fotografías del cómo-se-hizo y algunos fragmentos. Tras esta gran decepción, el artista cambia de vida y de estilo. De lo primero porque se casa y de lo segundo porque empieza a dar vueltas a lo que ha visto en París, donde acaba de conocer nuevas tendencias y motivos pictóricos, que enseguida hará suyos.
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