Artistas y diseñadoras celebran los doscientos años de vida y creación de la emblemática fábrica de porcelana.
Fundada hace dos siglos en Gien, en el Valle del Loira (centro de Francia), la fábrica de porcelana de Gien se hizo famosa en el siglo XIX por crear vajillas de loza para las grandes familias aristocráticas de Europa. Es la imagen habitual que tenemos de este tipo de casas. Pero, junto con este vínculo, Gien ha sabido y ha querido unir su nombre al de artistas que la han ayudado a crecer, reinventarse y llegar a ámbitos, materializaciones o técnicas donde era difícil concebir un material como la porcelana. “Es quizás este vínculo tan especial lo que mejor define a la fábrica de Gien”, explica su presidente, Yves de Talhouet. Las colaboraciones con artistas de diversas disciplinas y con diseñadoras han vuelto a tener un papel protagonista en las celebraciones que conmemoran sus dos siglos de existencia. Por ello, para demostrar que doscientos años no son nada y reafirmar de nuevo su compromiso
con un lenguaje contemporáneo, la casa otorgó “carta blanca” a tres artistas y a cinco diseñadoras para crear lo que quisieran a partir de dos piezas de referencia: un jarrón de más de un metro y un plato o bandeja de 60 cm de diámetro.
“Encontré que la trayectoria de la luz era similar al alma de la fábrica de porcelana de Gien, que desde el núcleo sólido de su pasado y un anclaje territorial extiende sus creaciones al mundo y mira al futuro”, explica el artista chino Peng Yong. Este depurado renovador de la técnica del grabado se inspiró en la luz, que se propaga constantemente desde un punto de origen, para alumbrar sus creaciones: platos que aprovechan las variaciones de color y las transiciones de luz para hacer aparecer la materia, sus relieves y sus zonas planas. “El soporte circular me ha permitido innovar encontrando nuevos procesos de realización. Me gustó la absorción de mi pintura en la loza y los efectos de color que se producen. Gracias a esta carta blanca, integraré estos nuevos enfoques artísticos en mis futuros trabajos”.
La exploración del color está presente también en el trabajo de la francesa Inès Longevial que pintó directamente sobre el jarrón sus icónicos rostros. Su propuesta reflexiona sobre “las polaridades, a menudo reductoras, de dividir los colores en cálidos y fríos. Los autorretratos se cortan por la mitad verticalmente, y los rostros se dividen en dos
colores supuestamente ‘opuestos’”.
Pulse aquí para subscribirse y seguir leyendo este artículo destacado en nuestra 9ª edición…
Texto: Pilar Gómez Rodriguez