Por Ana Domínguez-Siemens
Durante la semana del diseño de Milán, la diseñadora Osanna Visconti presentó una nueva colección de muebles y objetos únicos, realizados en bronce e inspirados, como es habitual en su trabajo, en las formas orgánicas de la naturaleza. Las piezas están plagadas de pequeños detalles que realzan el trabajo y hablan de su carácter observador que presta atención a esas cosas aparentemente insignificantes pero que marcan la diferencia. Hojas y ramas se retuercen y engarzan mostrando su procedencia vegetal mientras que las superficies planas enseñan las huellas de un trabajo manual minucioso y detallista, de una textura tan imperfecta como bella, tal como es la naturaleza misma. Una celebración de lo que significa trabajar con las manos en esa línea difusa entre la tradición y la modernidad.
¿En qué momento de su carrera decidió que lo que más le interesaba eran los objetos y los muebles? ¿A qué se debe?
Lamentablemente, después de 20 años creando joyas juntas, mi hermana falleció y durante algunos años no pude seguir adelante con este trabajo. Por suerte, mi hija Madina retomó esta pasión y creó su propia marca, Madina Visconti Jewellery.
Sus diseños son todos piezas únicas, pero ¿se imagina diseñando de forma industrial en grandes cantidades y con las restricciones que ello implicaría?
Puedo repetir el mismo artículo en grandes cantidades, pero todas las piezas serán ligeramente diferentes y únicas. Si hago un gran número de piezas el tiempo para producirlas es siempre el mismo que si produzco una. Me gusta considerarme artesana más que artista o diseñadora.
Su obra está muy vinculada a la naturaleza y a lo orgánico. ¿A qué se debe? ¿Hay alguna razón por la que evite la geometría o las líneas duras?
Como he dicho antes, mi mayor fuente de inspiración es mi profundo amor por la naturaleza y, en particular, por los jardines. Los jardines son una mezcla entre la perfección geométrica y toda la impredecibilidad de la naturaleza que sucede como por casualidad, ¡algo muy similar a la vida humana! La naturaleza es la esencia de toda vida, incluido el bronce, y, por tanto, es perfecta en su imperfección.
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