Si hay algo característico de España en el extranjero, es su gastronomía. Son muchas las ciudades que han optado por abrir restaurantes con este tipo de negocio en sus calles, y Londres no se ha quedado atrás. En la zona financiera de esta capital, se encuentra Hispania; un claro ejemplo de lo que significa haber sabido mover la cultura culinaria española a otros países.

Este restaurante de éxito se encuentra bajo el mando del asturiano Javier Fernández Hidalgo, quien se conoce los mejores rincones de la ciudad inglesa tras haber pasado más de 10 años establecido allí.
Debido a esto, nos hace algunas recomendaciones culturales en las que fusiona sus dos lugares: Londres y Asturias.
Javier Fernández Hidalgo recomienda…
- Un viaje por Inglaterra: «Inglaterra es un país precioso, recomiendo visitar los Cotswolds o la costa de Dorset».
- Un paseo por Londres: «En Londres un paseo por el centro de Mayfair, que es un barrio encantador donde tengo la suerte de vivir desde hace ya muchos años».
- Un museo: «Además de los grandes museos, recomendaría una visita a la Wallace Collection; al lado de Marylebone High St, una calle muy agradable».
- Una librería: «Librerías, muchas, por ejemplo la gran librería Hatchards, en Picadilly St».
- Un libro: «Aprovecho para recomendar uno con Londres como protagonista: London de Edward Rutherfurd. Es un best-seller, pero de cierta calidad, y sobre todo muy entretenido. Recorre la historia de la ciudad desde sus inicios. La mayoría de las tramas, a lo largo de los siglos, suceden cerca de Hispania, que fue durante muchos años el epicentro geográfico de la ciudad».
- Un restaurante: «Casa Gerardo, en Prendes, Asturias».
- Música que escuchas: «Me sigue gustando mucho escuchar música de todo un poco, aunque confieso que no estoy muy al día de las últimas tendencias».
- Una receta corta y fácil: «Como mucho, pero cocino poco; pero si es receta fácil, me atrevo. Fritos de Pixín (rape). Se compran colas de rape fresco, ya limpio para que sea más sencillo. Se corta en trozos no muy grandes (4 cm.), se pone sal y luego se rebozan primero en harina y luego en huevo, y se fríen a fuego medio-fuerte en aceite de girasol con una parte de oliva. Se dejan reposar un poco en papel secante para que no queden muy aceitosos. Conservan bastante bien el calor. Son espectaculares y muy típicos en las sidrerías asturianas de calidad».