Palestina me enseñó mucho sobre el cine – Suha Araj

El concepto de «Palestina libre» se ha convertido en un símbolo profundamente conectado a la red opresiones de todo el mundo. Cerca de 5,4 millones de refugiados palestinos sobreviven a una situación crítica desde 1948. Además de ser exiliados, generalmente sin recursos, sufren ataques armados y la agencia de la ONU que les amparaba (UNRWA), ha perdido su principal financiación, Washington.

Suha Araj es una artista multidisciplinar que explora el desplazamiento de las comunidades inmigrantes con sus películas. Su primer cortometraje The Cup Reader (2013), filmado en Palestina y proyectado en el Festival de Cine de Tribeca, recibió el premio The Next Great Filmmaker en el Festival Internacional de Cine de Berkshire y el del Festival Internacional de Cine de Bagdad

Además, ha recibido el apoyo del Festival de Cine de Sundance y en 2018 recibió fondos del programa Through Her Lens de Tribeca/Chanel para producir su nueva película, Rosa, que se estrenaba en este año tan complicado.

SUHA ARAJ HEADSHOT FILMMAKER

¿Podrías contarme un poco sobre tus orígenes?

Nací y crecí en Ohio. Soy la hija mayor de inmigrantes palestinos, así que siempre me sentido como si viviera entre mundos diferentes.

Además de ser cineasta, bebes de otras artes como, por ejemplo, la instalación que creaste para SOMARTs en San Francisco…

Sí, antes trabajaba en publicidad como estratega, pero hacía proyectos artísticos al margen. San Francisco fue un gran ambiente para involucrarme, había una boyante comunidad de activistas en su momento. Tuve la suerte de presentar un documental, de subirme al escenario o de administrar el Festival de Cine Árabe.

¿Cuál fue el punto de inflexión, el que te hizo meterte de cabeza en la cinematografía?

Mi vida publicitaria culminó con la co-fundación de una start up editorial. Se me escapaba el tiempo y entonces me di cuenta de cuánto necesitaba el arte en mi vida. Hice las maletas y viajé por el mundo durante un año, y fue entonces cuando hice la transición al cine.

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Tu cortometraje, The Cup Reader (2013), fue filmado en Palestina. ¿Cómo fue aquello?

Era la primera vez que dirigía narrativa y hacerlo en Palestina fue como un curso intensivo, de verdad. Mientras aprendía a hacer una película intentaba también hacer algo en contra de la ocupación, los controles y reavivar una cultura relajada en aquellos meses de Agosto.

Pudimos trabajar con un equipo de todas partes de Palestina. También pudimos filmar escenas en casa de dos familiares míos de allí, una puesta en común de esfuerzos en la que involucré a todos mis primos. En cierto modo, fue una buena experiencia sumergirme de cabeza para ser mi primera película y además fue muy especial para todos.

¿Encontraste dificultades?

Oh, sí, pero para cada problema había una solución palestina única que nunca antes se había hecho. La gente de allí está acostumbrada a sacarse sola las castañas del fuego, y eso también se aplica al cine. Por ejemplo, cuando fuimos a una de nuestras ubicaciones, descubrimos que la familia de la casa estaba de vacaciones después del Ramadán. Lo siguiente que supe que uno de los chicos del equipo estaba escalando una pared para colocar nuestro accesorio en el balcón. Literalmente trepó al edificio y nadie parpadeó. Creo que me enseñó a pensar en soluciones de una manera nueva y que siempre hay una manera. Palestina me enseñó mucho sobre el cine.

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¿Qué se siente al ser según el Festival Internacional de Cine de Berkshire la próxima gran cineasta?

Definitivamente fue un honor para mí pero lo que me hizo feliz de «The Cup Reader» fue que llegó al público de diferentes partes del mundo.

¿De dónde sacaste la inspiración para hacer películas sobre inmigrantes?

Creo que lo que más me mueve es ver cómo la gente sobrevive en circunstancias complejas. La inmigración no es fácil, recoger lo que hay de tu vida y llevártelo a una cultura diferente te define. Este tipo de resiliencia es inspiradora. De todas formas, en mis proyectos he tratado de sacarle la vis cómica a estas experiencias.

Dijiste en una entrevista: «Nunca es el Plan A de nadie irse de su hogar». ¿En qué parte del mundo te gustaría vivir?

Es una buena pregunta. Crecer en una pequeña ciudad de Ohio me ha generado curiosidad por ver el mundo. Siempre he tenido familia en todas partes, así que he tenido la suerte de viajar mucho.  Aún así, siempre he estado buscando un sitio que me hiciese sentir como en casa. 

Me encantó vivir en San Francisco, España, Palestina, Beirut y viajar por México. Me siento feliz en Brooklyn, donde he estado durante los últimos diez años. Creo que una buena comunidad, la cultura y el acceso al océano son muy importantes para mí. Pero el hogar siempre estará donde esté mi familia.

¿Qué me puedes contar de tu último proyecto, “Rosa”?

Es una exploración del hogar y dónde se entierran los inmigrantes. La semilla fue una exhibición que hice del Día De los muertos en San Francisco para el SomaArts, hace más de diez años. Mi proyecto “Enterrado en Michigan”: trataba del lugar de entierro de mis dos abuelos, porque no sentía que estaban en casa. Rosa nació de la pregunta, ¿y si quisieras que te enterraran en casa pero no pudieras? Así que la película se centra en un espacio ficticio en el que Rosa dirige una operación clandestina para llevar cuerpos a sus países de origen para el entierro.

Con todo lo que está sucediendo en el mundo, ¿cuál ha sido el impacto en tu trabajo como cineasta?

Ha sido interesante estrenar una película como Rosa durante una pandemia global, nadie vio venir este escenario. De alguna manera, la película se volvió más relevante de lo que jamás hubiera deseado. Con tanta tragedia, pérdida y duelo, creo que estamos encontrando nuestra humanidad común, al menos es es mi esperanza.

¿Cómo ha impactado el clima mundial actual y la tensión en materia de justicia social en la promoción de Rosa?

No es un momento en el que tenga ganas de promover nada, pero siento que Rosa habla de muchos temas de justicia social y el costo desproporcionado que sufren las personas de color y los inmigrantes.Específicamente en los EE. UU. estamos teniendo un ajuste de cuentas con el racismo. Espero que hayamos llegado a un punto sin retorno, donde debemos enfrentar y erradicar nuestro racismo estructural y cultural.

¿Qué historias hay que contar?

Siento que cada persona debe responder. Mi esperanza es que comencemos a ver comunidades subrepresentadas apoyadas de una manera real dentro de la industria.