Schiaparelli abrió su nueva tienda permanente en Bergdoof Goodman, Nueva York. Tras pintar a mano alzada una pieza de 12 metros de largo que acabo siendo un mantel para la cena de aquella noche, se convirtió en la inspiración de esta próxima temporada.
La alta costura es considerada una forma de arte, es creatividad y en esta colección prêt-à-porter es este arte aplicado al día a día, a todas aquellas necesidades, deseos que tengan las clientas aplicando la evolución de Maison Schiaparelli como una marca de lujo moderna.
Esta temporada se comunican con el público en negro, blanco hueso y oro, como conforma la disciplinada paleta de colores en la alta costura. El reto de la marca, era la perfección, rigiéndose por las formas, la confección, para que transmitan por sí mismas.
Un vestido de satén cortado al bies con un busto plisse soleil, un minivestido de satén con piercings de oro martillado y cordones de cuero negro, incluso las primeras piezas de jacquard de lana de la diseñadora Elsa Schiaparelli en el año 1927, que han sido recreados.
La marca es disciplina, y a la vez lujo, lo que se plasmó en esta nueva colección de la marca italiana. Han diseñado un abrigo de piel de oveja, un top de armiño bordado, su emblemático Secret Bag, recreado en cocodrilo, oro de la firma y dibujos de la temporada bordados.
Schiaparelli
La fundadora de la marca fue además de una creadora y talentosa visionaria una mujer de negocios, que no vio límites, disciplinada, era la encarnación de su propio arte surrealista. La colección prêt-à-porter, así como las futuras colecciones están basadas en una identidad contradictoria de la alta costura, donde lo real y lo empírico se desafían.
Encontramos dulzura y gravedad en la misma prenda, suavidad pero también elementos puntiagudos y afilados, como el pico de un colibrí, una versión contemporánea de Eduardo Manostijeras, ternura dolorosa y afilada.